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30/10/2025

La última esperanza de Adolf Hitler: el plan imposible para escapar de Berlín

Fuente: telam

El relato “En el búnker con Hitler”, del oficial nazi Gerhard Boldt, recupera una increíble propuesta de fuga justo antes del trágico final

>La publicación en 1947 de En el búnker con Hitler, el testimonio directo de Gerhard Boldt, ofreció por primera vez una visión desde dentro de los últimos días del III Reich en el Führerbunker de Berlín. Este relato, que antecede a otros clásicos sobre el colapso nazi, se ha recuperado recientemente en una nueva edición en español, permitiendo acceder a una mirada lúcida y desilusionada sobre el final de Adolf Hitler y su círculo más cercano.

El relato de Boldt comienza en febrero de 1945, cuando asiste por primera vez a la Conferencia del Führer, la reunión diaria de los altos mandos militares en la parte superior de la Cancillería, ya gravemente dañada. El joven oficial detalla la estricta seguridad impuesta por las SS, que incluía la retirada de armas y la inspección minuciosa de los maletines.

En ese entorno, Boldt retrata a figuras como Bormann, a quien califica de “espíritu maligno entre bastidores”, y a otros jerarcas como Keitel, Jodl, Doenitz —aficionado a la ginebra—, Goering y Himmler. El oficial muestra especial antipatía por el general de las SS Fegelin, descrito como arrogante y “con la descarada seguridad de un cuñado”, y por el brutal Kaltenbrunner, jefe de la oficina central de seguridad del Reich, cuyo apretón de manos “te hace crujir los dedos”. En contraste, Boldt considera honesto a Axmann.

La primera visita de Boldt al refugio subterráneo de Hitler se produce a medianoche. El acceso requiere descender 37 escalones bajo una cubierta de hormigón de diez metros de espesor. El oficial describe con precisión militar y una percepción casi alucinada las estancias laberínticas del búnker, donde el ambiente es lúgubre y el olor a moho impregna las paredes. En ese espacio, conviven unos 700 miembros de las SS y personal de servicio, todos bajo una tensión constante. Von Loringhoven advierte a Boldt sobre la ferocidad de Blondi, la perra de Hitler.

Boldt observa con desprecio a quienes no han combatido en el frente y desconoce “la sensación de yacer gravemente herido en algún lugar del corazón de la batalla”. Las oportunidades de evitar la catástrofe se desvanecen.

El 23 de abril, el general Detlevsen ordena a Boldt incorporarse al grupo que debe permanecer junto a Hitler en el búnker, con la misión de registrar hora a hora la situación militar en Berlín. Detlevsen le recomienda: “Cuando lleguen los rusos, salga del refugio a tiempo y muera en la Wilhemplatz una muerte de soldado decente”.

En medio de la desintegración del régimen, el consumo de alcohol es generalizado. El 29 de abril, Fegelein es ejecutado por intentar huir, en lo que Boldt considera un macabro regalo de bodas para Eva Braun. Con los soviéticos a las puertas, Boldt y Von Loringhoven presentan a Hitler un plan para atravesar las líneas enemigas y reunirse con el ejército de Wenck.

Sorprendentemente, Hitler aprueba la propuesta y sugiere que Bormann les consiga una lancha motora eléctrica para cruzar desde el Havel hasta el Wansee. Solo un día después, Hitler se suicida junto a su esposa, cuyos cuerpos serán incinerados.

Fuente: telam

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