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07/10/2025

Ser mamá después de los 40: diez casos bien diferentes y un mismo amor

Fuente: telam

Silvina Quintans y Patricia Iacovone reunieron testimonios de mujeres que decidieron su maternidad a esa edad. Cómo fue el proceso y ¿valió la pena?

>Fertilización, adopción, inseminación, criopreservación, donación de esperma, subrogación de vientre. Hoy es común que una mujer, por distintas razones, tenga un hijo después de los 40 años. Mujeres que luego de varios intentos fallidos por quedar embarazadas y con la angustia a cuesta decidieron adoptar o mujeres que eligieron la criopreservación de óvulos o de embriones, o el caso de adopción de sobrinos luego de que la madre falleciera en un accidente. Ser madre después de los 40: historias reales de las nuevas maternidades (Ediciones B, 2011), de las autoras Silvina Quintans y Patricia Iacovone, incluye 10 testimonios, en primera persona. Todos reales.

Las protagonistas de los relatos son todas madres que luego de haber transitado una larga y compleja experiencia de vida, vinculada con el deseo de tener un hijo, coinciden en que – sin importar qué y ni cómo- todo valió la pena.Sandra, que luego de un largo camino de tratamientos de fertilización está en proceso de adoptar niños haitianos, María, que soltera y sin pareja, adoptó a una nena de 4 años, Mónica, que decidió tener su segundo hijo después de los 40 pero con una nueva pareja, Nora y Lucía, que recurrieron a la inseminación para armar una familia, Victoria que adoptó los hijos de su hermana, Laura, que después de haber tenido 4 hijos biológicos adoptó una beba con sus segunda pareja, Elena que criopreservó sus embriones y tuvo a sus hijos con 10 años de diferencia, Paula que decidió ser mamá a los 43, Sofía que tuvo su primer hijo a los 17 y el último a los 44 o Belén que decidió recurrir a una donación anónima de semen para ser mamá. Todas fueron madres después de una larga historia y todas están de acuerdo en alentar a otras a que venzan los miedos y prejuicios y se animen a iniciar el recorrido”.

Sorprende la actualidad de la obra si pensamos en que se publicó hace 14 años. Y que ningún pasaje intenta resolver ni aseverar nada. Solo da rienda suelta para que cada una de las mujeres cuente su propia vivencia y que funcione como disparador de miles de cuestiones que surgen de un tema tan simple y tan complejo como el de las maternidades. “Este libro no se propone dar respuestas a los interrogantes, sino dejarlos planteados. El estudio de los nuevos modelos de familia, de los dilemas bioéticos que plantean los métodos de fertilización asistida, del cambio en los roles de género, de los riesgos y beneficios de los tratamientos de fertilidad, corresponde a los profesionales de las distintas disciplinas que estudian estos temas”, explican. Y claro, porque la maternidad, cualquiera sea su forma es siempre una experiencia personal y cada mujer sabe que su camino es único y aunque comparta con otras, el suyo propio lo descubrirá sola. Y en este punto creo que la propuesta de Quintans y Iacovone intenta ayudar a combatir esa soledad porque compartir todas estas historias le hace saber al lector que no será ni el primero ni el último en plantearse la posibilidad de tener un hijo, sin importar la edad, el estado civil, el género o las creencias. Abrir los ojos a distintas realidades. Por ahí va la cosa.

Lucía y Nora se conocieron cuando la primera tenía 20 y la segunda 38. Eran alumna y profesora en el conservatorio. Las unía la música. Pero fue mucho tiempo después cuando Lucía entró en la vida de Nora ya no como estudiante sino como su pareja. Nora acababa de cumplir 50 y Lucía 38. “Un día empezamos a fantasear con la idea de tener un hijo. Lo íbamos a criar juntas, ninguna de las dos tenía contradicción al respecto. Las posibilidades eran la inseminación o pedirle un favor a un amigo. (…) Me queda muy claro que un donante no es un padre. Si estás criando un pibe que tiene mamá y papá, por más ausente que esté el papá, existe. Hay pibes que tienen mamá y papá, hay pibes que solo tienen papas y hay pibes que solo tienen mamás. Es estúpido verlo como que a un pibe que tiene dos mamás le falta algo. No le falta ni le sobra nada”. “Un hijo de nosotras dos” es el capítulo 4 y narra la experiencia de dos mujeres que luego de estar juntas por un tiempo tomaron la decisión de acudir a un centro de fertilidad, hacer los estudios correspondientes y realizar la inseminación artificial a través de un donante. De allí nació Virgilio. “Con la inseminación no sé si porque fueron esos profesionales, pero nosotras nos sentimos muy bien tratadas. Fuimos a buscar la muestra, habían descongelado el semen, Marta me la dio y me indicó: mantenela a temperatura corpórea. Habremos hecho unas 8 cuadras, esperamos al médico y le di la muestra. Acompañé a Lucía cuando le colocaron la cánula y realizaron la inseminación. Teníamos que esperar 15 días para saber el resultado”.

Los casos que plantea el libro son varios, hasta llegar a 10. Uno más atrapante que el otro. Cuentan las autoras que, durante el período de entrevistas e investigación, previo a la redacción y armado, los casos se multiplicaron de manera inesperada. Y que debido a ello tuvieron que hacer una selección minuciosa que incluyera todo el abanico de posibilidades que pudiera representar la realidad de la mejor manera. Así llegaron a las 171 páginas que proponen el desafío de dejar de referirnos a la maternidad para empezar a hablar de maternidades. Algo impensado para la época en que se escribió el libro. Pero sí. Fueron pioneras sin saberlo. Y se arriesgaron a tocar una temática que asomaba con fuerza pero que, en aquellos años era -aún- algo incipiente. En cada capítulo hay una historia de vida, un repaso por la infancia, adolescencia y juventud de la protagonista, que permite vislumbrar una identidad y descubrir su universo para, por fin, meterse de lleno en la historia. Porque cada una vivió y vive su realidad de un modo diferente y cada una de las situaciones es muy distinta a la otra. Y allí reside lo atractivo de la propuesta.

Y el cierre lo tiene Belén en La decisión era mía, el último relato de la antología. “Es algo maravilloso engendrar un hijo. Me parece único. Un milagro. Me sorprende que haya mujeres que no se les pase por la cabeza. Existen mujeres a las que no les interesa y lo tienen claro: no quiero tener un hijo, estoy en pareja y los dos pensamos igual. Pero hay otras que no. Por eso, si acercándose a los 40 tienen ganas de ser madres, no dejen pasar la situación de encarar y preguntarse: ¿puedo ser mamá soltera? ¿Me animo a serlo? No es fácil, pero es más difícil aún encontrarte más tarde sin un hijo porque no te animaste a ver esa opción. Hay que animarse a patear los tableros, a enfrentar temores, los tabúes y las críticas de la propia familia. No hay que dejar pasar la oportunidad. Me gustaría alentar a todas aquellas mujeres, todavía solteras y de cierta edad, que se escuchen profundamente y no presten tanto oído a los prejuicios de la sociedad. La vida que tenemos es esta y es nuestra.

♦ Periodista y abogada, ejerció hasta 1998 cuando comenzó su carrera en periodismo gráfico, radial y televisivo.

♦ Ha escrito guiones para documentales televisivos de cultura, viajes e interés general.

♦ En 2011 publicó en coautoría “Ser madre después de los 40 – Historias reales de las nuevas maternidades >♦ Tiene profundos vínculos con la cultura y literatura francesa que estudió durante más de 20 años.

♦ Su último libro es ♦ Licenciada en psicopedagogía.

♦ Es docente en Técnicas de redacción en el Instituto de la Administración Pública (INAP).

Fuente: telam

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