07/09/2025
La historia del Jardín Botánico, uno de los pulmones verdes porteños pensado para conservar especies vegetales y aportar belleza

Fuente: telam
El inicio del proyecto data de 1892 cuando el célebre paisajista propuso la creación del lugar a las autoridades porteñas. En septiembre de 1898, hace 127 años, se terminó la obra y el sitio pudo ser visitado por los ciudadanos
>Como una expresión más del desarrollo urbano de la vieja Buenos Aires, el 7 de septiembre de 1898 se abrió al público de uno de los pulmones verdes más emblemáticos del territorio porteño. Ese espacio, denominado posteriormente Jardín Botánico Carlos Thays, se extiende sobre poco más de siete hectáreas y congrega 1.580 especies vegetales, representando un testimonio tangible del impulso por la preservación ambiental en el corazón de la ciudad.
El parque, considerado “tesoro natural” por varias generaciones, presenta una infraestructura que incluye cinco jardines de invierno, una biblioteca botánica y un inventario que, en sus orígenes, superó las siete mil especies. La superficie total ocupada por el jardín es de 77.649,69 metros cuadrados, y desde su fundación, su misión ha sido combinar el disfrute, la pedagogía y la reflexión sobre la importancia de la flora en la calidad de vida citadina.
Según las autoridades porteñas, Thays defendía la elección del terreno por su cercanía a los paseos de Palermo y al zoológico, lo que atribuía a su futura sustentabilidad. El plan, estipulado en la ordenanza correspondiente, consistía en “el diseño de un espacio dedicado al estudio de las especies vegetales que fuera al mismo tiempo un paseo de gran belleza”. La finalidad perseguía tres ejes: estilístico, pedagógico y cultural, apostando por una experiencia multisensorial en un espacio público de intenso tránsito.
Las dos hectáreas restantes se destinaron a la incorporación de vegetación procedente de los bosques templados de cinco continentes, ampliando el espectro de biodiversidad exhibido. Al momento de la apertura, el inventario superaba los 5.600 árboles, 7.700 arbustos y 300 frutales, contabilizando en total 1.500 especies vegetales. Dentro del diseño, Thays asignó espacios temáticos que evocan estilos históricos de jardinería, como el francés y el romano.
Entre los sectores temáticos habilitados, se destacan cinco circuitos autoguiados: el sendero “Obras de arte”, el sendero “Los reyes del Jardín”, el sendero “Flora nativa”, el sendero “Árboles de mi ciudad” y el sendero “Etnobotánico”. Complementan el recorrido un jardín de mariposas, una imponente casona de estilo inglés destinada a muestras de arte itinerantes y talleres, así como un edificio empleado por la Escuela de Jardinería del Gobierno de la Ciudad.El parque botánico integra 33 obras de arte entre esculturas, bustos y monumentos, además de incorporar tanto una biblioteca botánica como una biblioteca infantil. Los cinco invernáculos albergan especies que requieren condiciones ambientales específicas, manteniendo así un microclima favorable para su desarrollo.El trabajo de Thays se proyectó sobre la totalidad del país, nunca limitándose a Buenos Aires. Además de idear el Jardín Botánico, fue el artífice del Parque Los Andes, Parque Centenario, Parque 3 de Febrero, Parque Chacabuco, Parque Patricios y Plaza Lezama, así como de las plazas del Congreso. Su impronta llegó a ciudades como Rosario, Paraná, Mar del Plata, Salta, Tucumán y también a la capital uruguaya, Montevideo.
La importancia del espacio, según el gobierno de la ciudad, reside en su objetivo de “promover el conocimiento y apreciación del mundo vegetal, su importancia y valor, contribuyendo así a la conservación de la biodiversidad y su uso sustentable”. El Jardín Botánico Carlos Thays fue declarado Monumento Histórico Nacional en abril de 1996 y en noviembre de 2009 pasó a denominarse formalmente Dirección Operativa Jardín Botánico Carlos Thays.
Hoy, el lugar continúa cumpliendo una función central en la convivencia urbana con la naturaleza. Presenta recorridos y actividades que invitan tanto a residentes como a visitantes a pasear, relajarse, aprender y disfrutar en familia o con amigos. Su existencia pone de relieve el imperativo de proteger el patrimonio vegetal local y global dentro de un entorno urbano en constante transformación, ofreciendo no solo un remanso sino también un espacio para la educación ambiental y la conservación activa.Fuente: telam
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