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09/10/2025

La épica historia del oeste de Texas que dio forma al conservadurismo estadounidense

Fuente: telam

En “The Conservative Frontier”, el historiador Jeff Roche propone un viaje por la evolución del oeste de Texas, territorio inhóspito y cuna de una ética política dominante

>Mi primer trabajo después de graduarme de la Universidad de Texas en la década de 1980 fue como asistente de viaje, encargado de cargar las maletas de un candidato al Senado de los Estados Unidos. Así fue como me encontré mirando por la ventana de una avioneta, observando el vasto vacío del oeste de Texas. En el avión viajaba con nosotros un populista ingenioso, Jim Hightower, entonces comisionado agrícola de Texas. Como había crecido en la húmeda costa del golfo texano, le pedí a Hightower que me hablara de la tierra árida, plana y marrón que veíamos abajo. “Eso”, bromeó, “es la maldita Luna”.

No pretendo subestimar la Luna. Después de todo, ejerce un poderoso efecto sobre la Tierra, hace subir y bajar las mareas e inspira siglos de canciones románticas. De forma parecida, según narra Roche, las implacables llanuras del oeste de Texas contienen el manantial de una poderosa corriente que va desde la Sociedad John Birch hasta Barry Goldwater y luego a través de Ronald Reagan hasta el resto del país.

Esa filosofía, sostiene Roche, surgió de la geografía particular del oeste de Texas. Los españoles llamaron a la región despoblado, un lugar donde es imposible vivir. Así lo fue para muchos, salvo para los comanches, que, como ha demostrado el historiador S.C. Gwynne en su notable Empire of the Summer Moon, fueron la fuerza de combate más temida de América del Norte. Controlaron la región hasta la década de 1870, cuando una larga campaña de colonos y soldados, destinada a exterminar sus búfalos y matar a sus guerreros, finalmente los expulsó.

Los nuevos agricultores que acudieron al oeste de Texas compraron no solo tierras, sino también un estilo de vida, decididamente monocromático. Roche comparte una descripción típica del Austin Democratic Statesman, que definía el Texas posterior a la Guerra Civil como “esencialmente un país de hombres blancos, ganado por el valor de los hombres blancos y que siempre será gobernado por hombres blancos”.

Los personajes atraídos por este paraíso del hombre blanco a comienzos del siglo XX eran promotores, embaucadores y soñadores. Entre ellos figuraba el industrial del medio oeste C.W. Post quien, cansado de la actividad sindical en Michigan, construyó en 1907 una “utopía capitalista” en el oeste de Texas, con un periódico, The Post City Post, que promovía su causa.

Algunos expertos predijeron que ese tercio central de la nación se convertiría en un Sahara estadounidense, pero el New Deal del presidente Franklin Roosevelt salvó el oeste de Texas, y él ganó todos los condados de la zona durante su presidencia. El héroe local Lyndon Johnson le dio Texas a J.F.K. (por poco) y a sí mismo (por amplia mayoría). También amplió el New Deal de Roosevelt y lo superó con la Gran Sociedad. Pero con el tiempo, el viento del oeste de Texas sopló cada vez más fuerte desde la derecha, y el liberalismo de Roosevelt-Johnson desapareció como la capa superior de tierra en el Dust Bowl.

Uno de los personajes centrales en esta historia fue J. Evetts Haley. Un Zelig de la ultraderecha, Haley recorre el libro y las décadas. Creció entre ganaderos del oeste de Texas a principios del siglo XX, y sabía montar, lazar y disparar. También fue un historiador académico que escribió vívidamente sobre ganaderos de la frontera y de manera apocalíptica sobre la supuesta amenaza existencial del liberalismo.

Aunque sufrió muchos reveses, Haley finalmente hizo causa común con miembros de la Sociedad John Birch, reaccionarios amantes de las conspiraciones que se entusiasmaron con la campaña de Goldwater en 1964 y aprovecharon el inagotable dinero del petróleo para ganar fuerza en el partido estatal. En 1976, Haley desplegó toda su influencia para ayudar al exgobernador de California y vaquero de Hollywood, Ronald Reagan, a desafiar al republicano tradicional Gerald Ford en las primarias presidenciales. Reagan había cortejado Texas durante un año. Fue una victoria arrolladora.

Por supuesto, grandes fortunas e ideólogos de derecha existen en todos los estados. Y sin duda, el carácter moderno del Partido Republicano surge de muchos matices regionales. Pero el oeste de Texas ha tenido un innegable poder de atracción, y Roche propone varias razones.

Roche concluye su análisis con el ascenso de Reagan y la Nueva Derecha en la década de 1970. Pero deja suficientes pistas para mostrar cómo la versión texana del mito de la frontera logró una amplia audiencia: los Bush, aunque originarios de Connecticut, abrazaron la promesa del conservadurismo vaquero, presentando su mudanza al suroeste en la década de 1940 como una caravana del siglo XX que dejaba la comodidad del este en busca de los retos del oeste de Texas.

Estos lazos con el partido a nivel nacional ayudaron a mantener el estado firmemente republicano en el siglo XXI mientras la construcción del mito proseguía. En 2017, el exprotagonista de “The Apprentice” incluso se puso un sombrero Stetson para una foto tras convertirse en presidente.

Fuente: telam

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