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22/04/2025

El papa Francisco y su cruzada en favor de los migrantes

Fuente: telam

En sus doce años de pontificado, quien fue el líder de la Iglesia Católica, convirtió la defensa de los refugiados en el centro de su ministerio, desde Lampedusa hasta el Río Grande

>En un mundo cada vez más dividido por muros y políticas migratorias restrictivas, el El 8 de julio de 2013, apenas cuatro meses después de asumir el papado, Francisco realizó su primer viaje fuera de Roma a la pequeña isla italiana de ¿Quién ha llorado por la muerte de estos hermanos y hermanas?”, preguntó entonces el Papa ante los sobrevivientes y residentes locales reunidos en un campo deportivo improvisado como lugar de culto. “Hemos perdido el sentido de la responsabilidad fraterna”, lamentó, en un mensaje que reverbera con igual fuerza más de una década después, mientras las tragedias migratorias continúan desarrollándose en fronteras de todo el mundo, desde el Mediterráneo hasta América del Norte.

El primer viaje del papa Francisco fuera de Roma fue a Lampedusa en julio de 2013, isla símbolo de la llegada de migrantes africanos a Europa. Allí, celebró una misa en memoria de los inmigrantes muertos. Conmovido por las noticias de naufragios, explicó que sintió la necesidad de ir a Lampedusa a “despertar las conciencias” para que esas muertes no se repitieran.

El pontífice subrayó el deber moral de apoyar el desarrollo en los países de origen de los migrantes y de garantizar su acogida digna, en lugar de ceder a una “mentalidad xenófoba” creciente. De hecho, su discurso resonó fuertemente en la opinión pública europea, recordando la responsabilidad compartida ante las miles de vidas perdidas en el mar (más de 22.000 muertes en el Mediterráneo entre los años 2000 y 2014, según denunciaron organismos de la Iglesia).

En 2015, ante la dramática crisis de refugiados provocada por la guerra en Siria y otras regiones, Francisco intensificó su llamado a la solidaridad. Ese año más de un millón de personas llegaron a Europa buscando asilo, y el Papa respondió pidiendo acciones concretas de acogida. En septiembre de 2015, durante un Ángelus dominical, realizó un gesto inédito: llamó a que cada parroquia, comunidad religiosa y monasterio de Europa acogiera al menos a una familia refugiada. Él mismo dio el ejemplo acogiendo refugiados en el Vaticano.

A comienzos de 2016, el Papa llevó su mensaje directamente a las fronteras tanto de Europa como de América. En abril de 2016 visitó la isla griega de Lesbos, puerta de entrada de refugiados hacia Europa, junto con el Patriarca ortodoxo Bartolomé. Allí conoció de primera mano el sufrimiento de familias que huían de Siria, Afganistán y otros países. En un gesto extraordinario, Francisco llevó consigo de regreso a Roma a 12 refugiados sirios (tres familias musulmanas con niños) que se enfrentaban a la deportación, ofreciéndoles asilo en Italia.

El Papa describió esta acción como un gesto “puramente humanitario”. Este acto tuvo un gran impacto simbólico, subrayando la necesidad de “puentes y no muros” en la respuesta migratoria. Meses antes, en febrero de 2016, durante el Jubileo de la Misericordia, Francisco ya había celebrado una misa en la ciudad fronteriza de Ciudad Juárez (México-EEUU), donde oró junto a una valla fronteriza.

La pandemia de COVID-19 y, más recientemente, la guerra en Ucrania añadieron nuevos desafíos migratorios en Europa. Tras la invasión rusa de Ucrania, más de 7 millones de ucranianos huyeron a países vecinos en pocos meses, la mayor oleada de refugiados en Europa desde la Segunda Guerra Mundial. Francisco elogió la generosidad de las naciones europeas que abrieron sus fronteras a las familias ucranianas, pero al mismo tiempo exhortó a no olvidar a otros pueblos desplazados fuera del foco mediático.

En repetidas ocasiones el Papa recordó que “todos tienen la misma dignidad” y merecen ser acogidos con humanidad, sin importar el origen de su éxodo. Este mensaje quedó plasmado en su encíclica Fratelli tutti (2020), donde denunció que con frecuencia los migrantes “no son considerados suficientemente dignos” y que, aunque nadie abiertamente niegue su humanidad, “en la práctica... se los considera menos valiosos, menos importantes, menos humanos”, algo “inaceptable” que contradice la fe cristiana.

En paralelo a su labor en Europa, el papa Francisco prestó especial atención a las crisis migratorias en América. Si bien fue el primer Papa latinoamericano, su mirada hacia el fenómeno migratorio en el continente fue global e integradora, abarcando desde el éxodo centroamericano hasta el desplazamiento masivo de venezolanos y la situación en la frontera entre México y Estados Unidos.

Además, reconoció la “crisis humanitaria” que supone la migración forzada de miles de personas por rutas peligrosas –“por montañas, desiertos, caminos inhóspitos”– y la definió como una “tragedia humana... un fenómeno global” que debe medirse no solo en cifras sino en nombres, historias y familias.

En ese mismo contexto, Francisco aprovechó su presencia en la frontera para enviar un mensaje claro que contrastaba con las retóricas de mano dura migratoria. Sin mencionar nombres, sus palabras apuntaron a quienes promueven muros divisores: “Construyamos puentes, no muros, declaró el Papa ante miles de fieles en Juárez.

Era febrero de 2016 y en Estados Unidos cobraba fuerza la propuesta de ampliar el muro fronterizo; Francisco, fiel a su estilo, reiteró que levantar muros es un acto de violencia contra las poblaciones migrantes.

En 2017, ante la posible cancelación del programa DACA en EEUU (que protegía de la deportación a jóvenes inmigrantes llegados de niños, conocidos como “dreamers”), Francisco apeló personalmente al presidente Donald Trump para que reconsiderara dicha medida.

Años después, cuando Colombia adoptó en 2021 un Estatuto de Protección Temporal para regularizar a los venezolanos (beneficiando a más de 1,7 millones de personas), Francisco lo puso como ejemplo mundial. “¡Gracias a Colombia por ayudar a los migrantes!”, exclamó en un Ángelus, destacando que un país con propios problemas tuvo “el valor de mirar a estos migrantes” y darles un estatus legal de protección.

Desde su elección en 2013, el Papa Francisco ejerció un liderazgo en la defensa de migrantes y refugiados, transformando este compromiso en una marca distintiva de su pontificado.

En África, el pontífice elogió a Uganda por su “extraordinaria preocupación por acoger a los refugiados” durante su visita en 2015, mientras denunciaba los “horrendos campos de detención en Libia” y las tragedias en el Sahara. Su “peregrinaje de paz” a Sudán del Sur en 2023 culminó años de apoyo a un país donde millones han vivido como refugiados o desplazados.

Fuente: telam

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