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03/10/2025

El enigma de Matías Ozorio: de joven trabajador a estar acusado del triple femicidio de Florencio Varela

Fuente: telam

El acusado de ser la mano derecha del temible “Pequeño J” será indagado hoy por el triple femicidio de Florencio Varela tras un operativo internacional para traerlo al país. La Justicia aún no sabe cómo ambos se vincularon. ¿Qué salió mal en su historia?

>Tal vez, en algún momento en estos últimos días, El Estado argentino, ciertamente, gastó recursos para traerlo de vuelta, con un vuelo de la Fuerza Aérea que fue hasta Lima y volvió con una delegación de agentes de elite de la División Investigación Federal de Fugitivos y Extradiciones de la PFA -el área local de Interpol- y de la Policía Bonaerense, solo para él, para que responda este viernes ante el fiscal Carlos Adrián Arribas.

El titular de la UFI de Homicidios de La Matanza se dispone a indagarlo como coautor de los asesinatos de Brenda del Castillo, Lara Gutiérrez y Morena Verdi.

El detenido, de 28 años, escapó hacia Lima, donde fue arrestado esta semana.

Justamente, “Perqueño J” está señalado como el cerebro de las horrendas muertes de las tres chicas en el marco de la trama de una supuesta venganza narco, en un expediente donde -todavía- no se halló un solo gramo de droga.

Para Arribas, Ozorio estuvo allí, en la casa de la calle Chañar de Villa Vaettone, Florencio Varela, mientras mataban a Brenda, Lara y Morena. Se encontró con “Pequeño J” antes y después de los crímenes, de acuerdo al análisis de celulares ordenados en la causa.

Pero no da el perfil.

Ozorio, hijo de una familia numerosa, con domicilio en una zona de monoblocks del barrio porteño de Barracas -a cuadras del Riachuelo y de la Villa Zavaleta- e hincha de Huracán, escapó a Perú con el monotributo al día.

Trabajó, en blanco también, para diez empresas a lo largo de su vida, entre tercerizadoras de limpieza de edificios y firmas gastronómicas, como una reconocida cadena de comida rápida. Se registró como vendedor minorista en ARCA, incluso.

Salvo el triple crimen, Ozorio tiene el prontuario virgen. La PROCUNAR, el área de la Procuración que investiga delitos narco, consultó a su red de contactos y su base de datos a nivel nacional. Nadie sabía de él; no había causa alguna en su contra.

Así y todo, estos ignotos pusieron de rodillas al sistema penal y causaron un terremoto considerable, con las elecciones allí en el horizonte. Y, en el medio, Ozorio, ex joven trabajador, se graduó en el hampa, en un curso acelerado. Pasó de bachero a supuesto femicida narco, sin un solo arresto en el medio.

No lloró cuando cayó en Lima, no pidió por su mamá. Tampoco lo entregó su familia, como le suele ocurrir a los bebés de pecho del mundo del crimen que se manchan las manos con sangre y vuelven a casa.

El presunto killer de Barracas, con el país entero que lo buscaba, agarró y huyó, con rumbo a “Pequeño J”, a cuatro mil kilómetros de casa, sin mirar atrás.

Siguen allí, en esa cuenta de Facebook, las fotos de sus cumpleaños familiares, sus juntadas con amigos, sus relojes de imitación que mostraba como grandes logros, sus imágenes de espejo con uniforme de trabajo. No hay selfies en una celda de un penal, con una ranchada o con pistola al cinto, nada de eso.

La explicación, también, podría encontrarse en sus deudas. Ozorio, hasta hoy, debe casi tres millones de pesos a firmas de préstamos, de las que tienen locales en centros comerciales del conurbano o en estaciones de tren, cuentas en rojo que son consideradas irrecuperables por el sistema bancario.

¿Acaso Ozorio se drogaba y “Pequeño J” era su tranza? ¿Fue el barrio? Tony Janzen fue buscado en la Villa Zavaleta. ¿Por qué huyeron juntos? Ambos, según las pruebas del caso, iban a reunirse la noche de sus capturas en la estación Izaguirre del metro de Lima. ¿A dónde seguirían después?

Fuente: telam

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