27/09/2025
Ana Paula Maia: “La literatura es un lugar para experimentar, no para cuestionar mis problemas”

Fuente: telam
La escritora brasileña, una de las invitadas internacionales de Filba, repasa a partir de su historia familiar algunas marcas distintivas de su obra: los hombres, la religión y la muerte. “Desde niña, ese mundo siempre me pareció interesante y curioso”, cuenta
>La obra de la escritora brasileña Ana Paula Maia, una de las invitadas internacionales de esta edición Filba, tiene un enfoque directo y una estética singular, donde predominan personajes masculinos dedicados a oficios de trabajos duros, algunos más allá de la legalidad inclusive: “Me crié en ese mundo, desde niña lo observo: en el bar de mi padre había trabajadores de matadero y sicarios, por ejemplo. Yo conocí sicarios”, le dice a Infobae Cultura en tono más bien bajo, casi un susurro pronunciado en agradable portuñol, una tarde de primavera en pleno corazón de Palermo.
El diálogo, entonces, transcurre por su historia familiar (la de un padre y una madre de Minas Gerais, >Ana Paula Maria, torcedora de Botafogo por herencia familiar (“mi padre murió y se perdió el mejor año de nuestra historia, con el campeonato local y la Copa Libertadores”), escribe despojada de adornos, lo que acentúa la naturaleza práctica y aparentemente mecánica de la vida de sus protagonistas. Ahora ha vuelto con Búfalos salvajes, una obra que retoma a varios de sus personajes recurrentes en un escenario apocalíptico e inconcluso. Una vez más, explora la frontera entre lo humano y lo animal, así como las condiciones de explotación y precariedad que marcan la existencia. Además, la tensión entre lo sobrenatural y lo religioso se mantiene como un eje central en estas historias. Lo religioso, otra de esas marcas.
“En toda América Latina tenemos ese pensamiento católico muy fuerte, que está muy presente también en mis libros. Siempre digo que esos sicarios que yo conocí, tenían ética en su trabajo. No se mataba a toda la familia, se mataba a quien había que matar. En general estos personajes son muy católicos, no sé por qué. Desde chica escuché un refrán: ‘en una mano hay una pistola y en la otra una vela’”.—No, no era violento. A veces mi papá decía: “¿Sabes de aquel hombre que mató otro, a uno que hablaba? >—Luego de leerte sorprende enterarse que sos carioca, que naciste en Río de Janeiro. En tus novelas no hay mucha playa ni samba...
—¿Por qué?
—Porque así puedo poner juntos a varios brasileños, en esas carreteras más oscuras de las que me encanta escribir. Río de Janeiro es muy solar, muy festivo, pero yo no soy nada fanática de eso. A mí me gusta el sol, pero no soy muy festiva. A mí me encantan las cosas más oscuras y cuando empecé a escribir fui para las partes más desiertas. Vamos a decir así: cuando empecé a escribir, pensaba en Río, pero no en Río de Janeiro con las playas, sino en una parte de la ciudad más rural, hacia el interior. Cuando comencé mi proyecto literario, lo hice con una novela que no está publicada en español, que se llama Entre rinhas de cachorros e porcos abatidos (Entre peleas de perros y chanchos muertos). Sucede en una parte más rural y más violenta de Río, muy lejos de la playa.—Además de los hombres, las creencias religiosas están presente en tus relatos.
—Nací una familia que era muy devota de muchas cosas... Teníamos todo. Cuando nací, mi familia era espírita kardecista (de Allan Kardec), que es una cosa muy fuerte en Brasil. Creo que solo en Brasil tenemos esa cosa espiritista así. Nací en una familia espiritista pero fui bautizada en iglesia católica. Muchos años después mi mamá fue para las iglesias evangélicas, y fui también. Y tenía otros tipos de cultos en la familia. Conocí un poco de todo.—En este panorama que estás contando y luego, en tus libros, las mujeres ¿qué rol ocupan? No suelen aparecer mucho.
—No mucho. De este mundo, solo hombres, porque a mí me encantaba observar ese mundo de hombres que vivían con esos acuerdos. Los hombres son más ejecutivos. Las mujeres cuidaban, los hombres ejecutaban las cosa. Eran hombres de sangre, trabajadores, de fe... Pienso que en mi casa, a diferencia de lo que han vivido muchas otras mujeres brasileñas, había una presencia masculina como protección. Yo tuve eso. Un hermano más grande, mis tíos, mi papá, mi abuelo. Una presencia muy fuerte. Y la escuela, estaba el director de la escuela. Y observaba esto: la vida de los hombres. Y fui comprendiendo que era un mundo más simple, más fácil, por ese pensamiento masculino de ejecutar las cosas. Cuando empecé a escribir lo hice sobre esos espacios más difíciles y crudos. No consigo ver una mujer en un matadero con una vaca, esas cosas muy pesadas. Y era más divertido también: las conversaciones, las cosas que decían, esa percepción del mundo. Siempre tuve muchos amigos hombres también. Desde niña, ese mundo masculino siempre me pareció interesante y curioso, y empecé a escribir sobre ello porque la literatura que hago no es para cuestionar mis problemas personales. Es un lugar para experimentar. Experimentar estos mundos, personas y géneros. Me encanta eso. Escribí un libro, después otro, y se fue creando un universo.—
Fuente: telam
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