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11/08/2025

La belleza de la semana: “Muchacha de verde”, de Carlo Mense

Fuente: telam

Durante las primeras décadas del siglo XX fue uno de los grandes pintores de las vanguardias alemanas. Participó en las dos guerras mundiales y tras la segunda, cayó en el olvido por sus relaciones con el nazismo

>La precariedad económica marcó los últimos años de Carlo Mense, de quien hoy se cumplen 55 años de su muerte, hasta el punto de que el pintor intercambió cuadros por alimentos para sobrevivir. Esta situación, que se agravó tras la Segunda Guerra Mundial, ilustra el declive de un artista que, décadas antes, había sido figura central de la vanguardia renana y uno de los principales exponentes de la Nueva Objetividad en la pintura alemana.

Nacido el 13 de mayo de 1886 en Rheine, en el seno de una familia de comerciantes, Mense creció bajo la influencia de una educación católica estricta y un entorno familiar que valoraba la formación artística. Tuvo todas las facilidades para seguir su deseo artístico, aún cuando se esperaba que continuará el negocio familiar de venta de semillas.

Estudió en la Academia de Arte de Düsseldorf y rápido se integró en los círculos de la época, como el “Gereonsklub” y la “Kölner Sezession”, lo que le permitió establecer una red de contactos con otros artistas de vanguardia y participar en exposiciones internacionales, como la Sonderbund de 1912 en Colonia y la muestra de expresionistas renanos en Bonn en 1913.

En aquellos años dorados, su obra transitó desde el impresionismo aprendido en Weimar hasta la influencia del fauvismo francés y el orfismo de Robert Delaunay, con una evolución estilística que incorporó elementos cubistas y futuristas.

Desde 1916 colaboró con la revista “Die Neue Jugend” y, tras el conflicto, se integró en agrupaciones como la “Novembergruppe” y “Das Junge Rheinland”, que buscaban renovar el arte alemán desde una perspectiva social y política. Estas asociaciones le ofrecieron nuevas oportunidades de exhibición y consolidaron su posición en la escena artística.

En la década de 1920, Mense se trasladó a Múnich, donde contrajo matrimonio con la artista rusa Vera Baske en 1919. Allí, junto a Alexander Kanoldt y Richard Seewald, formó un núcleo fundamental de la Nueva Objetividad, corriente que se distanció del expresionismo para adoptar una representación más sobria y realista.

Ese mismo año, participó en la exposición de arte postexpresionista en Mannheim, considerada clave para la difusión de la Nueva Objetividad, y su obra fue destacada en el libro “Nach-Expressionismus – Magischer Realismus” de Franz Roh, lo que incrementó su reconocimiento público. De aquellos años es “Muchacha de verde” (1928), que se encuentra en Kunstmuseum Bonn.

La evolución estilística de Mense refleja las tensiones de su tiempo. Si bien sus primeras obras muestran la impronta del expresionismo y la influencia de figuras como Cézanne, Matisse y el cubismo, tras la guerra se orientó hacia un realismo frío y la Nueva Objetividad, en sintonía con muchos de sus contemporáneos.

Posteriormente, se produjeron otras adquisiciones oficiales, como la compra por parte de la ciudad de Colonia de una pintura de las montañas Siebengebirge destinada a Joseph Goebbels, jefe de propaganda del Reich. A pesar de este aparente encaje con el gusto oficial, más de 30 obras de Mense fueron confiscadas en 1937 bajo la acusación de “Durante la Segunda Guerra Mundial, el artista fue movilizado y y parte de su producción en un bombardeo en 1944. Tras la contienda, regresó a Bad Honnef y expuso de forma regular en la región.

A partir de allí, fue todo caída. Mense nunca recuperó su fama, ni salud. De alguna manera, aquel artista pacifista había traicionado sus convicciones y tras la caída del Tercer Reich la caza de colaboracionistas estaba a la orden del día. No importaba si había sido forzado, alguien debía cargar con la culpa.

La penuria económica de la posguerra le llevó a intercambiar cuadros por alimentos, y aunque participó en asociaciones de artistas y exposiciones regionales, su proyección quedó limitada al ámbito local.

Murió olvidado, y salvo alguna retrospectiva -como las que se realizaron en los ‘90 y otra hace dos años en Bonn- así continúa.

Fuente: telam

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