Jueves 4 de Septiembre de 2025

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03/09/2025

Quiero hablar del cuerpo de los demás

Fuente: telam

Hace tiempo se supone que respetar es callar lo que uno ve. Pero ¿cariño no es también el compromiso de enfrentar algo incómodo?

>Mi amiga entra a mi casa. Hace un tiempo que no nos vemos, no tanto, pero pongamos un par de meses. Está gorda. Nunca fue, digamos, un palito pero en estas semanas subió unos cuantos kilos. Pasa, charlamos: no digo nada. No digo nada porque, se sabe, “no se habla del cuerpo de los demás”. Cuando se va, me siento una traidora. Una cobarde.

Googleo “no se habla del cuerpo de los demás” y me sale una catarata de notas que me explican que es así, que no se habla. Que no es materia opinable (¿ni mencionable?), que no suma, que puede afectar la autoestima. Y, sobre todo, que casi siempre esos comentarios son agresivos. Pero ahí ya estamos cambiando de carril: ¿no puedo hablar, ni por amor, porque casi siempre se trata de agresión?

“En agosto del 2025 sale en la revista Cell, que la obesidad es una enfermedad neurobiológica”, cuenta Susana Gutt, médica especialista en Nutrición, magister en Educación, médica del Hospital Italiano. “La causa de la obesidad fue mal comprendida por los médicos, que les insistían a los pacientes para que bajaran de peso cuando las características de esta enfermedad tienen que ver con otras cosas: cómo alguien tiene el hambre y la saciedad alteradas, cómo está aumentada la grasa y cómo el equilibrio energético del cuerpo”.

¿Entonces? ¿Hablo o no hablo?

“Que pase una mujer y le digan ‘gorda’, eso está mal”, dice Gutt. “Porque es como que te digan, no sé, ‘tuberculosa’ o a una pelada, ‘cancerosa’. La gente no puede hacer eso. Pero si ves a alguien con una enfermedad oncológica, por ejemplo, sin cabello, y tenés un vínculo de compañerismo, podés decirle: ‘¿Necesitás algo, te puedo ayudar en algo, hay algo?’ Con la obesidad es lo mismo >“Entonces”, dice Gutt“, “esto de no hablar del cuerpo del otro no es saludable segúl los contextos. Si yo soy un médico, vos venís a consultarme porque tenés una molestia en el ojo y venís al oftalmólogo y el oftalmólogo ve que vos entrás con ciento veinte kilos, no te tiene que decir: ‘señora, usted tiene que bajar de peso’, porque vos no fuiste para eso. Pero sí puede acercarse y decirte: ´bueno, mire, usted en el ojo tiene esto. Además, porque soy médico, veo que usted tiene un problema con el peso, ¿le importa, le interesa hablar de eso? O sea, el paciente es el que tiene que decir si quiere hablar” .

Hablar, pero hablar bien. No presuponer que decir es atacar, creer-ay, no es tan difícil- que se puede pensar en el otro y hacer algo. Dejar de ser cancheros, de “domar”. “Yo no estoy de acuerdo en no hablar del cuerpo del otro”, dice Gutt. Porque no hablar, tapar, negar que “pasa algo” facilita la enfermedad. Y negar que sea una enfermedad hace que la obesidad no sea parte del Programa Médico Obligatorio, es decir que no tenga cobertura del sistema de salud.

“Estoy de acuerdo en hablar con cuidado, con empatía. Y con aceptar que los cuerpos son todos distintos. Que no existe el cuerpo perfecto, divino. Existe en la tele, nada más. Y cuando a los de la tele los ves personalmente... es otra historia”.

Quiero hablar del cuerpo mío y del de los demás. Quiero hablar con respeto, quiero sacarme de encima una escala de valores fijada quién sabe por qué modelo al que nunca accederemos y que nos dejará siempre en falta. Quiero hablar desde mi cuerpo tajeado, con cicatrices, con rollitos, con los muslos “así”, con manchas. Pero que no me callen y que los demás no se callen conmigo.

Fuente: telam

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