28/07/2025
La leyenda de Mate Cosido, el ladrón que repartía el botín entre los pobres: la emboscada de Gendarmería y su misterioso final

Fuente: telam
Segundo David Peralta era un delincuente que, con su banda, se dedicaba a los asaltos y secuestros en el litoral chaqueño y santafesino. Su estrecho vínculo con los campesinos
>Los asaltos a La Forestal, Bunge & Born y Dreyfus, corporaciones extranjeras con fábricas y establecimientos en el litoral, donde sus trabajadores sufrían inimaginables grados de explotación, fueron el blanco predilecto del escurridizo Segundo David Peralta.
Peralta había nacido el 3 de marzo de 1897 en Monteros, Tucumán. Como sus hermanos fue a la escuela y a los 13 años se empleó en una imprenta. Así se hizo obrero gráfico y simpatizó con las ideas anarquistas.
Llegó el día en que decidió que no podía permanecer más en su terruño y en 1926 apareció por el Chaco. Tenía 29 años y por sus andanzas con su cómplice, el calabrés Antonio Rossi, pasó cinco años preso en el penal de Resistencia. Cuando quedó en libertad regresó a su provincia, pero la policía no se había olvidado de él, se la tenía jurada y, a pesar de los ruegos de su madre de que dejase de robar, se mudó nuevamente a Chaco. Armó una banda con su compinche Rossi y con el vasco anarquista Eusebio Zamacola, a quien había conocido en la cárcel.Mate Cosido y Zamacola se dedicaron a asaltar las oficinas de La Forestal, Bunge & Born y Dreyfus. Esto causó empatía entre la población. Es más, a veces compartían el botín con los campesinos.
Los testigos que lo conocieron lo recordaban como una persona humilde y educada. Muchos lo llamaban “el bandido de los pobres”.La policía no podía encontrarlo, ya que la población local lo cobijaba. Vestía y vivía como ellos, y así pasaba desapercibido, solía disfrazarse de viajante de comercio y disponía de varios documentos con diversas identidades.
En 1937 Juan Bautista Vairoleto “el pampeano” se unió a Peralta. Eran casi de la misma edad. Se habían conocido en Buenos Aires, al parecer en una reunión de la logia masónica Hijos del Trabajo, que funcionaba en Barracas. Ambos bandidos decidieron golpear a una subsidiaria de La Forestal, a las que asaltaron en marzo y mayo de 1938. Pero ignoraban que un traidor en la banda los había delatado, y los esperaban. En un tiroteo murió el empleado Oscar Mieres. Era la primera víctima de los asaltos protagonizados por Peralta.El presidente Agustín P. Justo, ante el lobby de las empresas, y en vistas que la policía local no podía atraparlo, decidió cortar por lo sano: mandó al Congreso el proyecto de ley de creación de la Gendarmería Nacional: su primera misión sería la de terminar con los bandidos del Chaco.
El 28 de julio de 1938 fue creado este cuerpo, por ley 12367, que no solo debía cuidar las fronteras sino que comenzó su actuación como policía militarizada federal. “Velar por el mantenimiento del orden y la seguridad pública”, se estableció.El primer jefe de este cuerpo fue el general de brigada Manuel Calderón, que venía de presidir un tribunal militar que condenó a degradación y cadena perpetua al mayor Guillermo Mac Hannaford, acusado de espía y de traidor a la Patria.
Cuando comenzó a actuar Gendarmería Nacional, las cosas cambiaron. Y Peralta debió refugiarse en el monte. Su cabeza tenía precio: ofrecían 2000 pesos de recompensa.
El 22 de diciembre de 1939 fue su último golpe conocido. Ese día secuestró al estanciero Jacinto Berzón, y pidió un rescate de 50 mil pesos moneda nacional. El dinero debía ser arrojado el 7 de enero desde una formación del ferrocarril General Belgrano antes de que llegase a la Estación Berthet, en el sudoeste del Chaco.Lo habría curado un farmacéutico y desapareció de la escena.
“Estoy enterado de la oferta de dos mil pesos que la Gendarmería promete por mi captura, pobre recurso de fracasados, eso es lo mismo que hacer confesión de incompetencia, lástima que mi detención haya sido cotizada a tan bajo precio, yo creía que a estas horas mi vida valía mucho más. Mis amigos chaqueños se ríen de la oferta y yo confiado duermo a veces en sus hogares, en la certeza que no seré vendido así nomás, algunas veces charlan conmigo al respecto y vierten opiniones, unos critican la bonita moral que quieren enseñar al pueblo, ser un traidor”
Enseguida alrededor suyo se tejieron mil historias: que vivía en Asunción del Paraguay, amparado por un militar, que estaba en Rosario dedicándose a la política o que había muerto de cáncer. Sin embargo, solo quedaron las andanzas, contadas una y otra vez en la profundidad del monte, de ese ladrón buscado por todos y que un día, simplemente, se desvaneció.
Fuente: telam
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