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27/12/2025

“Busco mi identidad”: habló el hombre que asegura ser el hijo no reconocido del millonario conde Zichy Thyssen

Fuente: telam

Aldo Federico Vega sostiene que es el heredero de una de las mayores fortunas del país: la Justicia autorizó un estudio de ADN en el caso. Su insólita historia marcada por los secretos de la aristocracia

>Aldo Federico Vega llegó en micro a Buenos Aires a mediados de esta semana desde Curuzú Cuatiá, provincia de Corrientes, el lugar donde nació en octubre de 1964, donde se crió, formó una familia y vivió toda su vida. Sus diálogos por WhatsApp con este medio lo mostraban un hombre absolutamente convencido. A los 61 años, Aldo Federico no sabe a ciencia cierta quién fue su padre. La convicción en su cabeza es tan fabulosa como triste.

El hombre de Curuzú Cuatiá vivió toda su vida bajo la impresión de que es el hijo del conde Federico Augusto Zichy Thyssen, nieto y heredero de Fritz Thyssen, uno de los creadores del gigante del acero alemán, responsable de financiar el ascenso al poder de Adolf Hitler,Federico Augusto murió en agosto de 2014 tras una vida de excesos y caprichos, un hombre dotado de una inteligencia y un sentido del humor superlativos, lábil y tormentoso a la vez, autoritario, irascible. Fue adicto durante años al demerol, un potente opioide de la familia de la morfina y el fentanilo. Terminó desgastado en su interior, con un corazón que pesaba aún más que el de Diego Armando Maradona al momento de su muerte, velado en un funeral escandaloso que terminó con la llegada de la Policía Federal.

Su patrimonio incluyó cientos de miles de hectáreas y cabezas de ganado, campos y propiedades a lo largo de la Argentina, España, Uruguay, Paraguay y la República Dominicana. Tuvo haras de caballos árabes, de los que fue uno de los mejores criadores del mundo, y una flota de aviones privados.

Su madre, Anita Thyssen, le cedió sus acciones de la compañía familiar a él y su hermano Claudio en 1989; el paquete valía, según el New York Times, más de mil millones de dólares. La guerra por su sucesión, librada por sus seis hijos reconocidos, sin embargo, estalló muchos años antes de su muerte.

Con los años, “Larry” se convirtió en una figura extraña en la vida del conde de Barrio Parque y su mundo megarico, al que parece espiar por la puerta entreabierta. Así, ambos engendraron una familiaridad curiosa, lejos de cualquier idea normal de familia. Sea como sea, había un vínculo, ciertamente. Lo dice “Larry” mismo; lo confirman viejos jugadores del mundo del conde, que lo conocieron bien. El hombre de Corrientes, no era un extraño. Aseguran que, por un tiempo, Zichy Thyssen lo crió como a un hijo, uno de segunda clase, pero un hijo al fin. “El Yacarecito”, lo apodaba supuestamente, por su habilidad para cabalgar entre los bañados. En su relato, Federico aparecía y desaparecía; lo bañaba de regalos y atención para luego retarlo y darle una golpiza, amor e ira en migajas.

“¿Me acompaña a ver el expediente >Más aún, el estudio determinará si el hombre que anda en alpargatas tiene derecho a una parte de una de las mayores fortunas de la historia argentina.

Fantasea con darle a sus hijos “un campo”, si es que la ciencia le da la razón. Pero si es hijo del conde, entonces, le corresponderá muchísimo más que “un campo”. Pero todo, aquí, se reduce al ADN. Para obtenerlo, se necesita abrir la tumba del conde mismo.

“Larry” entabló la demanda en 2020, patrocinado por el reconocido abogado Marcos Córdoba. Un año más tarde, la jueza Castro ordenó que el cuerpo de Federico Augusto permanezca en su sepultura en el cementerio Jardín de Paz. El 10 de octubre último, cinco años después, Luego, los restos de Zichy Thyssen serán remitidos a la Fundación Favaloro, que estará a cargo de retirar las muestras genéticas para su posterior cotejo. Los resultados deberán ser validados o desmentidos por el Cuerpo Médico Forense, que depende de la Corte Suprema.

Solo uno de estos seis hijos se presentó en la demanda iniciada por Vega, aunque todos se encuentran constituidos en el expediente de la sucesión con sus respectivos abogados, en el mismo juzgado. Si es reconocido como hijo del conde, entonces, según su propio abogado y fuentes cercanas a los negocios de Zichy Thyssen, tendrá derecho a reclamar parte de lo cedido en aquellos acuerdos.

—Con respecto al resultado del ADN, ¿usted está preparado para un no?

—En el caso contrario, ¿está preparado para pelear con sus supuestos hermanastros por la fortuna de Federico Augusto?

—Pero no es solo un campo.

Juana Bautista Vega, una docente, fue la madre de “Larry”. Era 13 años mayor que Federico, que tenía la costumbre de salir con mujeres más jóvenes. Según Aldo Federico, su supuesto padre, un conquistador serial, “la vio en un almacén” en la zona de Curuzú Cuatiá. Más tarde, le preguntó a un amigo suyo, dueño de un periódico local, quién era esa mujer. Entonces, la buscó.

Ese romance con Juana Vega terminó con el nacimiento del chico. El conde, para ese entonces, estaba de viaje en Europa. “Volvió cuando yo tenía nueve años. Apareció en la esquina de casa, en un Ford Falcon celeste, con dos empleados suyo. Uno de ellos me dijo: ‘Ese es tu padre’. Asustado, corrí”, asegura. Luego, Federico pasó a su casa. Su madre se lo dijo.

A los otros tres niños, criados en el exterior, Zichy Thyssen “les prohibió hablar en inglés o alemán” para que el chico comprendiera. Salieron una tarde a cabalgar. Vega, entusiasmado, se adelantó. Federico lo retó ferozmente, perdió los estribos. Lo mandó a la cama sin cenar. Al día siguiente, le ofreció disculpas.

Otra tarde, meses después, lo acusó de matar a tiros a unos loros en la estancia San Juan con una escopeta de doble caño que le hubiese arrancado el hombro al chico. “Me agarró del cuello, me dejó todo marcado”, recuerda Vega. Luego, lo mandó a la casa: “Tenía esas reacciones alocadas. Él era así, temperamental. Cuando le agarraba, no dejaba ni que una gallina se le acerque. Después se desesperaba para verme”.

—Lo trataban como un hijo de segunda clase.

Con el tiempo, siempre de acuerdo a su relato, llegarían el trabajo en la estancia de San Luis -a pesar de que los registros previsionales de Vega consultados por este medio no muestran un paso como empleado en Don Roberto-, encuentros tibios y fríos en La Rural, donde Federico presentaba a sus caballos árabes. Luego, un estudio de ADN y otro ADN.

La madre de Vega jamás demandó a Federico Zichy Thyssen. “Ella era una mujer muy respetuosa, temerosa”, recuerda. Le temía al conde, entre otras cosas, a su temperamento. Aldo Federico, en cambio, sí lo demandó, directamente. “Me agarró bronca”, recuerda. Fue en el año 1997, la queja fue radicada en el Juzgado Civil N°56.

“La Justicia me cambió la historia”, dice Vega. Asegura que hubo una posible jugada en su contra, aunque jamás realizó una denuncia penal al respecto. Un abogado que lo acompañaba impugnó el resultado. “Tal vez, la madre siempre le dijo que Federico era el padre y se lo creyó”, se encoge de hombros un viejo habitué de la mansión de Barrio Parque.

El estudio, realizado en una institución privada con muestras genéticas tomadas de un cepillo de dientes del conde, otra vez dio negativo.

“Me llamaron para frenarme”, asevera, ofuscado. Sin embargo, otros en el viejo mundo del conde aseguran que “Larry” fue pensado como un arma de presión en la sucesión, un séptimo hijo que jugaría para el bando que pudiera controlarlo.

“Larry” agrega un último recuerdo, o supuesto recuerdo: asegura que, de chico, viajó a Alemania a conocer a Anita, la madre de su padre. “Salimos por Asunción”, dice. “Este es de Curuzú Cuatiá”, atinó su padre a decirle a su presunta abuela, una mujer seria, con la que Federico tuvo una relación al menos tensa, poco agradable.

Fuente: telam

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