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09/04/2025

“La estupidez es un enemigo más peligroso que la maldad”, decía Dietrich Bonhoeffer, mártir de la resistencia antinazi

Fuente: telam

A 80 años del asesinato de este pastor y teólogo alemán, su legado intelectual no ha perdido vigencia y merece ser reivindicado. No apuntaba a la ignorancia, cuyo remedio es la educación, sino al defecto moral que lleva a personas inteligentes a abandonar el pensamiento crítico

>El pastor luterano alemán Dietrich Bonhoeffer es un símbolo de la resistencia antinazi: fue arrestado en 1943 y ejecutado el 9 de abril de 1945 en el campo de concentración de Flossenbürg.

¿Cómo fue posible que un país culto y avanzado como Alemania, la tierra de tantos poetas, científicos y filósofos trascendentes, cayera bajo el influjo del nazismo, de una doctrina cuyos fundamentos eran el racismo y el supremacismo era el interrogante que se planteaba Bonhoeffer. ¿Cómo explicar la aparente incapacidad de una inmensa porción de la población para tomar conciencia de las atrocidades que se estaban cometiendo? ¿Cómo explicar la complicidad activa o pasiva de tantos frente a acciones que violaban principios esenciales de una ética humana?

Para Bonhoeffer, la respuesta a los interrogantes que suscitaba la actitud de la gente ante el régimen estaba en la estupidez y no en la maldad. Pero no se refería a la estupidez como un rasgo individual sino como un fenómeno social, colectivo y de índole moral antes que intelectual.

La persona estúpida es peligrosa pero no porque no sea inteligente, sino porque ha renunciado a razonar críticamente ya que tiende a aceptar dogmas y órdenes sin cuestionarlos.

“La estupidez es un enemigo más peligroso para el bien que la maldad”: es una de las definiciones más difundidas. El mal puede ser combatido con más facilidad porque es evidente, decía, genera reacciones contrarias, motiva a exponerlo y a enfrentarlo. En cambio la estupidez no puede ser enfrentada con la racionalidad, la lógica o las evidencias, porque no atiende a esos argumentos.

La lectura de la exposición de la hipótesis de Bonhoeffer sobre la estupidez resulta de una actualidad y vigencia sorprendentes.

“La estupidez -escribió- es un enemigo más peligroso del bien que la malicia. Se puede protestar contra el mal; éste puede ser expuesto y, si es necesario, prevenido mediante el uso de la fuerza. El mal siempre lleva en sí el germen de su propia subversión, pues deja en los seres humanos al menos una sensación de inquietud. Contra la estupidez estamos indefensos. Ni las protestas ni el uso de la fuerza sirven de nada en este caso; las razones caen en oídos sordos; los hechos que contradicen los prejuicios de uno simplemente no deben creerse —en tales momentos, la persona estúpida incluso se vuelve crítica—, y cuando los hechos son irrefutables, simplemente se descartan como intrascendentes, como incidentales. En todo esto, la persona estúpida, a diferencia de la maliciosa, está completamente satisfecha de sí misma y, al irritarse fácilmente, se vuelve peligrosa al atacar. Por eso, se recomienda mayor precaución al tratar con una persona estúpida que con una maliciosa. Nunca más intentaremos persuadir al estúpido con razones, pues es absurdo y peligroso”.

Bonhoeffer precisó que la estupidez no es un defecto intelectual sino moral. Tampoco es un rasgo congénito, sino que en determinadas circunstancias las personas se vuelven estúpidas o permiten que les suceda. Es menos un problema psicológico que sociológico y por eso suele ser un fenómeno de contagio.

El hecho de que una persona estúpida sea testaruda no implica que sea independiente, advierte Bonhoeffer. Al contrario, está bajo hechizo y al tratar con esa persona, la impresión que se tiene es que se está hablando con eslóganes y consignas.

Para Bonhoeffer, este fenómeno se da bajo ciertas condiciones. Todo ascenso de un poder fuerte, ya sea político o religioso infecta de estupidez a buena parte de la Humanidad. Frente a esto, las personas, más o menos conscientemente, renuncian a su autonomía de pensamiento. El poder utiliza propaganda, intimidación o manipulación emocional para instalar un conformismo acrítico.

La hipótesis de Bonhoeffer es de una vigencia palmaria. No sólo se aplica a la Alemania de los años 30; también explica muchos otros fenómenos más o menos masivos que se desarrollan incluso en la actualidad, sin necesidad de regímenes autoritarios pero con otros mecanismos de hegemonía.

Los ejemplos sobran.

“La acción no brota del pensamiento, sino de la disposición a la responsabilidad. La prueba definitiva de una sociedad moral es el tipo de mundo que deja a sus hijos”, dijo Bonhoeffer. Coherente con esa convicción, él no fue solo un intelectual.

Tenía 8 años cuando estalló la Primera Guerra Mundial. En 1918 su hermano Walter murió en el frente.

El 11 de noviembre de 1931, con 25 años, fue ordenado como ministro de la Iglesia Luterana. Desde 1933, año del ascenso de Hitler al poder, el régimen intentó tomar el control de la Iglesia, lo que desató un debate interno y finalmente una división en el protestantismo.

Primero vinieron por los comunistas y no dije nada porque no era comunista. / Luego vinieron por los socialistas y no dije nada porque no era socialista. / Luego vinieron por los sindicalistas y no dije nada porque no era sindicalista. / Luego vinieron por los judíos y no dije nada porque no era judío. / Luego vinieron por mí y no quedaba nadie que dijera nada por mí.

Del poema hay varias versiones porque Niemöller lo recitaba en sus sermones.

Ahora bien, de 1933 a 1935 estuvo en Londres como pastor de dos iglesias protestantes de la comunidad alemana de Londres.

Pero progresivamente, el gobierno fue restringiendo el accionar de Bonhoeffer. En 1936 le retiraron la licencia de profesor y ya no pudo enseñar. En 1937, la Gestapo detectó y cerró el seminario de la Iglesia Confesante y al año siguiente le prohibieron predicar y publicar sus escritos.

Fue arrestado en abril de 1943, por su participación en una operación para ayudar a judíos a huir hacia Suiza. Lo enviaron a prisión bajo la acusación de conspiración.

Peor a mediados de 1944, después del atentado fallido contra Hitler del 20 de julio, las autoridades dijeron haber hallado pruebas de la participación de Bonhoeffer en el complot, a pesar de que estaba en prisión desde hacía más de un año. Lo único cierto es que familiares suyos habían participado, entre ellos su tío, Paul von Hase, que fue ejecutado el 8 de agosto de ese año.

Su hermano Klaus Bonhoeffer fue ejecutado en Berlín junto con otros doce partícipes de la conspiración.

Un testigo de la ejecución, el médico del campo Flossenbürg, escribió: “Se arrodilló a orar antes de subir los escalones del cadalso, valiente y sereno. En los cincuenta años que he trabajado como doctor nunca vi morir un hombre tan entregado a la voluntad de Dios”.

Fuente: telam

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