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28/12/2025

Wagner Moura apunta a los grandes premios del cine global con el thriller político del año

Fuente: telam

El actor brasileño que fue Pablo Escobar en la serie “Narcos” ahora se luce con su protagónico en “El agente secreto”, la película de Kleber Mendonça Filho nominada a los Globos de Oro y candidata al Oscar

>Wagner Moura no puede dejar de batir récords. Primer brasileño nominado como actor principal en los Globos de Oro. Primer sudamericano en ganar el premio a mejor actor en el Festival de Cine de Cannes. Primer latino en ganar el premio a mejor actor en los 90 años de historia del Círculo de Críticos de Cine de Nueva York.

Aun así, Moura no puede evitar maravillarse por la increíble racha que ha tenido como protagonista de El agente secreto, la película más taquillera de Brasil este año y, posiblemente, la más universalmente adorada de 2025. El thriller político comienza en una estación de servicio en las afueras de Recife en 1977, “una época de mucha malicia”, durante la dictadura militar brasileña. El Carnaval está en pleno apogeo y las autoridades están demasiado ocupadas recibiendo sobornos, como para recoger el cadáver que lleva días pudriéndose en el estacionamiento de tierra, le cuenta el gerente a un viajero, Marcelo (Moura), que está llenando su tanque. Cuando la policía finalmente aparece, es para extorsionar a Marcelo, quien es lo suficientemente astuto como para zafarse entregando solo su paquete de cigarrillos.

En definitiva, Moura interpreta a tres personajes: Marcelo, el hombre que conocemos bajo una identidad falsa; Armando, el hombre que fue; y un tercer hombre en el futuro, que no puede recordar la brutalidad del régimen, pero cuya trayectoria fue alterada para siempre. Es una actuación arrolladora en una película que se ha vuelto cada vez más relevante a lo largo de un año en que miles de compatriotas latinos del actor brasileño han sido arrancados de las ciudades estadounidenses y llevados a centros de detención.

Wagner es un hombre interesante, es un hombre atractivo... pero sí le dije a peluquería y maquillaje: ‘Solo háganlo lucir bien’”, me cuenta Kleber Mendonça Filho, riendo.

Kirsten Dunst, compañera de Wagner Moura en Civil War (2023), entiende su magnetismo inefable. No dudó en hablar sobre las semanas que el elenco pasó comiendo y compartiendo historias mientras estaban apretados en una SUV para el thriller apocalíptico de periodismo on the road de Alex Garland. Antes del rodaje, dice, solo había visto fragmentos de él interpretando a Escobar (“Fue como, ‘Vaya, es impresionante’”), pero se fue siendo una gran admiradora. Tenía tanta energía “torpe” y entusiasmo por la película, pero también lo veía como “una persona muy, muy profunda y amable que realmente se preocupa por cómo estás y está listo para hablar de lo que sea significativo si es necesario”.

Para Moura, estos premios adquieren otro significado. El actor, de 49 años, era apenas un bebé durante los sucesos de El agente secreto, pero la dictadura de 21 años, que terminó en 1985, duró la mayor parte de su infancia y mantuvo a generaciones de sus padres y abuelos viviendo en un estado constante de miedo. “Había ciertas palabras que estaban prohibidas”, dice Moura, quien recuerda a los adultos hablando en susurros, incluso en casa. “Todos tenían miedo, porque podías desaparecer”.

Entonces volvió a suceder, con el ascenso del líder militar de extrema derecha Jair Bolsonaro, quien ahora está en prisión por un intento de golpe de Estado que incluyó un complot para matar al hombre que lo derrotó en las elecciones de 2022. Ser homenajeado por su actuación, me dijo recientemente Moura, es “hermoso, porque la extrema derecha en Brasil fue muy efectiva bajo Bolsonaro [en] transformar a los artistas en enemigos del pueblo”.

En persona, Moura es menos hirsuto y parece más apacible que en El agente secreto. Lo primero que llama la atención es su voz profunda y melódica –la mitad de los comentarios en un video suyo en el Criterion Closet son declaraciones de amor a su voz–. El pelo y la barba negros de su personaje fueron reemplazados por un corte de cabello al ras, canoso. Cambió su torso desnudo y los pantalones setenteros por un elegante y holgado traje verde lima que eligió su estilista. Cuando Mendonça lo encuentra en el hotel y se burla de lo elegante que se ve, Moura se encoge de hombros, resignado, como aceptando esta extraña nueva necesidad como candidato al Oscar.

Pero Mendonça sentía que su amigo nunca había podido interpretar a un héroe clásico, a un hombre bueno perseguido por mantenerse fiel a sus valores en una sociedad corrupta. Así que comenzó a escribir El agente secreto pensando en Moura. “De verdad sentía que quería probar algo que él nunca hubiera hecho”, me dice Mendonça. “Confiaba plenamente en que él podría llevar la película por su carisma”.

Moura siempre ha sido políticamente franco. Si buscas en internet, encontrarás su debut en las noticias televisivas a los 11 años, cuando denunció la inundación intencional de su ciudad natal de Rodelas –“un pueblo pequeñísimo con, como tres calles” en el estado nororiental de Bahía– debido a una represa que desvió el curso del río São Francisco para un proyecto hidroeléctrico.

Terminada la secundaria, ingresó a la escuela de periodismo en la ciudad mayoritariamente afrodescendiente de Salvador, donde conoció a los amigos con los que aún toca en la banda post-punk Sua Mãe (traducción: Tu Mamá), así como a su pareja, la fotógrafa Sandra Delgado. Se unieron durante el Carnaval: ella estaba cubierta de plumas, él sin camisa, con un tutú alrededor del cuello y el pelo teñido de rojo intenso; crían a sus tres hijos (José, de 13 años; Salvador, de 15; y Bem, de 19) en Los Ángeles, donde solo hablan portugués en casa.

Moura pensó que haría carrera en el teatro, debido a lo que describe como una conocida “xenofobia” de la industria audiovisual brasileña contra los actores del noreste. “Nunca pensé que trabajaría en la televisión en Brasil porque esos personajes estaban reservados para gente que no tenía mi acento”, dice. El modo en que describe la división entre el norte y el sur suena un poco como si alguien con un fuerte acento cockney intentara interpretar a un abogado en una serie judicial para Masterpiece Theater.

“Escucha, soy un brasileño que aprendió español para interpretar a una de las personalidades más notorias en la historia de Colombia”, me dice. “Es como si dijeran: ‘Contratemos a un colombiano para interpretar a Pelé. Así que entiendo perfectamente la crítica. Hice lo mejor que pude”. Con el tiempo, ha aceptado que la forma en que habla es parte de su atractivo. Gracias a ello consiguió un papel delicioso poniendo la voz al lobo villano en Gato con botas: El último deseo (2022), una interpretación que Ryan Coogler le dijo recientemente que inspiró a los vampiros de Sinners.

Le encantó –“¡ME ENCANTÓ!”–, por ejemplo, cuando escuchó a Diego Luna conservar su acento al interpretar al líder rebelde Cassian Andor en Rogue One: Una historia de Star Wars y la serie Andor. “Dije: ¡Eso es! ¡Un mexicano en Star Wars hablando con su acento!”, dice Moura. “Creo que eso es políticamente muy importante”.

En El agente secreto es la primera vez que Moura actúa en portugués en 12 años, en parte porque, dice, su crítica franca contra la derecha lo convirtió en blanco de la furia de Bolsonaro. Durante el rodaje de su debut como director, Marighella, retrato de un líder guerrillero afrobrasileño de los años 60 que encabezó la resistencia armada contra la dictadura militar, Moura tuvo que mantener ocultos los sitios de filmación en San Pablo y contratar seguridad reforzada porque la oficina de producción recibía amenazas de muerte constantemente. En restaurantes o en la calle, extraños se le acercaban e increpaban llamándolo comunista.

“Usaron el sistema y sencillamente me hicieron imposible estrenar mi película en términos económicos, un poco como le pasó a Jimmy Kimmel”, dice. “No es que el presidente dijera: ‘¡Fuera!’, pero apretó los botones necesarios para que sucediera”.

En este momento, se muestra entusiasmado por el estado de la democracia brasileña. El presidente Luiz Inácio Lula da Silva convirtió en prioridad, desde el primer día, restaurar la financiación estatal del arte, junto con el Ministerio de Cultura, que Bolsonaro había disuelto. Sin embargo, ese ambiente alentador en casa contrasta fuertemente con lo que sucede en Los Ángeles, donde Moura dice que una de sus amigas –directora de cine brasileña casada con un estadounidense– fue detenida por agentes del Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés). Él pidió que no se mencionara su nombre por motivos de privacidad.

Ese primer día en que nos vimos, justo antes del estreno de El agente secreto en el Festival de Cine de Nueva York, Moura estaba conmocionado. Nadie sabía dónde estaba su amiga. Luego, me contó que ella había ido a una oficina federal de inmigración para finalizar su tarjeta de residencia, fue separada de su esposo con la excusa de fotocopiar su pasaporte y de repente se encontró esposada, luego trasladada al condado de San Bernardino, luego a Arizona, luego a Luisiana. Su abogada no pudo localizarla, y su esposo solo logró frenar la deportación horas antes de que la enviaran en avión fuera del país. Ahora ella está de vuelta en casa.

Le preocupa que los estadounidenses den por sentada la democracia, dice, y solo quiere hacer lo que pueda, “como un estadounidense orgulloso”, para transmitir la experiencia de Brasil y lo que ha costado. “La democracia es algo por lo que hay que luchar”, afirma. “Es una lucha diaria, amigo”.

[Fotos: Jack Chamberlain, Mario Anzuoni, Benoit Tessier, Manon Cruz, Adriano Machado/REUTERS]

Fuente: telam

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