07/04/2025
Se resistía a emigrar, su novia lo anotó en un sorteo y ganó la “green card”: de la licenciatura en sistemas a la vida militar

Fuente: telam
Germán Benmelej nunca había tenido intenciones abandonar Paraná, su ciudad natal. Tras graduarse en Sistemas y conseguir un buen trabajo, fue su novia quien lo convenció para salir de su “zona de confort” y arrancar de cero en otro país. Su experiencia en Estados Unidos y lo que extraña de Argentina
>En mayo de 2022, el azar jugó a favor de Germán Benmelej, un joven de 30 años oriundo de Paraná, Entre Ríos, que no tenía intenciones de emigrar a Estados Unidos y fue su novia la que le insistió para que completara el formulario publicado en la web de la Oficina de Asuntos Consulares. “Era una posibilidad remota y gané”, recordó en diálogo con Infobae.
En Argentina, Germán tenía una vida profesional estable: trabajaba en una empresa tecnológica, alquilaba un departamento en el centro de Paraná y acababa de graduarse de Licenciado en Sistemas de la Información en la Universidad Autónoma de Entre Ríos (UADER). Pero su vínculo con Tania, ahora su actual esposa, cambió el rumbo de sus planes.“Ella tenía el trámite migratorio en curso porque su padre vive en Estados Unidos, así que me dijo que probablemente se mudaría. Me preguntó qué iba a hacer y yo en ese momento no tenía del todo decido salir de mi ‘zona de confort’ para ir a probar suerte allá”, explicó. Pero todo cambió cuando su nombre apareció en el listado de ganadores. Tras obtener la llamada “Visa de diversificación”, ambos emigraron a Nueva Jersey, donde reside el padre de Tania.Como no había suficiente espacio en su vivienda, decidieron alquilar una habitación en Nueva York. Durante los primeros meses, Germán consiguió empleo en su área, pero al finalizar su contrato, comenzó una búsqueda que lo llevó a un anuncio de la Fuerza Aérea de Estados Unidos.Aunque su objetivo era trabajar en sistemas, la institución le ofreció un puesto diferente debido a los requisitos de seguridad. “Sin ser ciudadano, no podía acceder a posiciones en inteligencia o tecnología”, precisó Germán.Gracias a su estatus de residente legal permanente, requisito clave para ingresar a las Fuerzas Armadas, fue aceptado y destinado a un área técnica. Actualmente, Germán trabaja en el sector de climatización dentro de la base aérea de Mountain Home, en el estado de Idaho, donde se encarga del mantenimiento de sistemas de calefacción y aire acondicionado en instalaciones militares.“Tuve una formación técnica específica que duró seis meses y fue cubierta en su totalidad por la Fuerza Aérea”, recordó. “Estuve un mes aislado donde me dieron capacitación militar pura. Luego, fueron cinco meses de estudio sobre mi especialización”, detalló.Con su incorporación, accedió a un paquete de beneficios que incluye ciudadanía estadounidense automática (algo que tarda cinco años para un residente), educación universitaria gratuita, asistencia médica, y vivienda provista por el Estado, entre otros. “El salario se compone del sueldo militar y un adicional de USD 1.700 para alquilar una casa, que puede usarse para vivir dentro de la base o alquilar por fuera. Nosotros elegimos vivir en la base, que es como una ciudad, con supermercados, hospital, shopping y hasta código postal propio”, describió sobre la especie de “barrio privado” donde reside con su mujer.Aunque ya cuenta con un título de grado en Sistemas obtenido en Argentina, planea aprovechar el beneficio educativo que ofrece la Fuerza Aérea, que cubre hasta cuatro años de estudios superiores, incluyendo matrícula: “Para hacer el máster necesito hablar inglés a la perfección, que es una condición indispensable para ingresar a cualquier carrera universitaria en Estados Unidos”.
Germán contó que la beca de estudios no solo es válida para él, sino que también podría ser transferida en el futuro a su esposa o a un hijo. “Me pagan la carrera que yo quiera, y también el alquiler de una casa en lugar donde la curse”, detalló.La contracara de esta normalidad es que cada año y medio, los militares son enviados a misiones especiales de 6 meses en algunas de las bases que Estados Unidos tiene por el mundo.
Germán también explicó que, aunque recibió instrucción en uso de armas y protocolos de defensa, su perfil no es de combate: “En caso de un conflicto, al último que van a enviar es al que arregla los aires acondicionados. Estamos preparados para defendernos, pero no para atacar”.
Este viaje, le hizo remover el sentimiento de desarraigo: primero de su familia y ahora de su mujer. “Llevo más de dos años y medio viviendo en Estados Unidos y lo sigo sufriendo. Cuesta mucho no estar en los cumpleaños o no verse en las fotos de salidas con amigos. Te perdés de todo. Es un sacrificio muy grande y más que yo venía de una vida social muy activa. Acá es totalmente diferente”, admitió.Si bien con el tiempo tuvo que adaptarse a la fuerza a estas barreras que los estadounidenses le ponen a la socialización, el argentino dijo que “fue la principal barrera que tuvo que superar”. La segunda fue el idioma.
Desde su experiencia migratoria, la esposa de Germán desarrolló un servicio de asesoramiento para la inscripción en el sorteo de la Green Card Lottery. “El formulario hay que completarlo en inglés y ante un mínimo error quedás fuera de juego. Hay que cumplir con requisitos técnicos muy estrictos, especialmente en lo relacionado con la iluminación o el encuadre de la fotografía, uno de los motivos más frecuentes de descalificación”, describió.Un mes antes de emprender la travesía a Medio Oriente, Germán viajó a su ciudad natal para visitar a su papá y sus hermanos. “Mi mujer aprovechó para quedarse en Entre Ríos junto a su mamá para no estar sola tanto tiempo en EE.UU. Su trabajo se puede hacer desde cualquier parte del mundo porque es influencer y dueña de una agencia de viajes”, contó Germán al hacer alusión al IG @elaltillodelviajero, desde donde Tania comparte sus experiencias por el mundo y brinda asesoramiento para Visas.
Fuente: telam
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