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19/10/2025

La mujer que amaba a los niños: Laura Ramos y un libro sobre María Luisa, la falsa modista que la cuidaba en su infancia mientras espiaba para los soviéticos

Fuente: telam

Charla con la escritora argentina sobre “Mi niñera de la KGB”, el libro en el que reconstruye la vida de África Las Heras, la espía española que participó del asesinato de Trotsky y pasó 20 años en Uruguay preparando a los agentes de la ex URSS

>Durante muchos años una de las grandes periodistas argentinas, impulsora de la modernidad en la crónica y vanguardista y experimental en el espíritu de sus textos. Con sus columnas de los 80 y de los 90, Buenos Aires me mata y Ciudad paraíso, Laura Ramos logró el acercamiento del mundo del rock y la cultura a grandes audiencias a la vez que inspiró a generaciones de colegas. En los últimos años su carrera dio un vuelvo y su escritura se consagro a la investigación y a la historia.

Su nuevo libro tiene un título magnético. Se llama Mi niñera de la KGB, fue publicado por Lumen y reconstruye de manera singular la vida de Laura Ramos, hija del escritor y político trotskista Con la misma prosa cálida y atrapante que la convirtió en una de las grandes autoras argentinas en este libro Laura Ramos reconstruye con rigor y documentación una de las más alucinantes historias de vida del siglo XX pero a la vez se detiene en la biografía de su propia infancia y de su entorno, de las ideas que la rodearon y la acunaron, lo que equivale a hablar de la conformación de sus gustos, sus traumas y sus deseos.

— Tu libro tiene un título fascinante, uno se sumerge directamente. Pero el libro es mucho más que eso. Porque aunque África haya sido un personaje tratado en otros trabajos, por haberla conocido, por haber tenido vínculo con ella, el libro trata sobre tu infancia y tu formación, es decir, todo aquello que hizo a la Laura Ramos que después conocimos, ¿no?

— Claro, claro. Sí, este libro yo me resistí mucho a escribirlo. Mi hermano descubrió la historia de María Luisa, la modista, y me la contó en el 2020, o creo que fue antes, en el 2019. Y yo me resistí muchísimo a escribirlo porque a mí me interesa más el siglo XIX y las historias que me alejen de esta realidad tan prosaica. Pero, bueno, fue muy convincente porque la historia era increíble.

— Era alucinante. Y con muchísimas reticencias empecé a investigar y fui varias veces a Montevideo. El primer viaje a Montevideo, en el que me encontré con los viejos amigos de mi infancia, con algunos de sus padres que estaban vivos, ahí me di cuenta de que este libro iba a contar mi infancia de los años 60. Y ahí me enamoré. Digamos que le encontré el factor sentimental y ahí me metí y a partir de eso empecé a viajar para contrastar y ahondar en la historia de María Luisa. Para mí, para nosotros, siempre va a ser María Luisa. No es África, es María Luisa. Y bueno, fui primero al Norte del África porque ella nació en Ceuta. Pasé por Tánger, donde mis padres habían ido a comienzos de los 50 o fines de los 40, cuando eran bastante jóvenes. Y me acuerdo que mi madre me había contado que habían fumado hachís, que habían ido como tras ese espíritu de su generación del vivir peligrosamente de su generación. Paul Bowles y Jane Bowles tenían toda su historia ahí en Marruecos, en Tánger. Era su Tánger. Entonces ahí me empecé a meter un poco en la figura de mis padres, en esos jóvenes desenfrenados que tenían una vida muy distinta a la que yo conocí cuando ya eran grandes. Y de ahí me fui a Ceuta, que es donde nació María Luisa y que es muy interesante. Ceuta es un trozo de África que España tomó, porque está muy, muy cerca de España, en la península, está en la punta de África, y está tomado por España pero es absolutamente africano. Vas caminando por ahí y son todos musulmanes.

— Ceuta y Melilla son los vínculos entre España y África.

— Y ella decía que no era hija de su madre sino de una gitana.

— Ella contaba unas historias que, tal vez, es todo tan loco que por ahí eran ciertas. Se las contó a varias personas y está todo documentado en el libro. Decía que ella era hija de una gitana y de su padre, le dijo a una de sus amigas, una amiga a quien ella convirtió en espía. Y a otra –la empleada doméstica a la que cooptó también para su causa–, le dijo que era hija de una gitana y de su tío, porque tenía un tío que era militar y tenía un linaje más interesante.

— Bueno, es muy cinematográfica esa parte de su vida. Ella hablaba perfecto francés y, cuando ya está formada como espía, la mandan a París con el nombre de María Luisa de Las Heras. Ya era una heroína de guerra de la Unión Soviética: se había lanzado en paracaídas sobre las tropas nazis que ocupaban Ucrania. Entonces, vestida como una señora burguesa, tenía un poco más de 30 años, era muy atractiva, muy sexy, en ese plan ella va a París disfrazada de modista de alta costura. La Unión Soviética necesitaba un enclave soviético en Montevideo para preparar a los espías soviéticos que iban a Estados Unidos a tratar de insertarse en el equipo de la bomba atómica. Eso era lo que le interesaba a Stalin.

— Exacto, los secretos nucleares.

— Y que guardaba las colillas usadas para los tiempos en los que no le alcanzara para comprar cigarrillos.

— Durísimo. Tal cual, guardaba las colillas de los cigarrillos. Se encuentran, o sea, no se encuentran por casualidad sino que ella va a buscarlo. Hay tres versiones sobre el verdadero lugar en el que se encontraron. Yo cuento las tres versiones. Fue en una conferencia o en una fiesta de la embajada, o en un bar. En cualquiera de las tres situaciones, ella lo encara.

— En las tres ella dice: “qué lindo escuchar esa voz”. Porque él era un furibundo anticomunista.

— Era una tapadera sensacional. Lo conquista. Se casa con él. Consigue la nacionalidad uruguaya. Se instala en Montevideo y ahí cae en el ámbito de mis padres porque mi madre, en su primerísima juventud, formaba parte del grupo del escritor Juan Carlos Onetti y en ese grupo estaba también, muy chiquito, el papá de Silvia Hopenhayn, que es una periodista y escritora argentina.

— Benjamín, el papá de ella, formaba parte de ese grupo y me dijo una vez que me encontré con él: vos sabés que tu mamá era la “Maga” de Cortázar. Yo le dije: no, Benjamín, no creo que haya sido así. Pero sí, todo el grupo de los onettianos lo sostiene. Bueno, quedó ese mito.

— Así la llamaban, la Maga. Mamá formaba parte de ese grupo y en ese grupo ella conoció, junto a otra muchacha también comunista, mi mamá era trotskista pero eran amigas, y las dos se hacen amigas de esta señora más grande, la española que era modista. Iban a coserse una pollera, alguna cosita.

— Exacto. Pero eso fue en la segunda etapa. Pero sí, sí. Bueno, estas dos muchachitas que eran mi madre y esta otra muchacha se enamoran de María Luisa, de una mujer que era tan inteligente.

— Magnética. Graciosa. Y muy desenfadada sexualmente. Y les pasa una data, les transmite una moral muy avanzada para la época por la cual ella separa el sexo del amor y les dice que pueden tener relaciones sexuales con los hombres sin estar enamoradas, algo completamente escandaloso para esa época y también para ésta.

— Claro. Hay un documento muy interesante escrito por un republicano que dice que María Luisa durante la Guerra Civil participaba de unas patrullas de control en Barcelona en los primeros días de la guerra y que ella era interrogadora. Esto está probado también con documentos que aparecen en el libro por tres franquistas que declaran haber sido interrogados por ella, una muchacha llamada África, vestida con un mameluco azul. Entonces es que el republicano dice, explica, que ella, después de los interrogatorios, formaba parte de orgías con sus seis compañeros de patrulla. Ella era la jefa. Cuando yo leí eso por primera vez me pareció que era una calumnia para desprestigiarla y no le presté mucha atención. Después, cuando empecé a investigar un poco más, y sobre todo cuando fui a Cuba y hablé con Elsa Methol, que era esta vieja amiga de mi madre que cuando eran las dos jovencitas y eran amigas de María Luisa. Elsa Methol vivía en Cuba. En una historia también muy cinematográfica se fue en el avión del Che Guevara con sus cuatro niñitos, que eran nuestros amigos de la infancia. Una historia hermosa.

— Divertidísimo. Se escapó en el avión del Che vacío, con mi amiguita corriendo por el pasillo del avión... A esta amiga la fui a ver a Cuba y ya era muy viejita. Ella me corroboró las aventuras sexuales de María Luisa, sin juzgarlas por supuesto de ninguna manera. Y no le pareció que fuera algo desatinado que ella hubiera participado de orgías o de encuentros sexuales con sus compañeros de patrulla en esos días de fervor revolucionario. Ella era la más entregada. Todos sus compañeros la admiraban y bueno, y por eso la KGB la cooptó. Fue cooptada posiblemente por Caridad Mercader, que es una comunista y una agente de la KGB muy célebre.

— La madre de Ramón Mercader, el asesino de Trotsky.

— Bueno, a juzgar por algunas biografías y testimonios, el gran amor de Mercader, en realidad, fue su madre.

— Algo muy interesante del trabajo que hacés en tu libro es que de pronto uno leyó cosas, tanto sobre África como sobre Ramón Mercader, o sobre el asesinato de Trotsky, que es uno de los episodios más relevantes, sin dudas, del siglo XX. Además, esa muerte terminó con tantas vidas posibles, tantos mundos posibles, ¿no?

— Pero el trabajo que vos hacés, que en este sentido sí lo veo similar a tus libros anteriores, es que no te sentás con los documentos que hay sino que vas a buscar documentos nuevos. Hacés periodismo del bueno, también para sacar tu propia versión de los hechos pero, al mismo tiempo, debe ser algo que te apasiona pienso, ¿no?

— Una de las cosas especiales que hacía María Luisa, África, en el Uruguay tenía que ver con la búsqueda de documentos de identidad y en en eso fue una de esas mujeres que estaba en el círculo de tus padres quien terminó también colaborando con ella. Hablemos un poco de esa historia.

— Es de los 90 esa nota ¿no?

— Contás que además las dejaba discretamente apoyadas en algún lado.

— Es fascinante cómo iban y buscaban en los cementerios y cómo trataba de conversar y hacerse amiga de familiares de niños muertos para averiguar la trama familiar, porque para tomar esa identidad era importante que hubiera la menor cantidad de familiares posible. Esta mujer que la acompañaba es quien dejó grabada una cinta con su testimonio, ¿verdad?

— Todos Tabaré, por ejemplo. (Risas)

— Ahora, hay algo que tiene que ver con esta mujer y es lo que llamás la primera muerte violenta en la política en el Uruguay. Otra es la muerte de uno de los maridos de María Luisa.

— Sí, de Togliatti. Increíble.

— Vos decís “Palmiro Togliatti”, una sabe que era secretario general del Partido Comunista Italiano. Y es muy fuerte que tantos nombres conocidos aparezcan ahí. Que aparezca Togliatti por un lado, el Colorado Ramos, que fue tu padre, por otro.

— El Che Guevara llevándose en el avión a esta mujer.

— Y cuando se encontró con el entonces presidente Frondizi.

— Porque ellos sí fueron como los verdaderos ahijados de ella.

— Esas escenas son tremendas.

— Como los que tenía María Luisa.

— Sí, claro. Pero decíamos que está tu propia historia. Vos decías que, en realidad, te negabas a hablar de estas cosas, a hacer este libro. A veces hablabas del tema pero desde la literatura. Decías cosas como: tuve una madre feminista y yo me ponía a leer Mujercitas y las hermanas Brönte. Como que te ibas al siglo XIX, pienso, para no ver esa liberación que, de pronto, te proponía ver la vida de tu madre. Ustedes ignoraban o ellos hacían pasar por amistades relaciones que eran de otro tipo, amantes. Es muy interesante el modo en que vos, de pronto, decís que finalmente todos tenían doble vida, no sólo María Luisa tenía las valijas con doble fondo. Todos estos personajes que aparecen y que formaban parte del círculo de tus padres, tenían esa también doble vida y uno, de pronto, cuando ya está de vuelta de muchas cosas, las empieza a pensar de otro modo, ¿no?

— Alguien que hizo grandes investigaciones.

— Pero, al mismo tiempo, lo que aparece también es la idea de pensar ¿pero todo eso que nos daba como amor, no era amor? ¿Nos estaba usando? Y utilizás un término que usa (Emmanuel) Carrère en V13, que es su relato de lo que fueron los atentados en París ¿no? Usás una palabra que quiere decir: fingimiento.

— Sí, se movían en distintos circuitos.

— Durante esos 20 años, cada tanto desaparecía porque se iba de viaje y vos encontraste que en esos años, que supuestamente fueron los más plácidos de su vida, de plácidos mucho no tenían porque seguía trabajando.

— Porque, claro, es una heroína con sus complejidades. Los héroes también pueden ser criminales.

— Sabía que le iban a servir.

— Y a reclutar nuevos espías.

— Es muy alucinante todo lo que tiene que ver con el personaje, sin dudas. Imagino que todo esto te debe haber removido muchísimo. ¿Sentís que te llega en un buen momento de tu vida poder revisar todo esto que, al mismo tiempo, es revisarte a vos en esos primeros años de la vida que son siempre tan fundacionales para lo que uno termina haciendo?

— Como eso que mencionás acerca de que tu padre viajaba y los veía solo una vez por mes porque “estaba haciendo la revolución”.

— Y en donde tu hermano y vos estaban solos con ella. Y contás un montón de cositas muy tiernas en relación a esos siete años ahí, ¿no?

Fuente: telam

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