06/11/2025
¿Cómo respondería el ejército de Maduro a la presión de Estados Unidos?
Fuente: telam
Venezuela lleva años preparándose para una guerra asimétrica, elaborando planes de insurgencia contra un rival mucho mayor. Queda por ver si las fuerzas armadas mantendrían su lealtad a Nicolás Maduro
>Misiles de crucero iraníes diseñados para destruir buques en el mar. Misiles tierra-aire rusos para derribar aeronaves que vuelan a baja altitud. Vehículos blindados chinos para reprimir protestas. Incluso algunos viejos cazas F-16 estadounidenses.
El inusual arsenal del país, adquirido en gran parte de adversarios de Estados Unidos y complementado con años de armamento entregado a civiles para reforzar su defensa, muestra los retos que podría enfrentar Estados Unidos mientras concentra sus fuerzas en el Caribe. Las autoridades estadounidenses están evaluando distintas opciones de acción militar contra Venezuela para acabar con el gobierno autoritario del presidente Nicolás Maduro.
El ejército venezolano está plagado de problemas que incluyen armamento en mal estado, falta de formación y deserciones, según señaló James Story, quien fue embajador estadounidense en Venezuela de 2018 a 2023.
Y también está la cuestión de cómo reaccionarían los militares venezolanos si Maduro cae.
“Venezuela tiene unas capacidades únicas en la región”, afirmó Story, el ex enviado estadounidense.
Pero el mayor proveedor de armas de Venezuela, por mucho, es Rusia, que ha suministrado todo desde tanques y helicópteros hasta rifles de francotirador Dragunov y lanzamisiles portátiles Igla-S.
Aviones de combate Sukhoi de fabricación rusa forman la columna vertebral de las defensas aéreas de Venezuela. En teoría, Venezuela tiene una de las flotas de aviones de combate más capaces de Latinoamérica, equipada con misiles aire-aire de largo alcance.
Los cálculos varían mucho, pero se cree que Venezuela tiene en total más de 30 aviones de combate operativos, más de 40 buques de guerra y hasta 200 tanques.
Venezuela complementa estas fuerzas con células armadas pro-Maduro denominadas colectivos que funcionan como fuerzas paramilitares del gobierno; aunque nunca se han puesto a prueba en combate, podrían ayudar a repeler una invasión.
Maduro asegura que la milicia podría movilizar a 8 millones de reservistas, pero los analistas militares dicen que se trata de una exageración. Polga-Hecimovich dijo que un cálculo más verosímil del tamaño de la milicia es de alrededor de un millón, pero aun así no está claro si los civiles podrían ofrecer mucha resistencia a una intervención estadounidense fuertemente armada.
El despliegue militar estadounidense se está convirtiendo en la mayor prueba para las fuerzas armadas venezolanas en la historia reciente. Estados Unidos ha desplegado cerca de 10.000 soldados en la región; miles más llegarán pronto a bordo del portaviones Gerald R. Ford.Diversos especialistas jurídicos afirman que los ataques violan el derecho internacional porque las personas abatidas no representaban una amenaza militar inmediata. Los dirigentes de Venezuela y Colombia afirman que los ataques equivalen a asesinatos.
El despliegue estadounidense, que incluye bombarderos B-52, drones Reaper y la unidad de élite de aviación de Operaciones Especiales del Ejército denominada “The Night Stalkers”, supera por mucho a las capacidades convencionales de Venezuela.
Los colectivos, células paramilitares que operan a nivel callejero, podrían, por ejemplo, convertir Caracas en un escenario mortal de guerra urbana, donde los combatientes encontrarían refugio en la topografía escarpada de la ciudad y en edificios abandonados, según expertos en seguridad.
Venezuela no es ajena a los intentos de golpe de Estado. Hugo Chávez, quien precedió a Maduro en el poder, ganó notoriedad tras organizar un golpe fallido en 1992. En Venezuela y entre los exiliados circulan constantemente rumores sobre supuestas conspiraciones.Una señal de estabilidad es el largo mandato del ministro de la Defensa de Maduro, Vladimir Padrino López, quien ha ocupado el cargo durante 11 años.
Uno es un clima de miedo y paranoia. Durante años, funcionarios del gobierno han infiltrado agentes en el ejército, provenientes de Cuba y de la Dirección General de Contrainteligencia Militar de Venezuela, en roles de asesoría, donde vigilan cualquier signo de disidencia.
Este año, las autoridades chilenas dijeron que el gobierno de Maduro ordenó el asesinato de Ronald Ojeda, ex oficial del ejército venezolano de 32 años, cuyo cadáver apareció enterrado bajo casi metro y medio de hormigón.
De los 875 presos políticos recluidos por el gobierno venezolano, 173 son miembros del ejército, según Foro Penal, una organización no gubernamental.
Maduro ha permitido que altos cargos militares se beneficien del narcotráfico o de empresas mineras no autorizadas, vinculando sus fortunas a la suya propia, según ex oficiales militares. Cualquier ruptura en ese modelo podría privar a generales y almirantes de un codiciado ingreso en un país que enfrenta una pobreza y un desempleo generalizados.
La posibilidad de que el presidente de Venezuela se vea obligado a abandonar el poder plantea numerosas interrogantes: ¿Las fuerzas armadas apoyarán a un nuevo líder interino? ¿Quién custodiará infraestructuras críticas como aeropuertos, campos petroleros y centrales eléctricas? ¿El ejército podría dividirse en diferentes facciones, compitiendo por el control de las lucrativas rutas del contrabando y las operaciones mineras ilegales?
“Veo poco probable una guerra fratricida”, dijo.
Esa estrategia excluyó a miles de personas de cargos gubernamentales, convirtiendo a algunos oficiales bien entrenados en líderes de una insurgencia.
© The New York Times 2025
Fuente: telam
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