08/11/2025
Marcos López y una retrospectiva de sus imágenes sobre el arte de la periferia: “Me agarré a la fotografía como un huérfano”
Fuente: telam
La muestra que recorre 50 años de su obra se presenta en la Fundación Larivière hasta abril de 2026. El hombre que patentó un estilo de colores vivos, mezcla de kitsch y conciencia social, dice: “Me interesa dar una opinión sociopolítica”
>“En estos días me siento vital, rejuvenecido”, dice Marcos López a propósito de lo que representa para él la primera antología de su extraordinaria obra de 50 años, Fotografías 1975-2025, que inaugura este sábado de La muestra curada Valeria González y distribuida en las dos plantas del espacio cultural ubicado en pleno barrio de la Boca (Caboto casi Pérez Galdós, a la vuelta del Galpón de Catalinas y a 100 metros de la Usina del Arte), reúne más de 200 obras que abarcan cinco décadas de trayectoria, desde los inicios en Santa Fe hasta una selección de medio centenar de imágenes inéditas de los últimos cinco años. El fascinante recorrido incluye fotografías intervenidas, retratos, puestas en escena de impronta pop (su marca de estilo) y piezas que han dejado huella en el imaginario colectivo.
Cada imagen tiene una singularidad distintiva: personajes, estéticas y situaciones de una indudable identidad latinoamericana; fotos sociales de otro tiempo retocadas con su impronta -uno de sus trabajos en el último tiempo-; un potente retrato de Carolina Peleritti desnuda entre restos de árboles incendiados en la zona de San Marcos Sierra, Córdoba, y por supuesto, los clásicos de la serie Pop Latino que patentó el “estilo-Marcos López”: los muchachos en el asado que replica la última cena de Leonardo Da Vinci -una de las imágenes argentinas más populares de todos los tiempos, sin exageración- y el gauchito Gil con aires de Juan Moreira. Hay además, jugadores de NBA, colegios católicos, el Che Guevara, la Bristol, familias bolivianas, personajes santafesinos, Evita y Perón, vestuarios de fútbol y pasillos de hospitales.—Una retrospectiva de 50 años no es poco... ¿Qué cosas te surgen para decir?
Ahora que veo las fotos de la muestra, he podido recordar la pasión, la energía y la cantidad de tiempo que les destiné desde que tenía 18 años. Yo me puse a estudiar ingeniería porque mi papá era ingeniero. Y me pasé cinco años sentado en un banco de la facultad -que no me interesaba en absoluto- sin animarme a dejar.
Me agarré a la fotografía como un huérfano se agarra al hábito de una monja cuando entra a un orfanato. Para mí fue medio salvador el hecho de canalizar mi creatividad con la imagen. Justo cuando estaba la dictadura militar también. Tenía un laboratorio y me pasaba noches enteras ahí, como en un útero materno: el laboratorio, la luz roja... Escuchando música. Hasta que me animé, dejé la universidad y me vine a vivir a Buenos Aires y me quedé. De hecho, estoy anclado en esta ciudad hace cuarenta años o un poco más. De repente quiero salir huyendo y es como que me tiene atrapado, ¿viste? Me cansa la ciudad y ya no me motivan tanto las cosas que me motivaron a venir.—Sí, fue un cambio muy fuerte. Conocí artistas plásticos y de otras disciplinas por azar. La primera artista que conocí fue Liliana Maresca, una artista que influyó mucho en mí. De hecho, ella organizó una muestra en Recoleta en los 80, que se llamó La Kermés, con Batato Barea, Urdapilleta, Marcia Schwartz. Todo era con ese espíritu de mercado latinoamericano con esos colores de plástico barato, que finalmente se convirtieron en un sello de identidad de mi obra.
Empecé en blanco y negro muchos años, porque la fotografía artística se asociaba a eso. No entiendo por qué. De hecho, en esta muestra hay muchos retratos de esa época. Y en un momento me cansé y dije voy a hacer color y quiero que mi fotografía tenga un sello de artista latinoamericano. Y por momentos decía: “voy a hacer lo opuesto de la estética de Sebastiao Salgado”, con esos cielos cargados de nubes y cierto clima trágico.Era el menemismo también. Entonces, se me ocurrió hacer la serie Pop Latino, cuyo sello de identidad era el bajo presupuesto y los anteojos chinos Ray-Ban truchos de Once, las chancletas... Finalmente quedé medio apresado en ese estilo. A veces digo que inventé un Frankenstein que me está como devorando a mí mismo, porque de repente ahora me aburro del colorinche, pero casualmente o no me reconocen por eso.—Totalmente. Imaginate un mercado en la Triple Frontera: los plásticos de los toldos con que se cubren los puestos de venta. O el barrio de Tepito de México, con lo que ellos llaman tianguis. La vestimenta de las mujeres bolivianas, que como lo más normal del mundo usan saquitos rosa fluo con polleras violeta fosforescente y unas medias verdes. Eso es lo normal. Ojo, nunca me interesó romantizar la vida del altiplano o de lo andino, como algo bucólico o melancólico. Buscaba fotografiar la camiseta trucha del Barcelona que vende en los mercados a diez dólares.
—Sobre tu foto más famosa, la del asado argentino, ¿Qué recorrido ha tenido esa imagen desde que la hiciste hasta hoy? ¿Cómo te llevas con ella? ¿Estás cansado?—No, no estoy cansado. Sin duda ha sido mi foto más icónica. Sin dudas, me dicen “Marcos López, el de la foto del asado”. Pasa algo interesante con esa foto... En principio, la han comprado museos e instituciones de mucho prestigio como el Reina Sofía de Madrid, por ejemplo, que la tiene en su colección. Y también me la roban de internet y la ponen en restaurantes o una casa de fotocopias, en toldos... Con la tecnología se ha vuelto tan fácil bajar imágenes que la cuestión de los derechos de autor se está diluyendo. De repente me mandan de un restaurante en Houston donde la pusieron en el medio del salón.—Hablaste al principio de los teléfonos y entonces te pregunto: ¿Haces selfies? ¿Te gustan?
La gente ya ni repara en la fotografía. Hace la selfie y es un registro social absolutamente mecanizado. Es como decir “yo estuve ahí”. O “estuve comiendo con tal persona”. La gente le saca una foto al plato que come y lo sube a las redes.
—No es ni bueno ni malo. Yo creo que desgasta. Aburre. Lo que sí creo que es malo es el vicio de las redes sociales.
—Tus fotos son reconocibles y populares ¿Convivís con la idea de que has creado un estilo? ¿Eso te enorgullece, te abruma, te resulta indiferente?—“Social”.
—Salgado.
—¿Y vos qué opinás?
—Este periodo tan particular que estamos viviendo, se parece un poco a aquello.
[Retratos: Jaime Olivos; Fotos: gentileza prensa Fundación Larivière]
Fuente: telam
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