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17/09/2025

La argentina que pasó de hacer malabares en los semáforos a cautivar con un show de acrobacia aérea en la televisión estadounidense

Fuente: telam

Micaela Leitner tiene 32 años y es oriunda de Paraná, Entre Ríos. Su participación en el programa America's Got Talent puso al jurado y al público de pie, y se hizo viral. Junto a su marido, el chileno Matías Cienfuegos, se presentan bajo el nombre artístico “Sirca Marea"

>La historia de Micaela Leitner parece salida de una película. Una joven de 32 años que comenzó entrenando de adolescente en un pequeño espacio cultural de Paraná, Entre Ríos, logró escalar hasta los escenarios más prestigiosos de Europa y, ahora, conquistar el prime time televisivo de Estados Unidos.

Micaela irrumpió en el programa junto a su marido, el acróbata chileno Matías Cienfuegos, quienes se presentan bajo el nombre artístico “Sirca Marea”. Con una estructura metálica de origen ruso —un aparato rectangular con una barra suspendido a seis metros de altura donde él la sostiene y catapulta en el aire— crearon un show que combina riesgo, precisión y poesía visual.

El impacto de su presentación en el programa fue inmediato: el público se levantó de sus asientos para aplaudirla, los famosos que debían puntuarlos quedaron sin palabras y las redes sociales estallaron de emoción.

Verla a ella haciendo piruetas en el aire, dando vueltas sobre su eje y aterrizando con precisión en los brazos de su compañero hizo que los espectadores quedaran hipnotizados ante tanta complejidad, fuerza y flexibilidad. Los jurados Simon Cowell y Sofía Vergara destacaron la originalidad del cuadro y el riesgo, mientras Heidi Klum y Howie Mandel celebran con entusiasmo su perfección.

Si bien Micaela se inició en la gimnasia artística a los 11 años, cinco años después encontró en las telas y el trapecio un espacio donde se sentía verdaderamente libre.

La gimnasia artística la llevó a integrar la Selección de Entre Ríos y a una agenda de entrenamientos y torneos que le ocupaban la vida. Hasta que ocurrió el primer quiebre: el Nacional coincidía con el viaje de egresados de primaria. Quiso estar en los dos lugares y no fue bien.

“Mis papás me fueron a buscar el último día porque esa misma tarde tenía que competir. Me torcí la muñeca, me peleé con la profesora. Fue como demasiado y yo era una niña”, contó. Eso la llevó a dejar ese deporte porque ya no lo disfrutaba.

La puerta al aire se abrió a los 16 años, empujada por una intuición materna. “Mamá me dijo: ‘¿Por qué no hacés algo que tenga que ver con lo artístico? Vos que sos buena con el cuerpo’”, recordó entre risas. Probó circo y ya no miró atrás: trapecio, tela, aro, teatro y danza.

De adolescente se la pasaba horas suspendida en el aire, perfeccionando movimientos que la llevaron a comprarse su propio equipamiento y entrenar sin maestros, a puro instinto.

Esa inquietud la impulsó a incorporar otras disciplinas circenses como malabares, acrobacia en piso y slackline, que practicó en plazas y espectáculos callejeros. Tenía 18 años cuando, mientras estudiaba el profesorado de inglés y daba clases de acrobacia aérea, se paraba frente al semáforo en las calles entrerrianas. El propósito, dice, no era económico: “No ganaba casi nada. Era para entrenarme delante del público”. Revoleaba las claves, hacía piruetas, actuaba con el hula hula o entrenaba piruetas a dúo.

Su capacidad autodidacta y su constancia le dieron una base sólida para construir una carrera que no tardaría en proyectarse más allá de Entre Ríos.

Allí conoció a Matías, con quien se casó en 2018 en Chile y formó el dúo con el que se hicieron un nombre en el competitivo ambiente circense y que más tarde impactaría al mundo.

Con Matías no solo perfeccionaron la técnica, sino que también rediseñaron el aparato para desarmarlo, guardarlo en una valija y sumarle una barra superior desde donde ella sale al vuelo para ser atrapada en el aire.

La vuelta al ruedo fue en 2021, en Argentina, con el espectáculo “Mahatma”, de Flavio Mendoza. Con la reapertura internacional, en 2022 volvieron a Francia para presentarse en distintos festivales.

En 2023 llegó la invitación más desafiante: un festival en Moscú que pedía, justamente, la antigua disciplina rusa. “Nos pusimos a hacer una creación propia, algo que nos represente y el público quedó fascinado”, admitió.

En el festival de París pusieron práctica por primera vez la escena que los llevó a la TV estadounidense. “Una persona de casting del programa empezó a publicar en redes una foto nuestra: ‘¿Alguien conoce a estos artistas? Quiero su contacto’”, recordó Micaela. Cuando por fin conectaron, el mensaje fue directo: “Queremos que el dúo audicione para America’s Got Talent en Los Ángeles”.

Micaela y su compañero llegaron hasta las semifinales y están confiados con ser elegidos para participar de la gran final, que se disputará el martes 23 de septiembre y reparte un millón de dólares a los mejores talentos del certamen.

A pesar de la magnitud del premio, mantiene los pies en la tierra. Con formación deportiva, sabe que la preparación mental y la salud emocional son tan importantes como la física para afrontar un desafío de este nivel. Por eso busca disfrutar cada etapa, sin dejar que la presión de la competencia opaque la felicidad de vivir este presente de consagración.

“A nivel personal me siento elevada… ya gané en el sentido de ser una mejor versión de mí”, resumió Micaela, en cuya declaración se cifra su verdadero récord: no el de las visualizaciones, sino el de hacer visible una disciplina antigua y minoritaria con una mezcla de técnica feroz, dramaturgia clara y emoción pura.

Fuente: telam

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