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05/11/2025

De un libro pagado de su bolsillo a una película producida por Scorsese: Ariana Harwicz ante el estreno de “Matate, amor”

Fuente: telam

La escritora argentina habla del film que le abrió las puertas a Hollywood. “Es un retrato obsesivo del estado anímico, espiritual, sexual, de una mujer recién parida.”

>No leyó el guion. No habló con la directora de la película ni con los actores. Recién ahí, sentada en una butaca en el Festival de Cannes, supo qué había sido de esos tremendos personajes que ella había creado en su novela Matate, amor. Esa novela cuya edición ella había pagado, allá por 2012, ahora estaba en la pantalla grande, producida por Martin Scorsese. La escritora argentina Ariana Harwicz habla con Infobae en los primeros días de noviembre, por zoom, desde su casa en Francia. Tiene cara de cansada porque acaba de volver de Nueva York, donde estuvo a los abrazos con Jennifer Lawrence y Robert Pattison, los protagonistas. Con Lynne Ramsay, la directora. Adonde fue con su hijo, el que era un bebé -como el de la novela- cuando ella estaba escribiendo. No puede estar más contenta.

Bueno, no. Matate, amor no es eso ni por las tapas, en ninguna de sus versiones. Y no sólo porque la novela original transcurra en Francia y la película en Estados Unidos, lo que ya cambia a los personajes. No sólo porque en la novela ella sea una extranjera, como Harwicz, y sienta el rigor de esa condición. Matate, amor muestra la cabeza de una mujer con un deseo sexual poderoso y el impacto que causa en ella tener un hijo. Tener un hijo, estar aislada, poner su vida en pausa, palpar en la mamadera de todos los días la diferencia entre lo que se espera y lo que se exige a una mujer y a un varón. Trata del sentido de la vida, cómo se lo busca, cómo se puede sentir que se escapa incluso sin saber cuál era. Alguien tiene que reescribir lo de Wikipedia.

Entonces, una madre primeriza y un bebé, sin duda hermoso: “Cada vez que lo miro recuerdo a mi marido detrás de mí, casi eyaculándome la espalda cuando se le cruzó la idea de darme vuelta y entrar, en el último segundo. Si no hubiera habido ese gesto de darme vuelta, si yo hubiera cerrado las piernas (...) no tendría que ir a la panadería a comprar la torta de crema o chocolate y las velitas, medio año ya”, escribe Harwicz, por ejemplo.

Y, también: “El bebé se atraganta con mi leche y lo inclino sobre mí para que eructe, ese aire que queda atrapado en su estómago, aire de mi leche, aire de mi pecho, aire de mi interior. Después del eructo cae en peso muerto, le cuelgan las manos, los párpados se espesan, su aliento se aletarga. Lo acuesto abrazado a mi bufanda y mientras lo enrollo pienso en Isadora Duncan”. Isadora Duncan murió estrangulada por su bufanda. Ay, Ariana.

-¿Cómo fue ver tu novela en el cine?

-No sabía si me iba a encontrar con una película que no tuviese nada que ver con la novela y solo mantuviera el tema de la maternidad y la depresión. Pero me encontré con muchísimas semejanzas con la novela. Casi te diría en un sentido literal. Hay escenas, textos, finales de escena, detalles de los personajes, de la casa, el perro, el vaso, el vidrio, el accidente del auto, cuando él se encierra en el baño, ella queriendo sexo y él no. Miles de detalles. Y, obviamente, hay cosas diferentes. Es la novela pero con la mirada de la directora, que no es mi mirada, una mirada más radical, más punk, pensada desde la música.

-¿Más radical que la novela?

-Hablaste de la importancia de la música, ahora usás la música como metáfora de la intensidad.

-En la novela está la incomodidad de la extranjería, que aparece también en un libro tuyo posterior, Perder el juicio. En la película son todos estadounidenses pero ella está sola, siempre rodeada por la familia de él.

-Yo pensaba que no la habían hecho a ella extranjera, porque abla inglés, se nota que es americana o que tiene la misma nacionalidad que el marido, pero es cierto que está sola, aislada, no conoce a nadie, va al supermercado sola, está como perdida. Así que esa idea está. Pero Lynne hizo un retrato minimalista, un retrato obsesivo del estado anímico, espiritual, sexual, mental de una mujer recién parida. Y hay una escena donde ella dice: “El bebé es perfecto, no es el problema el bebé”. Como si el problema no fuera el bebé sino todo lo demás. Creo que Lynne optó por hacer algo como un tratado filosófico sobre eso y puso menos el acento en personajes secundarios.

-¿Cómo sentiste el cambio de país y de lengua?

-Vos no tenés nada que ver con Jennifer Lawrence, pero quien leyó la novela probablemente te vea en el personaje.

-Estuviste con los actores ¿te pareció que se habían metido en la novela?

-Desde la primera escena que tuvieron que filmar ella estaba embarazada. Yo tardé nueve meses en escribir la novela y la escribí con un bebé en los brazos. Ella hizo todas las escenas en las que está desnuda, todo, embarazada. Y después, cuando presentó la película, estaba puérpera, de hecho tenía que ir a amamantar. Ella y otras mujeres que produjeron la película me dijeron que entendían a la perfección el estado de locura del personaje. Se ve que es algo universal, ¿no?

-¿Es importante que la haya dirigido una mujer?

-¿La película te hizo repensar la novela? ¿Ver otras cosas?

-Sí.

-Él acompaña, entiende. También es el niño local, mimado, protegido. Eso lo podés entender en términos de extranjería, o lo podés entender en términos de la cultura, el lugar que tiene lo masculino en la cultura.

- ¿Estás contenta, en definitiva?

Fuente: telam

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