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26/08/2025

La vida cotidiana en Cuba, según Leonardo Padura: “Hombres y mujeres se descubren más pobres que nunca”

Fuente: telam

El escritor habló desde La Habana sobre su nueva novela, “Morir en la arena”, y la situación en su país: “No nos queda más remedio que incorporar toda esta miseria a la vida, y en muchos casos callar”, lamenta

>La vida cotidiana en Cuba se ha visto atravesada por la precariedad y el silencio, según describe Leonardo Padura en su más reciente novela, Morir en la arena. El autor, galardonado con el premio Princesa de Asturias, aborda en esta obra la historia de una familia marcada por la tragedia y el desencanto, mientras ofrece un retrato de medio siglo de transformaciones en la isla. En una conversación telefónica desde La Habana con el periodista Jorge Morla del diario español El País, Padura revela que, ante los frecuentes apagones, ha debido instalar una batería con paneles solares en su hogar, una inversión de 4.000 dólares que considera inaccesible para la mayoría de los cubanos. “No todos pueden permitirse esto”, comenta, aludiendo a las estrategias individuales de supervivencia que se han vuelto habituales en el país.

Aunque la novela se presenta como inspirada en hechos reales, el escritor aclara que se trata de una ficción con raíces en la vida. El punto de partida fue un parricidio ocurrido en una familia cercana a la suya. “Pasó en una familia cercana a la mía. Conocí a los implicados en la historia”, confiesa Padura. Sin embargo, subraya que los personajes de la obra poseen características distintas a los reales. El autor explica que la adaptación de la realidad a la ficción responde a necesidades dramáticas: “La mejor historia que te puedan contar, cuando la escribes, a veces no funciona. Los procesos de la realidad y los procesos dramáticos tienen distinto orden. Yo reescribo la realidad para lograr un fin dramático, porque al final es la ficción la que decide cómo organizas una trama”.

“Hombres y mujeres que estudiaron, trabajaron, se sacrificaron, repitieron consignas, incluso pelearon en la guerra de Angola y, sin embargo, con el correr del tiempo, lo primero que sienten es que vuelven a pisar mierda”, dice y agrega: “Tras años de esfuerzo, se descubren más pobres que nunca, viviendo de las remesas enviadas desde el extranjero”. Para Padura, lo que sucede en Cuba es reflejo de una tendencia más amplia: el retroceso de las políticas de seguridad social, que golpea en todas partes, aunque en la isla se sienta con particular crudeza.

Padura no busca ofrecer respuestas definitivas en sus novelas, sino plantear enigmas que desafían al lector. “Hay cuestiones que no se resuelven en la trama, que funcionan como ganchos”, señala. Esta estrategia narrativa ya estaba presente en obras anteriores como Adiós Hemingway y Como polvo en el viento, donde los misterios centrales permanecen sin resolver. El escritor cita a Cortázar para describir el tipo de lector que espera: “busco un lector macho, copartícipe, no hembra [que no quiere problemas, sino soluciones, decía Cortázar]... ¡Aunque estas cosas ya no se pueden decir!“, comenta entre risas.

El escritor reconoce que los mecanismos de censura persisten en la actualidad, aunque de forma menos drástica. “Hoy no son tan drásticos, pero existen. Hay una manera muy fácil de censura: decir que no hay papel, y que tu libro no se puede imprimir. Que, además, es cierto”, ironiza. Padura atribuye su libertad creativa a la relación con la editorial Tusquets desde los años noventa, lo que le ha permitido publicar en 32 lenguas y enviar sus manuscritos a Barcelona de manera inmediata: “Termino el libro, aprieto una tecla y en dos segundos está en Barcelona. Soy muy afortunado”.

La novela utiliza símbolos potentes para retratar la fractura social y familiar en Cuba. Aitana y Violeta, hijas de los dos hermanos protagonistas, representan a la diáspora y la distancia generacional. El muro que separa las casas de los personajes funciona como metáfora de la división íntima y colectiva. Padura explica que la obra está “llena de símbolos, también de guiños con los que el lector se identifica”, y que su objetivo es construir un universo que refleje la vida contemporánea del país.

Al concluir la entrevista, Padura expresa incertidumbre sobre el futuro de Cuba y del mundo. “No lo sé. El presente está tan deprimido que necesariamente tiene que haber algo que ocurra, un gran cambio, no sé si para mejor o para peor”, admite. Observa que la duda sobre el porvenir afecta tanto a la isla como al contexto global, marcado por “el auge de las derechas más xenófobas y nacionalistas”. Antes de regresar al calor de La Habana, el escritor resume su escepticismo: “Me temo que estamos abocados a un gran signo de interrogación”.

Fuente: telam

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