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19/12/2025

A qué hora se podrá observar el cometa 3I/ATLAS y guía de todo lo que hay que saber

Fuente: telam

El tercer visitante confirmado de otros sistemas planetarios alcanzará su punto más cercano a nuestro planeta esta madrugada. Su tamaño, química, dinámica y una serie de anomalías inesperadas despierta un interés único

>El cometa Su hallazgo no fue uno más dentro del catálogo creciente de cuerpos menores del Sistema Solar. Su trayectoria hiperbólica, no ligada gravitacionalmente al Sol, indicó desde el inicio que se trataba de un visitante procedente de otro sistema estelar, el tercero identificado hasta ahora tras 1I/‘Oumuamua y 2I/Borisov.

Ese origen interestelar despertó una expectativa inmediata, tanto en la comunidad científica como fuera de ella. El objeto circuló durante meses por titulares, redes sociales y debates públicos, impulsado por su rareza y por especulaciones que oscilaron entre la ciencia dura y la ciencia ficción.

El viernes 19 de diciembre marcará un hito clave en ese seguimiento. Ese día, a las 06.00 am, hora GMT, (03.00 hora argentina), el cometa alcanzará su máxima aproximación a la Tierra, a unos 270 millones de kilómetros.

No será visible a simple vista, pero sí un blanco privilegiado para telescopios profesionales y grandes observatorios, tanto en tierra como en el espacio. De hecho, quien posea un telescopio mayor a 20 centímetros de diámetro, podrá contemplarlo con algún brillo mínimo, apuntando hacia la constelación de Leo.

Desde su descubrimiento, más de 200 instalaciones astronómicas participaron en su monitoreo.

Uno de los primeros aspectos que sorprendió a los astrónomos fue el tamaño de 3I/ATLAS. Las estimaciones más conservadoras indicaron un núcleo de al menos cinco kilómetros de diámetro, con algunos cálculos que ampliaron esa cifra.

La trayectoria del cometa reforzó esa singularidad. Viajó a unos 210.000 kilómetros por hora en una órbita hiperbólica que lo condujo desde el interior de la Vía Láctea hasta un breve encuentro con el Sol, antes de continuar su camino hacia el espacio interestelar. Según los modelos dinámicos, el objeto podría ser incluso miles de millones de años más antiguo que el propio sistema solar, que tiene unos 4.600 millones de años.

El paso por el perihelio ocurrió el 29 de octubre, cuando 3I/ATLAS se acercó al Sol a unos 203 millones de kilómetros. En ese punto alcanzó su máximo brillo, aunque siempre permaneció fuera del alcance del ojo humano.

Las observaciones durante esa fase mostraron una actividad cometaria clara, con emisión de gas y polvo, lo que reforzó el consenso de que se trataba de un cometa natural y no de un artefacto artificial.

Ese patrón regular, sin embargo, abrió debates adicionales. Algunos investigadores señalaron que la precisión del ciclo resultó inusual y sugirió una mecánica interna todavía no comprendida. Esa discusión alimentó interpretaciones más especulativas, aunque sin respaldo mayoritario dentro de la comunidad científica.

Las imágenes obtenidas por instrumentos de alta resolución mostraron que esas eyecciones mantenían su orientación incluso mientras el cometa rotaba, un comportamiento poco común. En la mayoría de los cometas, los chorros cambian de dirección o se dispersan con el giro del núcleo.

La química del cometa también se apartó de lo conocido. En lugar de una coma dominada por vapor de agua, como ocurre en la mayoría de los cometas del sistema solar, 3I/ATLAS presentó niveles elevados de dióxido de carbono, monóxido de carbono y carbono diatómico.

A eso se sumó un contenido inusualmente alto de níquel y una baja presencia de hierro. Ese desequilibrio químico no coincidió con las proporciones habituales ni con los modelos teóricos más aceptados.

El 19 de diciembre, a las 06.00 GMT, 3I/ATLAS alcanzará su punto más cercano a la Tierra antes de iniciar su retirada definitiva. Aunque la distancia es grande en términos cotidianos, representa la mejor oportunidad para estudiarlo con el mayor nivel de detalle posible. La Luna no interferirá en las observaciones y el cometa se moverá por regiones del cielo accesibles durante la madrugada.

Semanas atrás, su seguimiento continuo permitió comprobar que el objeto “despertó de su letargo prácticamente a la distancia en que esperaríamos que el hielo de agua comience a sublimarse de manera eficiente”, un comportamiento coherente con la física cometaria clásica, aunque matizado por todas sus rarezas.

Las mediciones dinámicas añadieron otra capa de complejidad. 3I/ATLAS mostró fases de aceleración superiores a las que podían explicarse solo por la gravedad solar. En otros cometas, aceleraciones tan altas suelen provocar fragmentación o ruptura. En este caso, el núcleo se mantuvo estable, lo que planteó interrogantes sobre su resistencia estructural y su composición interna.

También resultó estadísticamente llamativo el encadenamiento de encuentros cercanos con Marte, Venus y Júpiter, junto con el hecho de que durante el perihelio el cometa quedó fuera del alcance de los telescopios terrestres. La probabilidad combinada de esas circunstancias fue extremadamente baja. A eso se sumó la alineación de su órbita con el plano de los planetas del sistema solar, con una diferencia menor a cinco grados.

La dirección de llegada aportó otra curiosidad. El cometa ingresó desde una región del cielo situada a solo nueve grados de donde se detectó la famosa “Señal Wow!” en 1977. Para muchos científicos, esa coincidencia fue solo eso, una coincidencia. Para otros, fue un detalle llamativo dentro de un conjunto ya de por sí excepcional.

El resto de la comunidad científica mantuvo una postura clara: el consenso sostuvo que 3I/ATLAS fue un objeto natural, aunque extremadamente raro. Como resumió Tom Statler, de la NASA, el cometa “hace cosas de cometas”.

Con su alejamiento progresivo, 3I/ATLAS abandonará el sistema solar para no regresar jamás. Su paso fugaz dejó, sin embargo, una enorme cantidad de datos que seguirán analizándose durante años. Cada espectro, cada curva de luz y cada medición dinámica aportó piezas a un rompecabezas mayor: comprender cómo se forman y evolucionan los cuerpos en otros sistemas planetarios.

En esa búsqueda, 3I/ATLAS no fue solo un visitante fugaz, sino un mensajero de regiones donde la astronomía recién empieza a asomarse.

Fuente: telam

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