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18/12/2025

Las 10 imágenes más impactantes del Telescopio James Webb en 2025: qué revelaron sobre el universo

Fuente: telam

El observatorio de la NASA y la ESA dejó postales inolvidables. Sus investigaciones ayudan a comprender los fenómenos cósmicos, desde estrellas moribundas hasta galaxias y mundos cercanos al Sol

>Se acerca el final de 2025 y el poderoso A lo largo de 12 meses de observaciones continuas, el observatorio de la Cada imagen fue una pieza de un rompecabezas mucho más grande, el de la historia completa del universo.

1. La Nebulosa de la Araña Roja

La imagen de la nebulosa NGC 6537 mostró con una nitidez inédita el destino final de estrellas similares al Sol. Webb reveló la extensión completa de sus lóbulos, verdaderas burbujas de gas que se expandieron durante miles de años y que alcanzaron unos tres años luz de longitud.

La luz infrarroja permitió identificar moléculas de hidrógeno y rastrear chorros de gas ricos en hierro ionizado que dibujaron una estructura ondulante en forma de S. Esta escena confirmó que la muerte estelar fue un proceso dinámico y violento, lejos de una despedida silenciosa.

Webb observó un chorro protoestelar de dimensiones colosales, impulsado por una estrella bebé con una masa diez veces mayor que la del Sol. El flujo de gas se extendió unos ocho años luz y avanzó a velocidades extremas.

Según la NASA, los astrónomos discrepan sobre cómo se forman las estrellas masivas. Esta estrella parece respaldar la teoría de que las estrellas masivas poseen un disco estable de material a su alrededor, como lo demuestran los chorros separados 180 grados entre sí. La teoría contraria sugiere un proceso de formación más caótico, que provocaría un cambio en la orientación del disco, y por lo tanto, los chorros también parecerían girar en diferentes direcciones.

Al combinar datos del Webb, el Hubble y el radiotelescopio ALMA, los astrónomos penetraron en el corazón de NGC 6302. La nueva imagen reveló un toroide denso de gas y polvo que moldeó sus dos lóbulos característicos.

Los chorros opuestos y las burbujas internas explicaron por qué esta nebulosa planetaria adoptó una forma tan simétrica y compleja. Webb permitió comprender cómo la geometría del material expulsado definió el aspecto final del objeto.

Las observaciones del instrumento MIRI ofrecieron la evidencia más firme hasta ahora de un planeta gigante alrededor de Alfa Centauri A. El hallazgo resultó extraordinario por la cercanía del sistema, apenas a cuatro años luz.

Alfa Centauri, ubicada en el extremo sur del cielo, está compuesta por el sistema binario Alfa Centauri A y Alfa Centauri B, ambas estrellas similares al Sol, y la tenue estrella enana roja Próxima Centauri. Alfa Centauri A es la tercera estrella más brillante del cielo nocturno. Si bien hay tres planetas confirmados orbitando Próxima Centauri, la presencia de otros mundos alrededor de Alfa Centauri A y Alfa Centauri B ha resultado difícil de confirmar.

El telescopio volvió al legendario campo ultraprofundo del Hubble y lo transformó. Tras casi cien horas de observación con MIRI y NIRCam, Webb reveló miles de galaxias distantes, muchas ocultas hasta entonces.

Algunas mostraron un intenso corrimiento al rojo y una abundancia de polvo que habló de una formación estelar temprana y vigorosa. Esta imagen permitió reconstruir cómo crecieron las primeras estructuras cósmicas a lo largo de miles de millones de años.

Por primera vez, Webb captó la galaxia del Sombrero con gran detalle en el infrarrojo cercano. El anillo exterior apareció fragmentado en cúmulos complejos y las observaciones revelaron miles de cúmulos globulares con composiciones químicas inesperadamente diversas.

La galaxia del Sombrero se encuentra a unos 30 millones de años luz de la Tierra, en el límite del cúmulo de galaxias de Virgo, y tiene una masa equivalente a unos 800 mil millones de soles. Esta galaxia se encuentra de canto, lo que significa que la vemos de lado.

Las auroras del planeta más grande del sistema solar brillaron cientos de veces más que las terrestres. Webb detectó una variabilidad inesperada en la emisión del ion H₃+, clave para comprender la interacción entre el campo magnético joviano y el viento solar.

Las luces danzantes observadas en Júpiter son cientos de veces más brillantes que las que se ven en la Tierra.

La imagen infrarroja media más detallada de esta nebulosa reveló anillos definidos y estructuras internas jamás vistas. En el centro, un sistema estelar doble explicó la compleja distribución del gas y el polvo.

Esta nebulosa ha sido observada al menos desde finales del siglo XIX, incluso por el astrónomo William Herschel, quien también descubrió el planeta Urano.

Webb mostró con una claridad extraordinaria un objeto Herbig-Haro que pareció coronado por una galaxia espiral distante.

La alineación fue solo un efecto visual, pero la imagen permitió rastrear moléculas de hidrógeno, monóxido de carbono y granos de polvo energizados. El chorro protoestelar, que avanzó a cientos de kilómetros por segundo, ofreció pistas sobre cómo las estrellas jóvenes modificaron su entorno inmediato.

La última imagen clave del año resolvió un debate abierto desde 2003. Webb confirmó que estrellas muy pobres en elementos pesados pudieron albergar discos planetarios longevos. El hallazgo obligó a replantear los modelos de formación planetaria en el universo temprano.

Desde su posición a 1,5 millones de kilómetros de la Tierra, en el segundo punto de Lagrange, Webb observó regiones invisibles para los telescopios tradicionales. Su visión infrarroja permitió atravesar nubes de polvo, retroceder más de 13.500 millones de años en el tiempo y reconstruir procesos cósmicos fundamentales, como el nacimiento de estrellas, la muerte de soles similares al nuestro y la formación de galaxias en la infancia del universo.

Fuente: telam

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