02/09/2025
Entre la tradición y los desafíos actuales: cómo el arte contemporáneo explora nuevas formas simbólicas

Fuente: telam
Exposiciones en museos y bienales de distintos países muestran cómo los artistas logran incorporar expresiones intangibles y miradas alternativas para repensar la relación entre cultura, identidad y entorno
>En los últimos años, el arte contemporáneo experimenta un giro inesperado: Este resurgimiento no implica únicamente una cita con el pasado, sino que abre posibilidades para repensar la identidad, la pertenencia y la relación con el mundo en tiempos de incertidumbre. A través de una diversidad de propuestas, los artistas ponen sobre la mesa preguntas urgentes y alternativas a la lógica materialista dominante, tejiendo nuevos vínculos entre arte, naturaleza y sociedad.
El espíritu y la imaginación buscan, así, nuevos lenguajes para enfrentar los desafíos contemporáneos.El renovado interés por la espiritualidad en el arte contemporáneo se hizo visible tras el éxito de la retrospectiva de Hilma af Klint en el Museo Guggenheim en 2018, una exposición que batió récords de asistencia y generó toda una industria alrededor de la artista sueca. Desde ese momento, lo espiritual ascendió al centro de la escena artística, impulsado por figuras femeninas y una atención renovada a la conexión entre arte, naturaleza y cuestiones sociales.El fenómeno iniciado por af Klint alcanzó a artistas y exposiciones internacionales de primer nivel. Tras décadas de olvido, la artista y mística sueca protagonizó muestras individuales en instituciones como el Museo Nacional de Arte Moderno de Tokio, el Museo Guggenheim de Bilbao, la Tate Modern y el Museo de Arte Moderno de Nueva York (MoMA). Jodi Hauptman, curadora del MoMA, resaltó el carácter místico de su obra. Por su parte, la escritora Jennifer Higgie interpretó el fervor actual por la artista como “un reflejo del hambre generalizada por nuevas formas de habitar el planeta”. El renovado interés por af Klint responde tanto a la potencia visual de sus pinturas como a los valores representados: feminismo, ambientalismo, colectividad y una espiritualidad que desafía el materialismo y las estructuras de poder.La expansión de esta tendencia se refleja en la programación de museos y bienales en todo el mundo. En 2022, la Bienal de Venecia, dirigida por Cecilia Alemani, se inspiró en el surrealismo de Leonora Carrington para estudiar el mito, la magia y el “poshumanismo” desde una mirada femenina.Por otra parte, el Museo de Brooklyn y El Museo del Barrio en Nueva York organizaron retrospectivas sobre artistas como María Magdalena Campos-Pons y Amalia Mesa-Bains, quienes exploran rituales y divinidades procedentes de la santería, el catolicismo y tradiciones precolombinas.
Lo que distingue a este movimiento es su diversidad de enfoques espirituales. El arte contemporáneo aborda desde el esoterismo y lo oculto hasta la recuperación de religiones indígenas y precoloniales, el reconocimiento de la divinidad femenina y la preocupación ecológica expresada como respeto por la naturaleza.El contexto histórico permite comprender este resurgimiento. Antes del XIX, arte y religión formaron un binomio inseparable en Occidente. El auge del espiritismo en el siglo XIX, surgido durante tiempos de crisis sociales, tecnológicas y políticas, ofreció consuelo a sociedades traumatizadas por guerras y transformaciones rápidas.
El espiritismo se convirtió en fenómeno cultural y artístico, como mostró la exposición “Conjurando el Mundo Espiritual: Arte, Magia y Médiums” en el Museo Ringling de Florida. El catálogo preparado por George H. Schwartz exploró tanto la mercantilización del espiritismo como su impacto en artistas como Ethel Le Rossignol, para quien la comunicación con supuestos espíritus se transformó en fuente creativa.Durante el periodo de entreguerras del siglo XX, la espiritualidad en el arte vivió otro auge, especialmente a través del surrealismo. Tras la devastación de la Primera Guerra Mundial y la Gran Depresión, artistas como Leonora Carrington, Leonor Fini, Dorothea Tanning y Remedios Varo recurrieron a la fantasía, los sueños y el ocultismo para responder a los límites del individualismo y el capitalismo.Entre las voces más importantes de este movimiento sobresalen Leonora Carrington, objeto de una revalorización internacional, y la británica Ithell Colquhoun, protagonista de una retrospectiva en la Tate St. Ives y la Tate Britain.
El arte espiritual contemporáneo se nutre de nuevas inquietudes. Artistas como Saya Woolfalk orientaron su obra hacia la relación entre cuerpo, naturaleza y tecnología. Woolfalk, cuya retrospectiva ocupa actualmente dos plantas del Museo de Artes y Diseño de Nueva York, desarrolló el “Universo Empático”: una realidad alternativa donde seres híbridos, mitad humanos y mitad vegetales, crean una conciencia empática en sintonía con los ciclos naturales. La artista invita al público a experimentar el entorno expositivo como “un espacio cosmológico, un lugar donde puedan reimaginar las relaciones de sus cuerpos con la naturaleza”.
Otras creadoras, como María Magdalena Campos-Pons y Amalia Mesa-Bains, ahondaron en las tradiciones espirituales de la santería y el catolicismo, mientras Carrie Mae Weems examina la espiritualidad en la experiencia afroamericana. Estas propuestas desafían la visión secularizada de la modernidad y abren nuevas perspectivas sobre identidad, género y pertenencia en tiempos de incertidumbre.Las crisis políticas, ambientales y tecnológicas, así como la polarización social y el avance de la inteligencia artificial, generaron un regreso de la espiritualidad como recurso frente a la sensación de impotencia y pérdida de sentido. El auge de lo espiritual en el arte aparece como una reacción ante el caos contemporáneo, de modo similar a otros momentos históricos como el auge del espiritismo en el siglo XIX o la explosión del surrealismo tras las guerras mundiales.
Fuente: telam
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