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24/12/2025

La intensa vida de Tita Merello: su salto a la fama impulsada por el hambre y su tormentosa relación con Luis Sandrini

Fuente: telam

La actriz y cantante murió en la Nochebuena de 2002, hoy hace 23 años. Estaba viviendo en la clínica Favaloro. Los relatos sobre su infancia y el listado de todos sus amores

>Esa noche del 24 de diciembre de 2002, mientras todos esperaban que el reloj marcara las 0 horas, para brindar en familia y abrir los regalos, Dicen, sin embargo, que hacía un tiempo se había negado a todo tipo de tratamientos. Desde que el médico, creador del by pass, había tomado la triste determinación de suicidarse acorralado por los problemas económicos en el mes de julio del 2000, la intérprete de Se dice de mí había caído en una profunda depresión. Y, cuando le diagnosticaron un cáncer de mama con metástasis cerebral, simplemente, optó por no hacer nada y entregarse a su destino. Sentía que su ciclo en este mundo ya se había terminado. Así que ese día se fue a dormir temprano. Y nunca más despertó. Tenía 98 años y una vida intensamente vivida.

La artista había nacido el 11 de octubre de 1904 en un conventillo de San Telmo, en Buenos Aires, y desde muy chica conoció lo que era el hambre. Su padre, un chofer de oficio, murió de tuberculosis poco tiempo después de que ella llegara al mundo. Y su madre, una planchadora, se vio obligada a entregarla a un orfanato cuando tenía apenas 5 años, ya que no podía hacerse cargo de ella. De manera que Laura Ana Merello tuvo que soportar las carencias económicas y afectivas.

Nunca quiso hablar abiertamente de los abusos que sufrió en su adolescencia, cuando mezclaba changas para ganarse el mango con noches interminables durmiendo en la Plaza Lavalle, donde quedaba a merced de su buena o mala suerte. Pero su historia profesional empezó a cambiar cuando recibió la propuesta de sumarse como corista a la compañía de Rosita Rodríguez en el Teatro Avenida. No tenía una vocación clara ligada al arte, pero la posibilidad de llenarse la panza cantando la hizo aferrarse a esta oportunidad. Y estuvo dispuesta a dar todo de sí.

Así fue como la niña “triste, pobre y fea”, tal como se definía ella misma, pasó a ser “la morocha argentina” que todos admiraban. Su consagración llegó en 1931, cuando Libertad Lamarque la convocó para que reemplazara a Olinda Bozán en El rancho del hermano, en el teatro Maipo. A partir de ese momento nunca más se dejó vapulear por nadie. Se convirtió en una mujer empoderada, una postura atípica para aquellos tiempos, y no dejó de brillar. Al menos, en el ámbito laboral.

La silla que él ocupaba en su departamento quedó en la misma posición. Nunca más nadie pudo sentarse en ella, como si en lo más profundo de su corazón la Merello mantuviera la esperanza de que él volviera a su lado. Algo que de manera poética, la artista dejó plasmado en la letra de Llamarada pasional, un tango de su autoría al que Héctor Stamponi le puso música y que rezaba: “Temor de vida que se escapa con el tiempo y no tenerte de nuevo como ayer”.

Tita se había convertido en una “incondicional” para Luis. A tal punto que en lugar de dar por terminada la relación después de haber vivido tantas traiciones, en 1946 decidió dejar de lado su carrera para acompañar a Sandrini a México. Sin embargo, dos años más tarde, algo pasó. Ya de regreso a la Argentina, Merello había sido convocada para protagonizar Filomena Marturano en el Politema. Y, esta vez no accedió al pedido de Sandrini, que pretendía que no aceptara el proyecto y que se embarcara con él a España, donde le habían ofrecido hacer la película Olé, torero. ¿El resultado? Luis no se lo perdonó. Y no solo dio por terminada la relación, sino que al poco tiempo se terminó casando con Malvina Pastorino, con quien tuvo a sus hijas Sandra y Malvina.

Yo me revestí. Me hice un vestido para pelearla a la vida de prepotente. Pero te darás cuenta de que soy un perrito. Yo debo haber sido en otra generación un perro porque me dan ternura y muevo la cola. He vivido toda la vida añorando ternura, que es el mejor de los sentimientos porque comprende amor y pasión. A mí me tratan bien y consiguen de mí cualquier cosa. La vanidad, la estupidez, la prepotencia no sirven para nada”, había dicho en algún momento. Todos la veían como una mujer fuerte. Y en algún punto lo era. Pero Tita también había sido una mujer rota, que esperaba que alguien tuviera la valentía de ver más allá de su coraza para abrazarla.

Fuente: telam

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