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18/08/2025

Las memorias del hombre que encontró la redención salvando palomas

Fuente: telam

En “ We Should All Be Birds”, Brian Buckbee explora cómo el cuidado de aves vulnerables transformó su dolor personal en una experiencia de sentido y conexión

>Como muchas personas, siempre pensé que las palomas eran molestas, sucias, portadoras de gérmenes y que ahuyentaban a aves más pequeñas y vistosas. Pero las memorias de Brian Buckbee, We Should All Be Birds, cambiaron mi perspectiva.

Resultó que la pierna metida de la paloma estaba deformada. El animal tenía dificultades para volar y estaba al borde de la inanición. Buckbee la llevó a su casa y, “por primera vez desde que comenzó la pandemia, no estaba solo en mi casa.” Llamó al ave Two-Step.

Sus memorias relatan la improbable amistad con Two-Step y con una docena de otras palomas enfermas que rescató después.

Cubre sus muebles con sábanas viejas y permite que las aves sean lo más salvajes posible, construyendo recintos para ellas en el jardín y en un anexo de una ventana. Cuando sanan, las libera.

We Should All Be Birds trata de algo más que convivir con animales silvestres. También aborda el duelo, la pérdida, el dolor, la soledad y el poder sanador del amor. Es triste pero no deprimente, afectuoso pero no sentimental, filosófico pero no pretencioso. Es un testimonio de cómo cuidar de otro ser vivo —incluso un ave silvestre— puede dar sentido a la vida. Se suma a una serie de libros recientes escritos por personas que han desarrollado lazos con aves (“George” de Frieda Hughes, “Turning to Birds” de Lili Taylor) y otros animales (“Raising Hare” de Chloe Dalton), aunque el humor de Buckbee, su tono íntimo y su delicada salud física hacen de este libro algo diferente.

“Lo que hace felices a las aves me hace feliz a mí”, escribe. “Cada vez las comprendo más y más, así que puedo comportarme como un ave y, como resultado, ellas no tienen que sentir miedo cerca de mí… En lo más profundo de mi mente, me descubro pensando: ‘Me estoy convirtiendo en ave’.”

Antes de enfermar, Buckbee enseñaba literatura y estaba enamorado de una mujer a quien llama L. Compraron una casa juntos y planearon una boda. Luego ella se fue. La primavera en la que encontró a Two-Step marcó siete años sin ella, pero su dolor seguía siendo reciente.

Su estilo es inmediato y natural. Parece que conversa con el lector. Y en cierto modo así es; la luz de la pantalla le provoca migrañas, por eso dictó el libro y envió los archivos a su coautora, Carol Ann Fitzgerald, exeditora de Oxford American.

Incluye comentarios graciosos e improvisados. “CxwszA”, escribe. “¡Oigan! ¡Two-Step acaba de cruzar mi teclado mientras dictaba! ¡Eso escribió! ¡Esa es la primera palabra de Two-Step!”

Así, Buckbee salva la vida de Two-Step y de muchas otras aves —y las palomas, sin proponérselo, le devuelven el favor.

Fuente: The Washington Post

Fuente: telam

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