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13/11/2025

Max Jara, el peluquero de las estrellas, en La Escalada: “Nunca hay que decirle que ‘no’ a las oportunidades”

Fuente: telam

Dejó Misiones a los 17 años para perseguir su sueño: embellecer a los demás. Dos décadas después, se convirtió en uno de los estilistas más reconocidos de la Argentina. El peluquero habló sobre los sacrificios, el valor de la familia y la pasión que lo guía desde chico

>“Soy peluquero”, afirma Enzo Maximiliano Jara. No “estilista”, ni “hair designer”, ni ningún término sofisticado que suene más moderno. “Me gusta el título de peluquero porque vengo de una época en la que el peluquero hacía todo: cortaba, peinaba, asesoraba, escuchaba. Esa integralidad me representa”, explica.

El camino de Max Jara comenzó en Posadas, Misiones, rodeado de una familia numerosa y trabajadora que le inculcó desde chico la necesidad del trabajo. Nacido y criado en el interior del país, Max no olvida sus raíces. “Tuve una infancia muy feliz acompañado por mi familia. Siempre ellos me dieron el espacio, me dieron el lugar, supieron entenderme siempre”.

Como hijo mayor, asumió un rol de apoyo dentro de su hogar: “Mi madre siempre fue una mujer muy trabajadora. Una mujer muy sensible. Entonces yo, siempre fui como la mano, la pata. Es la primera fuerza que a mí me lleva a venir a la capital y a encontrarme con lo que en ese momento era la capital”.

Desde muy pequeño, Max Jara sintió una fascinación por la belleza. “Siempre fui como un aficionado y a la vez, también siempre disfruté mucho del embellecer desde el lugar en el que podía”, cuenta sobre sus primeros pasos.

A falta de recursos profesionales, Max recurría a la creatividad, aprovechando cualquier herramienta a su alcance. “Cuando las herramientas de peluquería no eran lo que son hoy y la modernidad que tienen, yo me las rebuscaba para lograr hacer una ondulación, hacer una planchita. Siempre me las rebuscaba. He hecho locuras que no me gustaría que lo hagan en su casa, como por ejemplo ondular los cabellos de mis primas. Una vuelta descubrí que podía hacerlo con un lápiz de madera y la plancha de ropa. Lo enrollaba el lápiz de madera y con eso le daba calor con la plancha y se generaba unas ondas que eran buenísimas”.

Hoy, en su salón de Buenos Aires, la pasión de Max por innovar y compartir conocimiento continúa intacta. La búsqueda todavía es la misma que lo llevó a cambiar la vida de sus clientas en Misiones: “Eso también fue una manera de ir formándome como profesional e ir encontrando también hoy mi pasión. Me encanta la coloración. Así que de a poco vas encontrando esto, que es como hoy mi camino de vida, lo que hago todos los días”.

La mirada de Max hacia el futuro no teme a la tecnología, pero sí defiende lo humano. “En su momento hemos llegado a hablar hasta que puede ser que en algún momento las máquinas nos saquen el trabajo. Pero yo digo que la peluquería y cuando uno lo hace con las manos y desde las manos, le da esta cuestión de la belleza a la mujer. Nunca va a poder extinguirse, por así decirlo”.

El recorrido profesional de Max Jara está atravesado por una premisa fundamental: estar abierto a todo lo que la vida ofrece, incluso cuando da vértigo. “Yo tengo un mantra que siempre digo: nunca hay que decirle que ‘no’ a las oportunidades y mi vida se forjó desde ese lado”, reconoce al repasar los grandes hitos de su carrera. “Siempre que tuve la oportunidad de hacer peluquería lo hice y siempre digo que la peluquería me llevó a todos los lugares donde podía”.

A lo largo de su vida, Max no sólo adoptó una actitud positiva ante el cambio, sino que también redefinió el concepto de éxito en cada etapa. “Lograr el éxito es decir que sí y a la vez también tener muy firme la convicción que uno tiene acerca de qué es el éxito. Para mí el éxito era en su momento poder llevar a mi madre y a mis hermanos un pasar un poco mejor. Segundo nuevamente con mi familia, poder cumplir ciertos anhelos que por ahí teníamos entre nosotros y, bueno, después, un gran éxito para mí es poder tener el espacio donde hacer la peluquería de la manera que me gusta hacer a mí. Se puede decir que mi gran éxito conquistado es mi salón”.

No todo fueron certezas ni panoramas ideales. Las crisis y cambios de rumbo lo enfrentaron con dudas e inseguridades. “En esto de decir que sí a las oportunidades, también por ahí me he encontrado en momentos en los cuales en principio tenía como ese vértigo de decir: ‘¿será que este camino que estoy tomando es el ideal?’. Por ahí cambiar de un país a otro para trabajar… Yo he tenido oportunidades de trabajo en el exterior también. Mi primera gran oportunidad fue en Brasil, por ejemplo, de la mano de una marca... era dejar un muy buen trabajo que tenía en Capital y jugármela para hacer una carrera internacional”, recuerda. El miedo y la distancia de su familia fueron parte del costo: “El miedo de dejar a mi familia tan lejos y por ahí tener lo que hoy tengo de tiempo para verlos, que son dos horitas de avión, se transformaba en un día entero de viaje en caso de que pasara alguna cosa”.

Sin embargo, nada detuvo su impulso de avanzar. “Siempre dije que sí. Y la verdad que después me sorprendí con el resultado. Después, desde mi parte personal también, un momento que para mí también fue precipicio, por así decirlo, fue cuando decidí abrir este último espacio que tengo, Jara Taller de Pelo, que es un salón que nace prácticamente en pandemia”. La crisis global fue una oportunidad de reinvención. “La pandemia me sirvió mucho para pensar qué y cómo hacerlo… También fue un momento muy precipicio. Creo que para todos los que en ese momento estábamos emprendiendo también”.

Para Max Jara, el crecimiento profesional nunca fue un camino solitario ni una meta individualista. Desde sus propios inicios buscó sumar herramientas y aprender de cada oportunidad. El intercambio de saberes y la capacitación permanente son parte esencial de su filosofía como estilista y líder de su propio salón. “Me capacito constantemente, eso es algo que disfruto muchísimo. Es muy loco porque yo de chico no era muy estudioso y de grande pude ver en la peluquería que realmente me encanta estudiar, me encanta saber técnicas nuevas, me gusta viajar para después traer todo eso nuevo e inculcar a mi equipo. Eso realmente me gusta mucho”.

El placer de compartir conocimientos va más allá de lo profesional y se convierte en hecho comunitario. “Disfruto un montón enseñarle a la gente. Siempre lo digo, un poco en chiste, ‘es lo único que sé hacer’. Y me gusta mucho compartir con la gente. Se crea una común unión y los peluqueros tenemos como creamos comunidad entre nosotros y realmente está bueno saber que atrás de un peluquero, de un gran salón, hay una historia. Hay una persona que se esforzó para llegar a eso y eso es muy lindo, ¿sabés?”.

El presente de Max Jara lo encuentra en un lugar de privilegio, pero sostenido en la misma sencillez y pasión de siempre. Su transformación de aquel chico de barrio en Posadas, Misiones, al peluquero elegido por reconocidas figuras de la farándula argentina, fue fruto de una trayectoria constantemente reinventada, sin abandonar su esencia. “Anteriormente, a tener mis espacios y a viajar, he tenido mis primeros pasos tanto en medios gráficos como en televisión y ahí fui como conectando con ciertas personalidades del ambiente que se sentían identificadas más que nada en mi manera de atenderlas”, rememora sobre sus inicios en el mundo de las celebrities.

El salto a la popularidad llegó con el reconocimiento de algunas figuras: “Con la primera que empezamos a tener mucha visibilidad fue Stefi Roitman, quien nos abrió una puerta muy importante. Me he dado el lujo de trabajar con casi todas las divas de Argentina. He conocido muchas personalidades, e hice cine, también. Disfruto mucho de atender a las que ven en redes sociales. Tengo una relación muy humana con todas”.

Si algo atraviesa la historia y el presente de Max Jara es la convicción de que los sueños pueden cumplirse y que la clave está en el esfuerzo, la gratitud y la capacidad de reinventarse.

Y cierra con lo que define su esencia: la gratitud y la apertura a las oportunidades. “Yo tengo y tuve un gran motor que siempre fue mi familia. Primero siempre hay que ser agradecido, nunca decir que ‘no’ las oportunidades, pensarlas y sobre todo disfrutar el camino”.

Fuente: telam

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