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26/12/2025

Julio Crivelli en el homenaje a Borges: “El cero no existe y el infinito tampoco”

Fuente: telam

Figuras del ámbito cultural debatieron ideas sobre los límites de la existencia y el misterio, explorando conexiones entre poesía, matemáticas y filosofía

>La conmemoración por los ochenta años de “El Aleph” reunió a reconocidas figuras para explorar los misterios filosóficos, místicos y literarios de la obra de Jorge Luis Borges. Durante la conferencia, el presidente de la Asociación Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes, Julio Crivelli, abrió la reflexión con preguntas sobre el enigma de la existencia y los límites del cosmos, hilando sus palabras con referencias a Borges y textos poéticos.

“Vivimos un misterio, no sabemos qué pasó antes del nacimiento ni sabremos lo que pasa después de la muerte... creemos siempre que vivimos en un cosmos... pero ese orden es una suposición. La realidad es que luego he superado el caos”, dijo Crivelli al inicio de su exposición. Recurriendo a versos de “Everness”, señaló la paradoja de un universo aparentemente ordenado, pero de estructura insondable: “El universo es un diverso cristal. No tienen fin sus angostos corredores”.

El análisis se orientó hacia los límites matemáticos, poniendo el foco en el infinito y el cero como ideas cruciales tanto para la ciencia como para la filosofía. Crivelli afirmó: “Las matemáticas son perfectas. Los errores podemos cometerlos nosotros, en las matemáticas no hay error. Pero las matemáticas dependen de dos postulados indemostrables: el cero y el infinito. El cero no existe y el infinito tampoco. Las matemáticas necesitan esos dos límites”. Así, estableció un paralelismo filosófico: “Es como el primer motor inmóvil, como el cosmos, como el caos”.

Entre los símbolos fundamentales de “El Aleph”, Crivelli se detuvo en el significado de la letra alef del alfabeto hebreo. “La letra alef, como se ha dicho acá, es la letra sin sonido del alfabeto hebreo. Es el origen y es el comienzo. Es como el primer motor inmóvil, como el cosmos, como el caos... o como el Génesis, que empieza por un caos. La tierra estaba desordenada y vacía y las tinieblas estaban sobre la faz del abismo y el espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas”.

El análisis de los símbolos incluyó el ciclo de creación y destrucción desde una perspectiva cabalística. “Después de la creación, o sea, del alef, viene la destrucción, que en este caso es zaín... Daneri lo invita a bajar a Borges al sótano. Son diecinueve escalones... El uno es la unidad absoluta y el nueve es la transición de lo uno hacia la creación, hacia la emanación que se vuelve mundo”.

Refiriéndose al lenguaje frente al infinito, Crivelli expresó la tensión entre lo que el escritor puede decir y lo que permanece inasible: “La desesperación de escritor porque no tiene ninguna posibilidad de definir, sino que solamente puede hablar sucesivamente en esas enumeraciones caóticas que hace Borges. Todo lenguaje es un alfabeto de símbolos cuyo ejercicio presupone un pasado que los interlocutores comparten”.

Como culminación de esta problemática, recurrió a las palabras de Borges para ilustrar la vivencia de lo inabarcable: “En ese instante gigantesco, he visto millones de actos deleitables o atroces. Ninguno me asombró como el hecho de que todos ocuparan el mismo punto sin superposición y sin transparencia”. Este momento, indicó Crivelli, deja al descubierto la negación de las categorías de la conciencia y la aparición del verdadero misterio.

El tema de los espejos y el acceso al misterio mediante la palabra ocupó un espacio relevante en la disertación. Crivelli advirtió: “Son todos espejos. Borges se ha referido muchas veces a la falsedad de los espejos. Dice: ‘Dios ha creado las noches que se arman de sueños y las formas del espejo para que el hombre sienta que es reflejo y vanidad’”. A partir de ahí, propuso diferenciar entre lo que se puede escuchar y lo que nunca será visible: “En cambio, Dios habla. Eso sí, Dios crea con la palabra. Dios, desde la zarza ardiente, le dicta a Moisés, le dice... que se quite las sandalias porque está pisando suelo sagrado. Después... le indica cómo tiene que proceder para liberar a los hebreos de Egipto. Y después a Moisés le dictan en el Sinaí la ley. O sea que la realidad es que al Aleph, a Dios, a este principio abstracto, lo podemos oír, no lo podemos ver”.

Fuente: telam

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