15/11/2025
El primer Festival de Mar del Plata: cine y política en un tiempo difícil para Perón
Fuente: telam
El libro “Cine, estrellas y peronismo“ de Ela Mertnoff, revela cómo aquel primer encuentro cinematográfico de 1954 se convirtió en un escenario donde el arte y el poder fueron juntos, no sin contratiempos
>En Cine, estrellas y peronismo. El primer festival de Mar del Plata, Ela Mertnoff examina cómo este festival se desarrolló en un contexto de creciente tensión política. Basta con recordar que esta postal: en marzo de 1954, el la primera edición del festival reunió a Juan Domingo Perón y figuras del cine bajo la brisa atlántica, en un evento que reflejó la modernidad impulsada por el peronismo y el auge de la industria cinematográfica argentina.
El libro (de Ediciones Futurock) también recorre los orígenes del cine argentino, desde el cine mudo y gardeliano hasta los noticiarios y la propaganda política, antecedentes de la consolidación comercial en las décadas de 1940 y 1950. A continuación, un fragmento:
En la mañana del 8 de marzo, las divas y astros del cine local junto a figuras del cine internacional abordaron el tren El Marplatense en la estación de Constitución. El tren estaba dedicado en exclusividad al traslado de las delegaciones artísticas que participarían en la muestra, y así se inició una tradición que se mantendría en el tiempo con el denominado “Tren de las Estrellas”. Una multitud de admiradores se congregó en Constitución, demorando la partida del tren. Posiblemente, la delegación artística en el tren no imaginaba las implicancias de aquel viaje: una coyuntura que conjugaba la industria del cine, la política exterior y la campaña legislativa del gobierno peronista.Un selecto conjunto de artistas argentinos ofició de anfitriones, acompañando a los extranjeros en el tren y durante el desarrollo del encuentro. El viaje fue aprovechado por los artistas locales para presentarse con los integrantes de las distintas delegaciones. El conjunto estaba integrado por grandes figuras del espectáculo como Hugo del Carril, Juan Carlos Thorry, Luis Sandrini, Tita Merello, Mecha Ortiz, Analía Gadé, Laura Hidalgo, Ana María Lynch, Mirtha Legrand, Malvina Pastorino, Olga Zubarry, Elisa Galvé, Fanny Navarro, Carlos Cores, Amelia Bence, Eduardo Cuitiño, Santiago Gómez Cou, Ángel Magaña, Pedro Maratea, Iris Marga, Narciso Ibáñez Menta, Juan José Míguez, Enrique Muiño y Nelly Panizza. A ellos se sumaban los productores Luis César Amadori y Atilio Mentasti (de Argentina Sono Film), el director Daniel Tinayre, Horacio Cantaluppi por SICA y Antonio Merayo en representación de técnicos.Durante el viaje, se generó un ambiente de camaradería entre los artistas, a pesar de las limitaciones de idioma. Según las crónicas, Luis Sandrini demostró ser el diplomático perfecto. Al recibir a la delegación de la Unión Soviética, se presentó diciendo su apellido. Los soviéticos entendieron que “Sandrini” significaba “Buenas tardes” o “¿Cómo está usted?” y, hasta que se aclaró la confusión, saludaron a todo el mundo diciendo “Sandrini”. El actor inglés Trevor Howard contó con Juan Carlos Thorry como intérprete, mientras que otros artistas como la estadounidense Irene Dunne y la española Aurora Bautista eligieron el italiano para comunicarse, y Mirtha Legrand habló en francés con el actor Michel Simon. Sandrini organizó un coro y les enseñó a todos una canción genovesa, a la que se sumaron los norteamericanos, franceses, italianos y españoles. Los argentinos cantaron Mi Buenos Aires querido de Carlos Gardel. Gómez Cou les enseñó a las actrices japonesas cómo comer empanadas con las manos, Errol Flynn probó los vinos argentinos y a los soviéticos se les dio champagne mendocino.Posiblemente, los actores más famosos de la época en ese tren eran Errol Flynn, protagonista de Las aventuras de Robin Hood (Michael Curtiz y William Keighley, 1938) –viajó con su esposa, la actriz Patricia Wymore, y su hija recién nacida–, y Mary Pickford, apodada como America’s Sweetheart. La actriz fue una de las más famosas del cine mudo de Hollywood e incluso Homero Manzi la mencionó en un poema: “Era un galán jocundo / que se casó una tarde con la diosa del mundo / Con la novia de todos / Mary Pickford, la dulce / y la quiso a su modo”. En su paso por Argentina, cuando tenía 62 años, se le hizo un homenaje en Radio Belgrano por el 35.º aniversario de Artistas Unidos, que ella había fundado junto con Charles Chaplin, D. W. Griffith y Douglas Fairbanks.En el lobby del Provincial, Apold estaba muy nervioso, y no se relajó hasta finalizado el festival. Allí se dispuso una oficina de prensa que brindó servicios a diarios, radios y canales de televisión de todo el mundo, atendida por personal de la Dirección de Prensa. También había un equipo de fotógrafos que revelaba material y repartía copias a los medios. Cada invitado recibió materiales impresos en su propio idioma: un folleto de Mar del Plata, con sus playas y atractivos, y una agenda con los horarios de todos los actos programados.
Luego, se sirvió la cena de bienvenida mientras los cines comenzaban las funciones. Según informaciones de la época, las delegaciones extranjeras, entre actrices, actores, representantes, directores y funcionarios, sumaban unas 157 personas, aunque algunas fuentes afirman que llegaron a doscientas.
Argentina estuvo representada por dos películas. La primera fue El grito sagrado, una producción histórica dirigida por Luis César Amadori y protagonizada por Fanny Navarro. Meses antes, Amadori había enviado una copia de la película a Perón, quien respondió con una carta elogiosa publicada en revistas:“Lo felicito por el éxito logrado con ella. Es verdaderamente una gran película, juzgada tanto desde su impecable argumento, como por la correctísima actuación de sus intérpretes y la cuidadosa e inteligente dirección con que ha sido realizada. Justifica los más grandes y calificados elogios como cabal expresión de nuestro ponderable arte cinematográfico”.
El estreno de El grito sagrado estaba programado para el martes 9, a las 22:30, en el cine Ópera. Sin embargo, esa noche, el presidente y otros dirigentes asistieron a la exhibición del CinemaScope en el Ocean Rex, por lo que la película argentina fue presentada solo por su director y protagonistas. La película fue un éxito comercial, pero la crítica la consideró la obra más floja de Amadori hasta el momento, aunque destacó su reconstrucción de época. Fanny Navarro, la gran estrella de la película, fue deliberadamente excluida de las fotos oficiales y presentaciones públicas por la enemistad de Apold.La segunda película fue La calle del pecado (1954), de Ernesto Arancibia, producida por Argentina Sono Film y protagonizada por Zully Moreno. Moreno no pudo asistir ni al estreno ni al festival, ya que dio a luz durante esos días. Perón ofreció el avión presidencial para que Amadori pudiera viajar a conocer a su hijo, pero el director prefirió tomar El Marplatense.El aspecto social del festival fue intensamente cubierto por los medios. Se realizaron torneos de pato por la copa Eva Perón, de polo en Parque Camet, y una carrera de autos en Playa Grande. Las estrellas también fueron a un asado en la Estancia Santa Isabel de la familia Martínez de Hoz en Chapadmalal, donde las delegaciones extranjeras conocieron la Unidad Turística del Segundo Plan Quinquenal. Según las revistas de la época, la actriz norteamericana Ann Miller declaró: “He venido para atrapar a algún estanciero argentino”.
El jueves 11, el evento principal para el público fue un gran espectáculo al aire libre en el anfiteatro de Las Toscas, con la presencia de todas las delegaciones y el presidente Perón. Actuaron la orquesta, el coro y el ballet estable del Teatro Colón, dirigidos por Juan Emilio Martini y el coreógrafo Michel Borowski. El show incluyó exhibiciones de malambo, carnavalito a cargo de Los Hermanos Ábalos y el ballet Las Sílfides.
El sábado hubo otro espectáculo sobre la playa, con la participación de los artistas rusos David Oistrakh y Tatiana Nicolayeva, la soprano Helena Arizmendi y el tenor Tito Schipa, acompañados por la Orquesta Sinfónica de la Ciudad de Buenos Aires dirigida por Roberto Kinsky.
Por su parte, Errol Flynn participó activamente de la vida social y perdió 2.000 dólares en una noche en el Casino. Se fue dejando una deuda de 50.000 pesos, asumida luego por el Gobierno por orden de Perón. Edward Cohen, de la 20th Century Fox, ofreció un cheque, pero Perón lo rechazó: “No vamos a cobrarle su mala suerte en la ruleta nada menos que a Errol Flynn”.
Fuente: telam
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