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16/08/2025

La expansión china en el negocio del oro ilegal en Brasil

Fuente: telam

Desde los garimpeiros locales hasta las rutas hacia Asia, el país se enfrenta a retos medioambientales, legales y sociales sin precedentes

>El pasado 4 de agosto de 2025, la Policía Federal Rodoviaria (PFR) llevó a cabo la mayor incautación de oro de su historia: 103 kg de oro ocultos en varios compartimentos de una camioneta parada durante un control rutinario en la carretera estatal BR-401, en el estado de Roraima, en la frontera con Venezuela. Al volante se encontraba un empresario originario del estado amazónico de Rondônia, que viajaba con su esposa, una conocida influencer, y su hijo de 9 meses. Tras detectar irregularidades en los documentos, los agentes realizaron un registro exhaustivo en el que encontraron el oro. Dos días después, otra operación en el estado amazónico de Pará, cerca de Altamira, condujo a la incautación de otros 40 kg de oro, también ocultos en un coche. Según los datos de la PFR, las incautaciones de 2025 representan un récord en comparación con 2023 (23,1) y 2024 (48,1). Se han abierto investigaciones para determinar la procedencia del oro y, sobre todo, su destino. China aparece cada vez más como el mercado al que llega el oro ilegal procedente de Brasil. Esta semana, en el aeropuerto de San Pablo Guarulhos, el más grande de América Latina, la Policía Federal detuvo a una mujer que se dirigía a Hong Kong con 4 kg de oro ocultos en su maleta. En julio, en este mismo aeropuerto se incautó casi un kilo y medio de oro en cadenas. De este total, 386 gramos estaban en posesión de una pareja china procedente de Paraná y 1.100 gramos en manos de cinco ciudadanos chinos que estaban a punto de embarcar hacia Turquía.

Recordemos que el oro ocupa el segundo lugar en la producción minera brasileña, por detrás del mineral de hierro. Minas Gerais, Mato Grosso, Bahía, Pará, Maranhão y Goiás son las principales regiones que lo extraen. Además, se han descubierto nuevos yacimientos en el norte y noreste del país, en los estados de Rio Grande do Norte, Pernambuco, Tocantins y Amapá, lo que convierte a Brasil en una tierra clave en esta fiebre del oro del nuevo milenio. Según datos del Instituto Brasileño de Minería (IBRAM), Brasil produjo en 2024 90 toneladas, de las cuales exportó 61,9, principalmente a Canadá. El país norteamericano también ocupa el primer lugar en las exportaciones del primer trimestre de 2025, seguido de Suiza, Reino Unido, India y Estados Unidos.

Pero el fenómeno más interesante es la unión entre los mineros brasileños, los llamados garimpeiros, y los chinos en la vecina Guayana Francesa. El país ha sido invadido en los últimos años por redes criminales de Brasil, como el Primer Comando de la Capital (PCC), que desde hace tiempo también se ha introducido en el sector minero, incluido el del oro. Así se ha formado un eje ilegal que une Brasil, la Guayana francesa y también Surinam. “Los 120 puestos comerciales chinos establecidos a lo largo de la orilla surinamesa del río Maroni desempeñan un papel clave en la logística de la extracción de oro, ya que suministran a las explotaciones equipos y bienes de uso cotidiano y permiten su financiación. Las redes transnacionales que los respaldan facilitan el ocultamiento y el blanqueo de casi diez toneladas de oro extraído ilegalmente cada año y están implicadas en diversos aspectos de la delincuencia medioambiental, incluido el tráfico de fauna silvestre. Por último, los puestos avanzados y las redes comerciales chinas refuerzan la resiliencia de los buscadores de oro ilegales”, se lee en un informe de 2023 de la Fundación Francesa para la Investigación Estratégica.

Los daños para Brasil son graves, ya que gran parte del oro incautado procede de zonas indígenas, continuamente atacadas por los delincuentes debido a su suelo rico en minerales. Las principales rutas terrestres utilizadas para el transporte ilícito son las carreteras BR-310, BR-174 y BR-230, pero los grupos delictivos están adoptando tácticas cada vez más sofisticadas para evitar los controles, como por ejemplo la construcción de carreteras clandestinas, las llamadas “cabriteiras”, es decir, rutas paralelas a las oficiales. Los principales transportistas son los camiones de carga, que se utilizan para transportar el oro desde las minas ilegales hasta los puntos de venta. Los camiones suelen ser de gran tamaño, con una capacidad de carga de entre 10 y 20 toneladas, y suelen estar camuflados con lonas de colores vivos y con el logotipo de una empresa de transporte.

Además de las vías terrestres, los traficantes utilizan cada vez más el transporte fluvial, aprovechando la red de grandes ríos y afluentes amazónicos, difíciles de controlar. También se utiliza el transporte aéreo, pero es menos frecuente debido a su elevado coste y a su mayor visibilidad. El director general de la PRF, Antonio Fernando Oliveira, en una entrevista al sitio web de noticias Metrópoles, subrayó que la figura tradicional del ‘garimpeiro’ ha sido sustituida por un delincuente fuertemente armado y dotado de medios costosos como aviones, helicópteros, dragas y camiones, todos financiados por el crimen organizado. Las autoridades advierten que, además de los daños medioambientales, a menudo irreversibles, las actividades ilícitas traen a la región violencia, trabajo esclavo, explotación sexual y tráfico de drogas y armas.

Recientemente, el mercado formal del oro en Brasil ha experimentado una transformación significativa gracias al fin de la presunción de buena fe en la comercialización del metal. Hasta abril de 2023, las DTVM (Distribuidoras de Títulos y Valores Mobiliarios), responsables del pago de las regalías por la extracción de oro, podían comprar oro basándose exclusivamente en las declaraciones de los vendedores, sin verificar su procedencia real. Este mecanismo favorecía la entrada en el mercado legal de oro procedente de la extracción ilegal, a menudo en territorios indígenas, y permitía el blanqueo del origen del metal. Con la decisión del Tribunal Supremo Federal (STF) en 2023, confirmada posteriormente en 2025, se derogó esta disposición. Ahora, las DTVM deben verificar el origen del oro, visitando los sitios de extracción y comparando la calidad del metal con la típica de la zona. Según datos de la Agencia Nacional de Minería y del Instituto de encuestas Escolhas, esta medida ya ha reducido la cantidad de oro ilegal que entra en el mercado formal. Por ejemplo, en 2022 los garimpeiros registraron una producción de 31 toneladas de oro. En 2023, después de la decisión del STF el volumen cayó para 17 toneladas, con una reducción del 45%. Antes de la reforma, se estimaba que aproximadamente la mitad del oro vendido en Brasil era de origen ilícito.

La situación peruana presenta señales preocupantes. El pasado mes de marzo, en una zona conocida por los conflictos relacionados con los garimpeiros ilegales, se encontraron muertos a 13 trabajadores pertenecientes a una gran empresa minera de oro. El riesgo ahora es que, gracias al oro brasileño, Perú se convierta en un centro de tráfico de oro hacia China. En Perú, los operadores ilegales chinos llevan tiempo industrializando las minas artesanales, utilizando técnicas como la lixiviación con cianuro, más eficaces pero altamente contaminantes para el agua y el suelo. En Perú, estas redes operan principalmente en Madre de Dios, Puno y en la frontera con Ecuador, aprovechando la escasa presencia del Estado. La alta demanda china de oro, con precios superiores a los 3.000 dólares la onza, empuja parte del oro extraído ilegalmente hacia Asia a través de rutas de contrabando, sin impuestos ni regalías, lo que reduce los ingresos fiscales y crea dificultades a la minería formal peruana, que ya se enfrenta a problemas de trazabilidad y competitividad.

Fuente: telam

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