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02/08/2025

Mariano Pensotti y el valor del teatro como “una trinchera de lo efímero”

Fuente: telam

A propósito del estreno de su obra “Una sombra voraz”, el relevante autor y director argentino reflexiona sobre el arte escénico al que considera “una ficción que genera otras ficciones”

>Mariano Pensotti, uno de los autores y directores más relevantes del teatro argentino del siglo XXI, no desentona en el panorama de almuerzo tardío de un día de semana, en un taller mecánico reciclado del renovado (y reciclado) barrio de Chacarita. Viene de una mañana de ensayo full para el estreno de Una sombra voraz, la nueva obra de colectivo Grupo Marea, que se presenta desde este sábado a las 20 hs. en Dumont 4040 (así será durante agosto, y luego en septiembre, los sábados a las 22 y domingos a las 18 hs.).

“Claramente el alpinismo es una excusa, en realidad”, dice Pensotti al inicio de su diálogo con Infobae Cultura. “Tiene un origen medio raro... Yo venía un poco obsesionado con una serie de noticias que cuentan que en los últimos años, cuerpos de escaladores empezaron a aparecer en distintas montañas del mundo, un poco por el calentamiento global. Cadáveres de personas desaparecidas, en algunos casos perdidos durante 40, 50 años. Y me pareció muy poderosa esta imagen de la naturaleza devolviendo a los muertos que había ocultado durante muchos años. A partir de ahí no sabía muy bien que carajo hacer con eso >Bueno, algo hizo con eso. La trama sigue a Julián Vidal, un escalador que decide enfrentar la montaña donde su padre desapareció en 1989 durante un intento de ascenso al Annapurna, el macizo montañoso en la cordillera del Himalaya, en Nepal. El intento de Julián desencadena un hecho inesperado que transforma su vida y lo convierte en figura pública. Su historia de Vidal inspira una película, para la cual eligen a Manuel Rojas, un actor en declive, quien descubre sorprendentes similitudes entre su vida y la de Vidal al interpretar el papel.

Durante la función, ambos personajes, Julián Vidal y Manuel Rojas, comparten el escenario y exponen sus perspectivas sobre los hechos, alternando sus relatos para mostrar los puntos de contacto y las diferencias entre la realidad y su representación artística. Hasta ahí, la presentación de la obra. De eso y otras cuestiones un poco más profundas, habla Mariano Pensotti en esta entrevista.

—En paralelo también venía interesado en qué pasa cuando se hace una película sobre una persona real. ¿Qué le pasa al estar frente a su retrato ficcional, al verse a sí mismo desde afuera de alguna forma? ¿Y qué le pasa a un actor que tiene que interpretar a una persona real viva? ¿Cómo esa experiencia modifica a los dos? A partir de ahí fue surgiendo la historia.

Entonces, en escena, está presentado como si fuera una especie de falso biodrama. Una persona que narra y representa su historia, y al actor que lo interpretó en la película contando la versión ficcional de la película sobre esta historia real. Y además vas viendo cómo fue evolucionando el vínculo entre ellos, entre el actor que interpreta a la persona real y la persona real, a lo largo de la realización de la película. Todo esto también es un poco una excusa para hablar de varias cosas. La historia tiene que ver con el cambio climático y las cosas que está haciendo visibles y que antes estaban ocultas. No tiene que ver con el ecologismo ni nada de eso. Pero si es el disparador.

—A partir de lo que contás pensaba en la película de Dylan, en donde se representan momentos de la vida de una persona que todavía está viva... En el caso de las obras de tu autoría ¿Cuán realista tenés que ser o cuánto te permitís serlo? ¿Y cuáles son los límites de la ficción en la creación?

—Es notable porque mi primera obra se estrenó en el 2001, o sea, hace casi 25 años que vengo haciendo obras y siempre me interesó la mezcla de realidad y ficción. Cómo la realidad influye en la ficción, pero también cómo la ficción puede transformar la realidad. Pero siempre fue algo que estaba dentro de las historias, de lo que le pasaba a los personajes, no tanto en el formato. Yo siento que hay algo posteatro documental, posbiodrama, inteligencia artificial, fake news y demás... Donde nuestra percepción de qué es lo real y qué es lo ficcional ha cambiado por completo. Eso ha entrado en crisis. Absolutamente. A mí me parecía muy interesante en esta obra tratar de explorar algo de esos bordes, de esos extremos, desde lo teatral.

—¿Y eso es bueno o es malo?

—En general trato de no pensar tanto en términos de “bueno o malo” como autor. Trato de pensar qué me resulta poderoso o interesante poéticamente. Es más interesante poner en cuestión, en las obras, esas cosas. Creo que no es ni bueno ni malo, es algo que está sucediendo y sobre lo que es interesante reflexionar, operar poéticamente y ver también como se construye ficción sobre eso.

Hay algo interesante en el teatro que no tienen muchas otras disciplinas, que es su inmediatez. Creo que históricamente el teatro siempre ha sido más flexible y que tiene más posibilidades de reflexionar sobre ciertas cosas que están pasando. Mucho más que el cine o la literatura, a los que por ahí le lleva seis o siete años hacer una película o una novela. El teatro sigue teniendo una inmediatez única y en ese sentido, artísticamente, a mí me resulta muy interesante ser permeable a eso que está pasando. Ojo, no me refiero a hacer obras con el diario de una mano, pero un poco sí también. Quizás no sobre la noticia de hoy, pero fantasear cuál puede ser la noticia de mañana.

—Seguramente es muy diferente para una generación que no vivió la previa de eso. Hay algo de la revalorización del impacto del teatro como hecho vivo, que quizás antes estaba diluida. El teatro siempre estuvo ahí, por supuesto, pero ahora salta mucho más a la vista. Es un ritual de “nosotros”, de “estar acá”. El teatro se construye mucho con el público, con el que está mirando, con su reacción, con su presencia viva. Y eso es absolutamente irremplazable (quizás la música en vivo puede generar algo así pero no muchas otra disciplinas). Lo performático está ahí.

Siempre me fascinó esta idea de que el teatro después se va transformando en otras ficciones. Porque cuando vos contás... Si yo te cuento a vos la película que vi antes de ayer, te la voy a contar a mi manera. Pero después vas a ver esa película y vos vas a ver cómo es. Y esa película sigue siendo siempre igual. En teatro, si yo te cuento la obra que vi, te la voy a contar a mi manera. Y cuando vos la vayas a ver, no será la misma que yo vi... Es una ficción que genera otras ficciones de lo inmediato, de los cuerpos vivos que para mí, en este momento, es más relevante que nunca. En ese sentido, a mí siempre me gustan más las obras que se hacen ahora, las que hacen mis contemporáneos. Pero de todas formas, no dejo de notar y de valorar que también el teatro tiene una historia que sigue dialogando con el presente. Vos vas a ver un Shakespeare, una obra de Griselda Gambaro y sigue habiendo un montón de cosas que te resuenan ahora, en el presente. El teatro tiene esa particularidad: tiene una historia enorme, pero es completamente efímero y a la vez tiene la capacidad de interpelar al presente. Es muy raro el teatro.

[Fotos: Jaime Olivos; prensa Una sombra voraz]

Fuente: telam

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