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23/09/2025

Más allá del ring: cuáles son las secuelas físicas y mentales que deja el boxeo, según un estudio

Fuente: telam

Diversos trabajos científicos advierten que la combinación de golpes en la cabeza, presión emocional y desgaste físico puede provocar trastornos neurológicos, pero también emocionales

>La reciente muerte de El boxeo profesional proyecta una sombra persistente sobre la salud cerebral de quienes lo practican. Los traumatismos craneoencefálicos, tanto en entrenamientos como en combate, dejan secuelas acumulativas. Cada impacto implica un riesgo de inflamación cerebral y microhemorragias.

Un estudio del British Medical Journal advierte que un púgil profesional puede sufrir miles de golpes en la cabeza a lo largo de su carrera, lo que acelera la destrucción neuronal y eleva la posibilidad de daño permanente.

Entre las secuelas más graves se encuentra la encefalopatía traumática crónica (ETC), un trastorno neurológico progresivo vinculado a traumas repetidos, tal como detalla The Lancet Neurology. Los síntomas incluyen deterioro de la memoria reciente, irritabilidad, impulsividad y dificultades en la atención y el lenguaje. En fases avanzadas, se suman temblores, alteraciones del sueño y cuadros semejantes a la demencia.

El daño cerebral acumulado no distingue entre campeones y boxeadores de circuitos menores: cualquier púgil puede padecer deterioros neurológicos, episodios de depresión resistente, caídas frecuentes, demencia precoz y dependencia funcional a edades tempranas.

La exigencia física va mucho más allá del tiempo sobre el ring. Entrenamientos diarios intensos, manipulación constante del peso y la repetición de movimientos afectan profundamente el cuerpo. Un artículo de la British Journal of Sports Medicine destaca que las lesiones articulares, las fracturas faciales y las luxaciones aparecen de manera reiterada durante la carrera, y que parte de los boxeadores enfrentan una disminución en su capacidad de movimiento y autonomía tras el retiro profesional.

Transitar una trayectoria pugilística implica para muchos la convivencia diaria con dolor crónico y la pérdida gradual de independencia. Las caídas recurrentes y las dificultades para comer, hablar o vestirse ponen en evidencia un deterioro físico que desafía incluso las tareas cotidianas más simples.

El daño cerebral, el dolor físico persistente y la presión por mantener el peso generan un entorno adverso para la salud mental. Alteraciones en la química cerebral condicionan el ánimo, la gestión del estrés y la vida social. De acuerdo a un informe de The Lancet Neurology, los exboxeadores presentan prevalencias superiores de síntomas depresivos y ansiedad, así como dificultades para afrontar el retiro y reinsertarse en la vida cotidiana.

Buscar ayuda no resulta sencillo en un ambiente donde la fortaleza es norma. El estigma, la soledad y la crisis de pertenencia suelen profundizar el malestar. Las relaciones familiares pueden verse afectadas y, en quienes provienen de contextos vulnerables, la inseguridad económica incrementa la presión.

Por otra parte, la presión para cumplir con categorías de peso facilita prácticas de riesgo, como dietas extremas, ayunos y el uso de diuréticos que afectan el metabolismo y la salud emocional. El doctor Jordan Metzl, especialista en medicina deportiva, explicó en The New York Times que “las adaptaciones forzadas al peso afectan tanto el cuerpo como la mente, generando secuelas físicas y trastornos emocionales que suelen pasar desapercibidos en el boxeo de alto nivel”.

La suma de traumas cerebrales, desgaste físico, crisis de identidad y soledad configura un panorama tan real como el aplauso, aunque muchas veces permanezca invisible. El deterioro rara vez es inmediato: avanza de modo progresivo, relegando a la persona detrás del deportista.

Fuente: telam

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