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28/10/2025

“La diplomática” es una exquisita disección del matrimonio

Fuente: telam

La serie de Netflix, que lleva tres temporadas, explora con agudeza cómo las relaciones personales en la cúpula política revelan tensiones profundas entre ambición, lealtad y la compleja gestión del poder compartido

>El sexto episodio de la nueva temporada de La diplomática se titula Amagansett. Dado el tema de la serie de Netflix —intriga global, maniobras de la CIA— uno podría suponer que se trata del nombre en clave de alguna misión secreta. La trama real es más mundana y, a la vez, más fascinante: Amagansett es la comunidad costera donde el presidente ficticio posee una casa de vacaciones y donde dos parejas presidenciales terminan pasando veinticuatro de las horas más tensas de sus respectivas trayectorias políticas y matrimoniales. Es un West Wing internacional con ecos de ¿Quién teme a Virginia Woolf?

La diplomática es una de esas series que parece invisible hasta que todo el mundo está viéndola, y entonces decides verla tú también, solo para descubrir que la han promocionado de forma errónea: no es una serie sobre diplomacia internacional, sino sobre la diplomacia doméstica más íntima y sobre lo que implica una relación larga entre dos personas con ambiciones propias, pero que también se quieren. Nada me ha hecho entender más, por fin, a los Clinton.

La trama arranca con el nombramiento sorpresa de Kate, funcionaria de carrera, como embajadora de Estados Unidos ante la Corte de St. James (Gran Bretaña). Su esposo, Hal (Rufus Sewell), ya ha sido varias veces embajador, así que ahora le toca a ella brillar —y a Hal fingir interés por la cubertería. En su primer día, se descubre que hay un plan secreto: la vicepresidenta de Estados Unidos está a punto de caer en desgracia por un escándalo, y esa embajada es la prueba secreta de Kate como posible reemplazo.

Ocurren cosas —¿explosión de un barco?, ¿un secuestro?, ¿un coche bomba?— pero al final de la tercera temporada, Hal pronuncia una apasionada súplica a la presidenta Grace Penn (Allison Janney) para que Kate sea su número dos. Su discurso es tan convincente que la presidenta termina nombrándolo a él.

“Lo controlaré”, promete Kate a la jefa de gabinete de la Casa Blanca cuando la actitud de Hal pone en riesgo un delicado equilibrio político. La respuesta es escéptica: “Puedes intentarlo”.

La historia desemboca en Amagansett, donde no solo están en juego las relaciones entre Estados Unidos y el Reino Unido, sino también la dinámica entre los Wyler. “Solo voy a ver cómo está el equipo”, dice Kate, deseosa de involucrarse, pero Todd la detiene: “No te quieren. Si te quisieran, te lo pedirían”. Todd parece resignado, mientras Kate mira el fantasma de su propio futuro.

Al revisar la serie saltando episodios y recurriendo a resúmenes, se encuentra una avalancha de comentarios pidiéndole a Kate que deje a Hal y se marche con el atractivo secretario de Asuntos Exteriores. Pero el vínculo es más complejo: perder a Hal implicaría perder su brillantez; sus fallos pueden ser espectaculares, pero cuando acierta, lo hace en grande. Ella necesita sus instintos; él, la capacidad de Kate para leer una sala y mover las piezas a su favor. Su química intelectual deja a otros personajes en la sombra.

En cuanto a Grace y Todd: él puede ser resentido, solidario, frustrado, coqueto y orgulloso —a veces todo a la vez. En una escena, le muerde cariñosamente el abdomen a la presidenta y la llama su “focaccia recién horneada”, un apodo singular que solo funciona cuando la relación está plenamente vivida.

Al final de Amagansett, no importa realmente cómo resuelva el episodio la trama de espías. Lo relevante es la escena entre Grace y Todd: tras la partida de la otra pareja y antes de dormir, Todd apaga la luz del baño.

“Todavía estoy aquí”, protesta Grace desde la oscuridad. Y aunque se refiere a una luz, también habla de seguir en esa relación, de intentar ser pareja y líder al mismo tiempo. “¿Qué?”, pregunta Todd. Grace repite, firme: “Todavía estoy aquí”. Y juntos se preparan para afrontar un nuevo día.

Fuente: telam

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