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11/11/2025

“Placa madre”: cómo exorcizar el miedo a la pérdida con un libro de cuentos

Fuente: telam

Los 17 relatos conforman un mosaico de vidas, de arquetipos, de instantáneas sobre la dificultad, la ternura casi siempre torpe y el absurdo que entraña ser humanos y tratar de conectar con otros

>Los cuentos de este libro germinaron hace veinte años. En esa época tenía un novio del que me quería separar y no podía, y esa dificultad me obsesionaba. Entonces empecé a observar a otras personas en las que creía detectar lo mismo. Iba a cumpleaños, a comidas, a un evento, adonde fuera y mientras los demás charlaban y tomaban vino, yo merodeaba buscando indicios de su drama encubierto. Tomaba notas y de noche, escribía cuentos con la cara de otra gente, con la trama oculta de la vida ajena. Durante un tiempo, escribiendo me distraje de tener que separarme.

Volví a perder el archivo del libro que había reescrito. Y después de sentir que había fuerzas oscuras conspirando en mi contra, y de omitir el hecho de que no tener mejor guardado el documento era mi culpa, me rendí a la desesperación. Había empezado a trabajar como editora y ghostwriter. Me ganaba la vida redactando y corrigiendo cosas que firmaban otros. Leía mucho, pero dejé de escribir cuentos.

Estuve así como diez años. En un momento, trabajaba en una multinacional de la que me quería ir, pero tenía que tener ahorros para permitirme renunciar. Entonces, al salir de la oficina en la que estaba casi nueve horas, cuando llegaba a mi casa, corregía y redactaba textos por encargo. Dormía poco. Contaba más deadlines que horas de descanso al día. Podía estar al borde del burnout y no me daba cuenta. Vivía en un estado enfebrecido y a la vez muy simple, sin tiempo para la tragedia, prácticamente sin vida social, ensoñada o cabeceando si tenía la suerte de ir sentada en el subte. Y fue ahí que las historias empezaron a volver: de noche, en frases sueltas que fui amontonando en un cuaderno.

De ese primer acopio de palabras salieron versiones amorfas. La escritura fue posterior, producto de un ejercicio consciente y disciplinado. Tuve muchísima constancia para fallar y volver a escribir cada párrafo de este libro, que trabajé con Fer García Lao. Y si bien el resultado es otro porque yo no soy la misma de hace veinte años, contiene el germen de aquellas historias con las que me evadí durante tanto tiempo.

Lo más difícil, al terminar de escribir, fue frenar la compulsión a seguir corrigiendo. Para muchos, publicar es la única solución. En mi caso, además, es una forma de dejar de hacer copias de seguridad, es una especie de exorcismo, es materializar el archivo para que se me vaya el miedo que todavía me produce la idea de volver a perderlo.

Fuente: telam

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