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29/10/2025

Las últimas palabras de un sargento brasileño a su esposa antes de morir en la letal operación policial contra el narco en Río de Janeiro

Fuente: telam

Heber Carvalho da Fonseca, integrante del Batallón de Operaciones Policiales Especiales (Bope) tuvo una última conversación por WhatsApp. IMÁGENES SENSIBLES

>“¿Estás bien? Dios te está protegiendo. Estoy orando”, escribió ella, según difundió con O Globo. La respuesta del sargento fue escueta pero serena. Lo que no sabía es que esa sería su última señal de vida...

Tras ese intercambio, el silencio se apoderó de la conversación. Los mensajes posteriores de la esposa, cargados de angustia, no obtuvieron respuesta: “Te amo. Cuídate, por favor. Hay muchos heridos. Amor, dame una señal de vida siempre que puedas.”

Heber Carvalho da Fonseca, de 39 años, acumulaba 14 años de servicio en la Policía Militar y era reconocido entre sus compañeros por su seriedad, lealtad y espíritu de equipo. Su trayectoria en el Bope estuvo marcada por la participación en operaciones de alto riesgo y por una actitud de entrega total a la labor policial.

Su esposa recordó que, cada vez que un colega caía en servicio, él solía decir que tenía “una contraseña en las manos” y que, si algún día le tocaba a él, sería cumpliendo lo que más amaba. “Nunca creemos que ese día llegará. No puedo explicar este dolor”, escribió la viuda en un mensaje citado por O Globo.

El sargento Fonseca y su compañero Cleiton Serafim Gonçalves, también miembro del Bope, resultaron heridos durante los enfrentamientos con integrantes del Comando Vermelho (CV). Ambos fueron trasladados al Hospital estatal Getúlio Vargas, donde fallecieron poco después.

La operación en los complejos del Alemão y de la Penha, que se extendió entre el martes 28 y el miércoles 29 de octubre, dejó un La magnitud de la tragedia se evidenció en la madrugada del miércoles, cuando residentes del Complexo da Penha trasladaron más de 60 cadáveres a la plaza São Lucas. Los cuerpos, hallados en una zona boscosa entre los complejos, fueron alineados en la plaza mientras familiares y vecinos intentaban identificar a las víctimas. Además, civiles, incluidos menores de edad, participaron en el traslado de los restos.

La abogada Flávia Fróes, presente durante la retirada de los cadáveres, denunció que varios presentaban “marcas de disparos en la nuca, puñaladas en la espalda y heridas en las piernas”. Organizaciones de derechos humanos solicitaron la intervención de peritos internacionales ante lo que calificaron como “la mayor masacre de la historia de Río de Janeiro”.

El impacto de la operación se extendió más allá de los complejos. Las calles de Río de Janeiro mostraron un panorama inusual: comercios cerrados, bares y restaurantes sin actividad, y avenidas desiertas.

Fuente: telam

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