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27/07/2025

Las 100 mejores películas del siglo XXI, según el New York Times

Fuente: telam

Más de 500 directores, actores y otras personalidades influyentes de Hollywood y de todo el mundo votaron por los filmes más destacados estrenados desde el 1 de enero de 2000

>Entre los servicios de streaming y las producciones taquilleras de superhéroes, la forma en que vemos y pensamos sobre las películas ha cambiado drásticamente en los últimos 25 años. Pero a lo largo de ese periodo de agitación, ¿qué películas han resistido realmente el paso del tiempo?

Entre los votantes se encuentran directores galardonados con el Oscar como Pedro Almodóvar, Sofia Coppola, Barry Jenkins y Guillermo del Toro, así como actores aclamados como Chiwetel Ejiofor, Mikey Madison, John Turturro y Julianne Moore.

Cada generación tiene una comedia adolescente que la define. En el siglo XXI, esa es Superbad. El guion de Seth Rogen y Evan Goldberg, sobre dos amigos llamados Seth (Jonah Hill) y Evan (Michael Cera) que intentan tener sexo con alguien antes de graduarse de la secundaria, es a la vez hilarantemente obsceno y subrepticiamente dulce. El director Greg Mottola tomó las travesuras y las elevó con títulos de apertura retro y una secuencia hilarante con dibujos animados fálicos. Pero Superbad también es una hazaña de elenco, ya que presentó al público el talento de Hill, Cera y Emma Stone.

Elegida por Julianne Moore.

El primer indicio de que esta historia policial coreana no se rige por las convenciones del género de Hollywood aparece en los primeros momentos: un detective llamado a investigar un cadáver en una zona rural llega tomando aventón en un tractor. Las risas macabras continúan cuando otros desventurados investigadores caen literalmente en la escena del crimen. El director Bong Joon Ho tiene ideas sólidas sobre los límites de los hombres que se enfrentan a un mal insondable, y las explora con una mezcla de humor inesperado y drama agudamente observado que se convertiría en su sello distintivo.

Sería fácil suponer que este documental de Werner Herzog sobre Timothy Treadwell, quien pasó muchos veranos cohabitando con los osos pardos de Alaska, tendría una inclinación educativa. Pero Treadwell no era un experto en el sentido tradicional, y esta película trata más bien de un hombre que lidia con su lugar en el mundo. Herzog se basa en horas de videos grabados por el propio Treadwell. El micrófono de su cámara estaba encendido cuando él y su novia murieron atacados por un oso en 2003. Vemos a Herzog escuchar esos momentos, convirtiéndolo en el audio más espeluznante que jamás escucharás.

La película de acción de Alfonso Cuarón es una de las atracciones más emocionantes del siglo XXI, una historia de supervivencia en tiempo real sobre una astronauta abandonada (Sandra Bullock) que debe encontrar el camino de vuelta a la Tierra mientras se enfrenta al trauma que ha reprimido durante mucho tiempo. Con efectos especiales innovadores que eclipsan a la mayoría de los estrenos recientes, Cuarón crea una historia llena de suspenso que da a entender que el verdadero terror de estar perdido en el espacio no es la perspectiva de una muerte segura, sino acabar a solas con tus pensamientos.

Hay demasiado que apreciar. Esta es una superproducción de superhéroes que realmente tiene algo importante que decir sobre cómo se entrecruzan la identidad, la historia y la responsabilidad. Wakanda, el mundo afrofuturista en el que se desarrolla la historia, es una maravilla visual. Las mujeres (interpretadas por Angela Bassett, Danai Gurira, Lupita Nyong’o y Letitia Wright, todas excelentes) no son solo compañeras o intereses amorosos. Michael B. Jordan, en el papel del trágico villano Killmonger, nunca ha sido tan digno de admiración. Y, por supuesto, Chadwick Boseman brilla en el papel protagonista, tristemente uno de los últimos antes de fallecer de cáncer.

Al principio, Julie (Renate Reinsve) puede parecer una diletante. Esta estudiante universitaria de Oslo cambia de carrera como de ropa; más tarde, ya en sus ventitantos, sale con el irritable Aksel (Anders Danielsen Lie) mientras fantasea con una vida junto al más sencillo Eivind (Herbert Nordrum). Pero esta dramática comedia de Joachim Trier nunca juzga a Julie por su indecisión, ya que una vida vivida con intensidad está destinada a incluir algunos desvíos. ¿Cómo se supone que vas a encontrarte a ti mismo sin buscar primero por todas partes?

La imagen de una Samantha Morton casi calva gritando “¡Corre!” es solo una de las razones por las que la adaptación de Steven Spielberg de la novela de Philip K. Dick sigue siendo inquietante. En esta distopía, los delitos se detienen antes de que ocurran gracias a la previsión de “precognitivos” humanos como el personaje de Morton. Tom Cruise está perfectamente en su papel de policía acusado injustamente, infundiendo una profunda tristeza a sus acciones a medida que se acerca al centro de una enorme conspiración. Una agonía lacerante impulsa el noir de Spielberg, en el que el color casi ha desaparecido del mundo.

“No hago milagros, soy un conserje”, le dice Michael Clayton a un cliente descontento del bufete de abogados para el que trabaja. George Clooney, en su mejor interpretación, pronuncia la frase con una mezcla de amargura experimentada e inteligencia. Su personaje es nominalmente un abogado, pero en realidad es un solucionador que intenta deshacer el entuerto después de que un colega (Tom Wilkinson, en su mejor momento) deje de tomar su medicación y encuentre su brújula moral. Lo que eso hace a la conciencia de Clayton es el quid de la apasionante película de suspenso del guionista y director Tony Gilroy.

Las epopeyas de espadas y sandalias llevaban mucho tiempo pasadas de moda cuando Ridley Scott irrumpió con este emocionante drama lleno de intriga y acción. Ayudó que contara con Russell Crowe, en el papel de un honorable soldado en busca de venganza, en el apogeo de su carrera, y con un Joaquin Phoenix fresco y natural como el emperador que ansía ser amado. La película provocó un pequeño resurgimiento del género, pero ninguno de los imitadores entendió que el espectáculo necesita un corazón que lo acompañe. Eso es lo que hizo tan apasionante a Gladiador.

Pocas películas sobre chicas adolescentes son tan crudas o atrevidas. La historia de Andrea Arnold trata de una chica (Katie Jarvis) que desea desesperadamente ser bailarina de hip-hop, una aspiración que el nuevo novio de su madre (Michael Fassbender) alienta. Pero, en realidad, la película trata del despertar de sus pasiones, sexuales y familiares, entre otras, y del modo en que esta chica aparentemente dura es dolorosamente vulnerable. Es intrépida y eléctrica, una de las mejores de Arnold.

Elegida por Lena Dunham.

Antes de que Greta Gerwig se lanzara por su cuenta a hacer Lady Bird, la primera señal de su ascensión fue Frances Ha, que coescribió con el director Noah Baumbach. Gerwig también interpreta a Frances, una mujer de veintitantos años que se aferra a su juventud de una forma que es a la vez irreprimiblemente alegre y profundamente inmadura. Rodada en un nostálgico blanco y negro, Frances Ha es un estudio de personajes que capta el momento en que la edad adulta se afianza.

La trama de la deslumbrante y ambiciosa epopeya espacial de Christopher Nolan es un rompecabezas que aún hoy sigue siendo alucinante, reflejando lo poco que sabemos sobre dónde estamos en el universo y por qué existimos. En el centro se encuentra Matthew McConaughey, un viudo que deja atrás a su padre, a sus hijos y a una Tierra devastada por el cambio climático para unirse a un equipo de la NASA que intenta encontrar un nuevo planeta. A pesar de los horizontes lejanos, lo mejor de la película es su exploración del concepto precario pero seductor del hogar.

En Los espigadores y la espigadora, la espigadora es Agnès Varda, la cineasta pionera que ayudó a poner en marcha la nueva ola francesa. Con narración intimista y cámara digital en mano, Varda viaja por toda Francia para considerar la identidad clásica y contemporánea, personal y política, de los espigadores, personas que tradicionalmente recogían el grano que quedaba en los campos tras la cosecha. El resultado es un sueño profundo, extraordinariamente tierno y filosófico sobre lo que podría significar vivir en el mundo —tomar solo lo que necesitas, compartir todo lo que tienes— que es en sí mismo una proeza del rebusque cinematográfico.

Con la primera entrega de su trilogía de El señor de los anillos, Peter Jackson casi hizo lo imposible: dio vida a la Tierra Media de J.R.R. Tolkien en las colinas de Nueva Zelanda, atrayendo a los fanáticos más veteranos y a los recién llegados que pudieran ser reacios a la jerga sobre elfos y orcos. La película estableció un nuevo estándar para las superproducciones de fantasía, con un maquillaje y unos efectos que siguen siendo de buena calidad, y unos decorados envolventes y en ocasiones terroríficos. En cuanto suena la banda sonora de Howard Shore, es difícil no sentirse transportado.

La escena inicial de la ópera prima de Celine Song te seduce: a altas horas de la noche, en un bar de Nueva York, una mujer (interpretada por Greta Lee) está sentada entre dos hombres (Teo Yoo y John Magaro) y no está claro quiénes son el uno para el otro. La escena final con las mismas tres personas, filmada en una sola toma en una acera, puede destrozarte el corazón. Entre ambas escenas, la historia de Song se desarrolla en Nueva York y Seúl, y está llena de exquisitas reflexiones sobre el tiempo, el amor, el destino y la reinvención.

Las interminables frases ocurrentes, los absurdos decorados, el enorme y estúpido presentador sexista interpretado con la dosis justa de locura por Will Ferrell, posiblemente en su mejor momento: esta comedia es el antídoto perfecto para cualquier mal que te aqueje. ¿Tiene sentido la historia? La verdad es que no. ¿Importa eso? No. Estás ahí por los chistes, las peleas entre equipos de noticias rivales y la sensación de que los miembros del reparto se lo pasaron como nunca haciendo esta película. Además, ahora todos sabemos que “San Diago” en alemán significa “vagina de ballena”.

Melancolía, de Lars von Trier, está aquí para desalentarte de un modo tan sobrecogedor como contemplativo. Kirsten Dunst interpreta a una novia que se desmorona, tanto mejor para coincidir con el estado del mundo, que está a punto de chocar con un planeta errante. Cuando se trata de desolación y brutalidad, von Trier es el que mejor lo hace, pero el director se las arregla para convertir la aniquilación total en algo bello.

Los hermanos Coen escarban en la escena folk de la década de 1960 centrándose en uno de sus perdedores. El personaje del título, interpretado por un Oscar Isaac que es una revelación, es un tipo infeliz, que llora la pérdida de su compañero musical, y un imbécil, propenso a aprovecharse de supuestos amigos. La música de Llewyn es buena, pero no al nivel de Bob Dylan. Esto convierte a la película en una de las obras de arte por excelencia sobre ser un artista al margen de la grandeza. La ironía de que la propia película sea genial es justo el tipo de karma que Llewyn merece.

La obra maestra documental de Joshua Oppenheimer trata sobre los autores de los asesinatos en masa perpetrados en Indonesia entre 1965 y 1966. Sin embargo, el tema central es la increíble capacidad de la mente humana para compartimentar y racionalizar actos monstruosos de crueldad hacia otras personas. La forma en que Oppenheimer aborda el tema da como resultado una película que se asemeja a un suspenso psicológico, aún más aterradora por tratarse de una historia real.

Chiwetel Ejiofor, actor

¿Dónde está el límite entre el afán de perfección y la obsesión malsana? Natalie Portman se llevó a casa el Oscar a la mejor actriz por su papel de Nina, una bailarina cuya competencia con una rival (Mila Kunis) por el papel protagonista en El lago de los cisnes la empuja a la locura. El director Darren Aronofsky aumenta la tensión y la desorientación en este thriller psicológico hasta que nuestras cabezas dan vueltas junto con las bailarinas. Las escenas que muestran las alucinaciones de Nina infunden al horror corporal un inolvidable grandeur sombrío.

Muerte, resurrección, lazos familiares y una emocionante interpretación de Penélope Cruz componen esta joya dramática de Pedro Almodóvar. Varias generaciones de mujeres muestran determinación mientras sortean obstáculo tras obstáculo. Es una obra de empoderamiento, rebosante de belleza y pasión (como muchas de las películas de Almodóvar), y salpicada de una pizca de realismo mágico que abre su narrativa a nuevos ámbitos.

Hay temas ambiciosos y luego está El árbol de la vida, de Terrence Malick, ganadora de la Palma de Oro, que intenta abarcar toda la creación. Esta película impresionista, una meditación sobre la memoria y la pérdida, sigue vagamente a una familia suburbana en el Texas de la década de 1950 y a uno de sus hijos atribulados (Sean Penn) en 2010. Pero en su audaz secuencia sobre “la historia del universo”, busca el significado de una vida humana examinando los orígenes violentos, bellos y misteriosos de la vida misma.

Al ver este debut cinematográfico silenciosamente devastador de Charlotte Wells, se tiene la sensación de estar viendo las películas caseras de alguien, incluso en las escenas que no están rodadas para parecer imágenes de una videocámara de las vacaciones de un padre y una hija en Turquía. Las interpretaciones perfectamente afinadas de la joven debutante Frankie Corio y de la revelación Paul Mescal (nominado al Oscar al mejor actor) contribuyen al realismo íntimo; cuando los indicios de oscuridad se cuelan en su viaje soleado y queda claro que su tiempo juntos es cosa del pasado, es desgarrador.

Barry Jenkins, director

¿Cómo se escribe cuando tienes salchichas en lugar de dedos? La película tremendamente creativa de Daniel Kwan y Daniel Scheinert te hará plantearte esta y muchas otras preguntas que nunca habías imaginado. Con una lluvia que es más bien una tormenta de ideas, esta película no debería funcionar tan bien como lo hace, pero los seguros cineastas destilan su narrativa multiversal y que salta de un género a otro en verdades sobre el amor y la familia. Resulta que esos dedos de salchicha pueden abrazar fácilmente.

Esta aventura en tonos sepia de los hermanos Coen se presenta como una adaptación de la Odisea de Homero y, aunque ese hilo conductor es, en el mejor de los casos, flojo, ofrece un sustancioso guiso de folclore, cuentos fantásticos e incluso fantasía. En el polvoriento Mississippi de la época de la Depresión, tres poco inteligentes convictos que se fugaron de prisión se embarcan en una búsqueda del tesoro. Se produce entonces un viaje caprichoso y divertido, pero es el uso que hacen los cineastas de la música sureña estadounidense, incluyendo el gospel, el delta blues y el bluegrass, lo que eleva esta búsqueda a una alegoría sobre la libertad, el perdón, la esperanza y las muchas formas en que somos inherentemente imperfectos.

Benny Safdie, actor y director

Michael Haneke, el provocador director de Funny Games, desplegó un toque sorprendentemente tierno a este desgarrador retrato de la devoción conyugal. Basándose en los recuerdos que el público tiene de sus estrellas, Jean-Louis Trintignant (El Conformista) y Emmanuelle Riva (Hiroshima Mon Amour), Haneke les dio el papel de Georges y Anne, ex profesores de música casados. Georges cuida de Anne a medida que su salud se deteriora; reconoce que no hay mucho que hacer, y que poco a poco está llegando al cierre de su propia vida.

Un retrato desgarrador de la imaginación y la inocencia infantiles en medio de la pobreza y la marginación en Estados Unidos. Moonee, de 6 años (Brooklynn Prince), causa estragos en un motel de mal gusto cerca de Disney World. Te dan ganas de abrazarla con alegría y de regañarla a la vez, y esa es la clave: es una niña, y muy vivaz. La película se nutre de una tensión tácita (es poco probable que esta existencia termine bien) y de la forma en que un mundo mágico y fantástico, creado y comercializado por Disney, se encuentra justo ahí, fuera de su alcance.

Un roedor animado, un telón de fondo parisino, una historia de cenicientas (Ok, de ceniratas): es la base de muchos cuentos animados. Pero hay una diferencia entre repetir lo mismo de siempre y elevar un clásico, como la trayectoria del plato titular de esta película. Remy, una rata de campo con un paladar sofisticado y fe en sí mismo, se dirige a la ciudad para hacer realidad sus sueños culinarios, desencadenando una aventura encantadora, ingeniosa y conmovedora. Sus lecciones sobre cómo reavivar nuestra pasión, incluso cuando hace tiempo que se ha convertido en monotonía, perduran mucho después del festín.

Podríamos decir que es la Secreto en la montaña lesbiana: una conmovedora historia de amor entre personas del mismo sexo con grandes estrellas (Cate Blanchett, Rooney Mara), apolítica excepto porque existe, ambientada en una época (en este caso, la década de 1950) en la que los homosexuales sobrevivían gracias al autoencarcelamiento (fíjate en cómo las persianas del motel en Carol proyectan sombras que parecen los barrotes de una prisión). Sin embargo, Carol termina con una nota ligeramente más feliz. La madre de alta sociedad interpretada por Blanchett debe renunciar a la custodia de su querida hija, pero al menos ya no teme su sexualidad. La joven fotógrafa interpretada por Rooney lo dice en voz alta al final: “No tengo miedo”.

El poder de las estrellas nunca ha sido tan brillante como en la nueva versión de Steven Soderbergh de la película de atracos del Rat Pack de 1960. Esta versión empareja a George Clooney en su faceta más fina con un pícaro Brad Pitt de cabello puntiagudo en una osada aventura que mantiene la tensión alta sin dejar de ser impecablemente elegante y estilosa. Todos los miembros del equipo de Danny Ocean son una delicia, incluidos Elliott Gould con gafas extragrandes y Don Cheadle con acento británico. Además, Soderbergh confiere a Las Vegas un aura de ensueño que hace juego con las celebridades de la pantalla.

Ésta es para los marginados. El drama de Tomas Alfredson, que se desarrolla en su mayor parte con una fría sensación de calma, sigue la amistad entre un chico indiferente, Oskar (Kare Hedebrant), y su poco convencional vecina, Eli (Lina Leandersson), quien podría ser un vampiro. La película es templada, sangrienta cuando es necesario, pero comprensiva con los retos de sus protagonistas y generosa en la forma en que retrata su conexión mientras empuja el género de película de vampiros en nuevas direcciones.

Qué inquietante viaje mental ofrece Jonathan Glazer en esta emocionante película de suspenso. Scarlett Johansson interpreta a una alienígena con una mirada sugerente que hace que los hombres se despojen de sus ropas y la sigan hacia un vacío líquido. Las imágenes son hipnotizantes y perturbadoras a la vez. Es una película lírica de combustión lenta, con una banda sonora de Mica Levi que intensifica el terror. Y la imponente presencia de Johansson puede hacer que tú también la sigas al vacío.

“¿Cuántas bombas has desactivado?”, pregunta un oficial al sargento James (Jeremy Renner), quien acaba de apagar un vehículo en llamas y neutralizar su maletero lleno de explosivos. “Ochocientos setenta y tres, señor”, responde. Kathryn Bigelow se convirtió en la primera mujer en ganar el Oscar a la mejor dirección por esta estremecedora película sobre un equipo de artillería estadounidense en Irak. Al capturar la guerra del siglo XXI de los insurgentes y los artefactos explosivos improvisados en las carreteras, The Hurt Locker también examina la psique de un adicto a la adrenalina que se siente más a gusto en un traje antiexplosivos que en un pasillo del supermercado.

Tras 16 años de ausencia, Todd Field regresó a la dirección con la que quizá sea la película más representativa de la era de la cultura de la cancelación. Cate Blanchett interpreta a Lydia Tár, una virtuosa directora de orquesta con camisas perfectamente a la medida y una vena arrogante que es a la vez su activo más importante y su perdición. El truco de Tár es que Field y Blanchett construyen a Lydia con tal meticulosidad que a veces cuesta recordar que no es una persona real. Y teniendo en cuenta que se trata de un análisis profundo del poder, a menudo también resulta hilarante.

En primera plana, una historia detectivesca sobre periodistas que descubren los esfuerzos de la arquidiócesis de Boston por ocultar un enorme escándalo de abusos sexuales a menores, es un relato sobrio sobre héroes que persiguen tenazmente la verdad. Esta ganadora del Oscar a la mejor película fue muy apreciada precisamente porque carecía de los grandes discursos y de las escenas retrospectivas explotadoras que suelen acompañar a los dramas periodísticos y, en su lugar, se comprometía con los detalles poco glamurosos de un trabajo a menudo poco glamuroso.

El padre de la bomba atómica, y por tanto de nuestra era apocalíptica, proporciona al director Christopher Nolan un tema ideal para su obra maestra. Nolan está obsesionado con la colisión entre ciencia y humanismo; al estructurar la película explícitamente en torno a las formas en que se crea el poder —fisión y fusión, una generativa y otra destructiva— ha hecho una epopeya operística que es historia, suspenso y advertencia, todo en uno.

Un ejemplo perfecto de narrador poco fiable, Perdida lleva la trama de “su palabra contra la mía” a nuevas cotas. Escrita por Gillian Flynn, autora de la exitosa novela en la que se basa, la película ofrece versiones contradictorias del matrimonio entre la sofisticada y urbana Amy y Nick, quien es del medio oeste rural de Estados Unidos, interpretados con una precisión impecable por Rosamund Pike y Ben Affleck, y nos mantiene a la expectativa sobre quién es el héroe y quién el villano. Al final, ¿hay algún ganador en el reino de la domesticidad tóxica?

Ojalá todas las familias disfuncionales se apoyaran así en los sueños de los demás. Quizá esa sea la moraleja de Pequeña Miss Sunshine, que se centra en los abatidos y eclécticos Hoover, entre los que se encuentran un tío suicida, un abuelo heroinómano y un padre siempre buscando la próxima forma de hacerse rico rápidamente. Todos se suben a una furgoneta Volkswagen para dar a su hija Olive (Abigail Breslin) la oportunidad de ganar un concurso de belleza infantil. Mitad película de carretera cómica, mitad comentario sobre los Estados Unidos contemporáneos, Pequeña Miss Sunshine deleita tanto por su corazón como por sus impresionantes interpretaciones.

Este thriller de Christopher Nolan destaca por su ingeniosa estructura: comienza al final de la historia y retrocede escena a escena. La narrativa inconexa nos da una idea de cómo es la vida de Leonard (Guy Pearce), quien no puede almacenar recuerdos a corto plazo y se tatúa el cuerpo con pistas sobre el asesinato de su esposa. Es un rompecabezas ingenioso, pero lo que hace inolvidable a Memento es lo que dice sobre la identidad y las historias que nos contamos sobre nosotros mismos, hasta su sorpresivo final... o principio.

Nunca antes los tiroteos, las puñaladas, las palizas, las decapitaciones, las destripaciones, las amputaciones, las mutilaciones, las incisiones, los cortes, los hachazos y las mordidas habían sido tan divertidos. El personaje de Uma Thurman, La Novia, despierta de un coma y jura vengarse de sus agresores con nombres en clave, entre los que se incluye a Cottonmouth (Lucy Liu), que lleva kimono y empuña una katana, y la aparentemente normal Copperhead (Vivica A. Fox), quien guarda una pistola en la caja de cereales de su hija. Quentin Tarantino utiliza con cariño los estilos del cine de serie B —spaghetti western, kung fu, anime, grindhouse— para contar su historia sombría.

Un infernal profesor de música (JK Simmons) y su arrogante discípulo (Miles Teller) se enzarzan en una fascinante batalla de voluntades. El director Damien Chazelle ha dicho que se inspiró en Nacido para matar de Stanley Kubrick para explorar la idea de que la excelencia musical, como el combate, exige una disciplina total y la entrega de uno mismo. La intensísima Whiplash —el solo final de batería te hará sudar la gota gorda— ganó tres Oscar, uno de ellos para Simmons, y consagró a Chazelle, que entonces tenía solo 29 años, como uno de los cineastas más prometedores de su generación.

Casi una década antes de sus célebres papeles en Anatomía de una caída y Zona de interés, la actriz alemana Sandra Hüller coprotagonizó este estudio de doble carácter sobre una arribista muy tensa y su anciano padre bromista (Peter Simonischek). Cuando papá hace una repentina visita sin previo aviso a su hija semidistanciada en Bucarest, lo que sigue es un desfile dadaísta de karaoke forzado, desnudos espontáneos y folclore búlgaro prestado, en el que no se desperdicia ni uno de los desgreñados, surrealistas y, de algún modo, profundamente humanos 162 minutos de la película.

John Turturro, actor

Podría decirse que Diamantes en bruto es una de las películas más angustiosas de lo que llevamos de siglo. Los hermanos Safdie han realizado un divertidísimo estudio de carácter sobre Howard Ratner (Adam Sandler), un distribuidor de diamantes judío con problemas de ludopatía. La película es tan abrasiva como Howard, que está constantemente en una crisis de su propia cosecha mientras intenta evitar la ira de su mujer (Idina Menzel), los secuaces de un usurero y la superestrella del baloncesto Kevin Garnett, quien se ha quedado prendado de un ópalo que Howard ha importado de Etiopía.

Fuente: telam

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