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20/09/2025

Pedro Mairal: “Yo no pongo mis libros en mi biblioteca, los guardo en un ropero; no me gusta verme”

Fuente: telam

El celebrado autor argentino habla sobre “Los nuevos”, su reciente y apasionada novela en la que tres jóvenes pelean por ser adultos mientras lidian con arbitrarios mandatos familiares

>Su nombre se hizo conocido cuando en 1998 ganó la primera edición del Premio Clarín con la novela Una noche con Sabrina Love, que luego fue llevada al cine dirigida por Alejandro Agresti y protagonizada por Cecilia Roth y Tomás Fonzi. Pero a partir de entonces la obra literaria de Pedro iba a ser mucho más que una novela afortunada.

Su novela más reciente se llama Los nuevos, fue publicada por Emecé y narra las historias de tres amigos, Thiago, Bruno y Pilar, chicos jóvenes que lidian con estrictos y arbitrarios mandatos familiares y pelean por ser adultos. La novela está dividida en tres partes y el juego de voces refuerza la idea de que, aunque los protagonistas son tres, el retrato puede ser leído como el de una generación. “Si no crecés como ellos quieren, prefieren que no crezcas”, es una frase clave de esta novela coral, apasionada y conmovedora.

Los nuevos es una novela más voluminosa que otras que escribiste. Es una novela en la que hay personajes que tienen todos el mismo peso o que, por lo menos, intentan tener todos el mismo peso. Me gustaría que me contaras un poco cómo surge la idea de la novela. Si tenías en mente a uno de los personajes y, a medida que fuiste escribiendo aparecieron los otros, por ejemplo.

— Y que es chiquito, por otra parte, tiene 5 años.

— Que es chiquitito. Y él lo quiere mucho. Y surgió esa voz de un chico en carne viva, enojado con el mundo adulto. Y extrañando a su amigo Bruno, que está estudiando en un lugar congelado en Wisconsin, en el límite con Canadá. Un lugar donde están los lagos helados. Y en ese balneario también aparece abriendo la puerta del baño de una patada Pilar. Y, como vos decís, yo soy un escritor de novelas cortas, salvo por El año del desierto y ahora Los nuevos. Y entonces yo pensé, bueno, la novela es Thiago. Pero me resultó tan fuerte el personaje de Bruno y también el de Pilar que reclamaron su parte. Bruno, por contraste, también. A Bruno lo mandan a estudiar Economía a Wisconsin a una universidad donde se supone que es un lugar muy privilegiado y demás pero él la está pasando muy mal. No le gusta. Y me interesaba el contraste de un chico muy solo ahí, mientras se festeja el Mundial y él está solito, ahí, entre la nieve. Es la primera vez que escribo sin tanto plan y dejando que las voces…

— Se impongan. La tercera parte me dio mucho trabajo.

— Eso lo pensé cuando la leí.

— La primera parte está en primera persona. La segunda está en tercera. Y la tercera está en todas las personas posibles.

— Exacto.

— La tercera tiene un desplazamiento de la voz narrativa y, como vos decís, se la pasan, se pasan la pelota. Porque me gustaba la idea de liberarme de eso. Es decir, ¿quién cuenta una historia al fin y al cabo? Yo no estoy seguro de si esta novela la está contando toda Thiago años después o la está contando Pilar, años después. Entonces, como yo no estaba seguro de eso puse de manifiesto esa ambigüedad. Viste que en un momento dicen: “¿Vos sos Thiago o sos Pilar?” Me gustaba ese desplazamiento de la voz narrativa como una liberación, también, en el sentido de que hay una voz doble.

— Es que lo que hiciste fue poner de manifiesto lo que es el trabajo del escritor. Como exhibir que en ese momento hay algo que es un: “ bueno, pero esto me superó. Ya ni sé quién está hablando acá”.

— Mientras te escucho, confirmo algunas impresiones. Es una novela en la que hay mucho sexo. Se habla de sexo y hay mucho cuerpo presente. Y, entonces, cuando hablamos de las voces que se imponían, y sobre todo pensando en Bruno, lo que pienso es que los cuerpos se te imponían, también.

— Sí, porque yo pienso mucho desde ahí a los personajes. Qué les pasa a ellos con su deseo y con el estar, ¿no? De hecho, Bruno conoce a esa chica estudiante de padres chinos en la lavandería porque tiene que ir a lavar su ropa sucia. Pero todo proviene un poco de la corporalidad. Corporeidad, sería. Todo viene de ahí. Está lavando su ropa sucia, se encuentra con esa chica, le gusta, la invita. Se anima a invitarla a salir. Se van juntos a Chicago. Se enamora hasta el tuétano. Y, por supuesto, yo tenía que romperle el brazo antes: eso me pareció tan cruel de mi parte. Por primera vez, Hinde, me encariñé mucho con los personajes.

— ¿No te había pasado antes de esta manera?

— Es tremendo. Me hizo acordar a una serie, no sé si la viste porque no se vio mucho, que se llama — Ay, no, contame.

— Probablemente, para que sea buena la historia, ella hace casas fantásticas, enormes. De muchos ambientes.

— Totalmente. Sí, a mí me interesaba ponerla a Pilar en esa especie de encerrona que va sufriendo. Al principio vive con su abuela, que la cuida.

— Sí, la madre hace como una segunda vuelta. Y bueno, ya está, la hija entiende que la mamá va a vivir su segunda vuelta.

— Sí, claro. Sí, entonces el tema es cómo quedan esos hijos ahí, medio como descalzados, viste.

— Mirá, son las dos cosas. Es eso, por un lado, porque cuando te decía que me encariñé con los personajes quiero decir que los cuidé, en cierta manera. Cuando los tenía que lastimar, me resultaba muy difícil. Pero si vos no maltratás a tu personaje no hay historia. Es decir, el Quijote es una buena novela porque al Quijote lo apalean tres veces por capítulo. Entonces, Bruno se enamora hasta el tuétano pero después le tienen que romper el corazón para que haya una historia. Y, claro, estaba esa ambigüedad porque me pasó que me encariño con los personajes porque, como vos decís, tienen edad posible como para ser mis hijos pero, a la vez, no son tanto mis hijos y en cambio tienen mucho de mí. Y no sé si notaste que tienen una cosa medio anacrónica.

— Entonces, sí, son chicos del 2023 viviendo ahí la final del Mundial, etcétera, tienen redes sociales, teléfono, pero tienen una cosa medio anacrónica que tiene que ver con mi propio momento cuando tenía esa edad.

— Sí. No quise frenar eso en el sentido de que si me ponía a hacer un trabajo así medio etnográfico de los jóvenes de 19 años de hoy en día, probablemente la pifiaba y no sé si me interesaba mucho trabajar desde ahí. Trabajé más desde mi vulnerabilidad a los 19 años, que sucedió en los años 90. Pero hay muchas cosas que no cambiaron tanto. Una vez le pregunté a Martín Kohan cómo hacía para escribir sus personajes. “A mí me gusta que los personajes, mis historias, sean levemente anacrónicas”, me dijo. Y me encantó eso. O sea, ya ubicarte en un lugar un poquito desfasado. Porque aunque vos quieras escribir sobre este momento, 2025, el libro, ponéle, va a salir dentro de dos años, ya quedó antiguo. Te arrastra el tiempo.

— Bueno, en la novela hay un momento en que se dice que no se va a hablar del precio de algo porque en la Argentina los precios duran menos de dos días, algo así.

— Aparece “Seguir viviendo sin tu amor”, también.

— En lo que tiene que ver con las emociones sí es muy realista.

— Aparecen dos temas que fueron adquiriendo relevancia porque, bueno, la gente cambió y la manera de ver las cosas cambió. La ambigüedad sexual. Las exploraciones sexuales. Uno es el tema de la bisexualidad, eso era algo de lo que hasta hace un tiempo no se hablaba y tampoco se escribía mucho sobre eso. Los trastornos alimenticios y la cuestión del aspecto o la figura, que en general está puesta en las mujeres porque tienen mayor grado de padecimiento, en tu novela aparece en un varón. En un varón que no quiere hacer zoom con su madre para que ella no lo hostigue porque él engordó. Me impresionó mucho esa construcción, sabés.

— Sí, uno piensa mucho y dice mucho pero el problema es cómo estás atento a ellos. Si lo único que uno quiere es que estén bien. Quiero decir: incluso si uno se manda las macanas que se puede mandar, imaginarse que los padres lo hacen porque son mala gente, la verdad...

— O sea, no pensemos por el lado negativo de movida. Pensemos que uno hace lo que puede.

— Sí, la figura de un gordo no le da.

— Le manda por lo bajo música de Keith Jarrett.

— En los últimos años te dedicaste ya no solo a escuchar sino también a producir música y la música atraviesa esta novela. Está muy presente.

— Cifrados, sí.

— Él cree entender que es como que el padre está viéndolo. Está mandándole cosas que tienen que ver con su presente, piensa. Qué radares tiene ese padre.

— Elige no confrontar con su mujer daría la impresión, ¿no?

— Pero la música puede también representar una cultura, como pasa en la fiesta de 15 en la que toca Bruno en Estados Unidos.

— Y le estalla la cabeza.

— Sí, pero además hacés otra cosa con el personaje, porque lo latinoamericanizas pese a él mismo.

— Cuando tiene el problema con el compañero de habitación, con el roomate, que él nunca se había visto en el lugar del latino burlado. Es un chico bien, un chico bien de la Argentina.

— Sí, mandatos. Claro.

— Ahora, en el caso de Thiago, por ejemplo, ¿desde el comienzo estaba la idea de la bisexualidad? ¿Desde el comienzo estaba también esa, no solo la conversación permanente con la madre que ya no está sino también como el modelo casi Psicosis de “yo soy mi madre”? ¿Todo eso estaba, fue surgiendo?

— Avergüenza el cuerpo gordo. Avergüenza el chico que no es el machote. Avergüenza la enfermedad mental, la enfermedad psiquiátrica. La internación o lo que ocurre adentro de un neuropsiquiátrico, ¿eso estaba también en el comienzo o fue surgiendo?

— Claro.

— Difusas, claro. Claro.

— En el Excel.

— A todo esto, ¿dónde viste la final del último Mundial?

— Porque cuando leía las páginas de Bruno en Wisconsin y sin poder gritar ni celebrar me preguntaba eso.

— Cuando decís vine es porque estás viviendo en Uruguay.

— ¿Hiciste una residencia en esos lugares? ¿Pasaste un tiempo ahí?

— Y sobre todo, ¿acaso él quería ir?

— Pero una puede entender que no hacés laburo etnográfico, como aclarabas antes, pero bueno, tal vez escribir sobre cómo se siente un muchacho de 19 años haciendo un poquito de esfuerzo no te queda tan lejos. Pero escribir cómo se siente Pilar, cómo se siente una chica de esa edad.

Fuente: telam

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