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27/07/2025

Los drusos anticipan uno de los futuros posibles para Medio Oriente

Fuente: telam

Esta población ha conservado no solo su religión sino una forma de ser y de existir, con tradiciones propias durante más de un milenio, siendo minoría religiosa en todos los países donde se encuentran

>Después de lo que ocurrió con la caída del Sha y la llegada de los ayatolas y después del fracaso de la Primavera Árabe, tengo reticencia a hablar de “cambios históricos” en el Medio Oriente, ya que quienes no son de la región tienden a equivocarse. Con esa prevención, ha pasado relativamente desapercibido que el cambio más importante en décadas ya tuvo lugar, la alianza de hecho entre los países árabes sunitas e Israel, es decir, viejos enemigos se acercaron de tal forma, que Israel fue ayudado militarmente por antiguos adversarios debido al temor mutuo de la bomba atómica iraní, algo que cuesta mucho ser entendido por el buenismo occidental.

De concretarse este proceso en independencia, autonomía, o federalización real, sería una transformación relevante, dado el origen yihadista de Ahmed al-Charaa (antes Abu Mohamed al-Golani), el nuevo presidente, ya que la idea de minorías es totalmente ajena al islamismo, el fundamentalismo, el islam político, demostrado dondequiera en el pasado hayan tenido poder.

Los drusos son poco más de un millón de personas, y al igual que otros grupos tienen cercanía territorial, divididos entre Israel, El Líbano, Siria, y en menor medida, Jordania. Los drusos no son los únicos, pero son sin duda diferentes, lo que se expresa tanto en lo religioso como en la conciencia colectiva. Son un grupo religioso de lengua árabe, y no se identifican como musulmanes, ya que practican una religión abrahámica (de Abraham), a la vez monoteísta y sincrética que también recoge enseñanzas de filósofos griegos, y entre otros, incorpora elementos del gnosticismo, el zoroastrismo y el budismo, como también de la parte hermética del chiismo ismailí.

Son de etnia árabe, definiéndose como un pueblo sin fronteras, cualidad compartida con varios en la vecindad, y solo por mencionar algunos como kurdos, yazidíes y beduinos, estos últimos con los que se han enfrentado en Siria a través de las respectivas milicias, exactamente la realidad que fue escondida cuando Francia y el Reino Unido impusieron el modelo de un país centralizado, en Irak y Siria, como también en otros.

Los drusos han conservado no solo su religión sino una forma de ser y de existir, con tradiciones propias durante más de un milenio, siendo minoría religiosa en todos los países donde se encuentran, y con frecuencia han sido perseguidos por regímenes musulmanes, incluyendo el actual extremismo del islam político, siendo casi una excepción Israel, donde han tenido aceptación e integración, incluyendo un muy destacado historial en las fuerzas armadas, tanto que Netanyahu y otros primeros ministros se han referido siempre a ellos como “hermanos”. Parte de los drusos han estado desde 1948, pero muchos que vivían en el Golán fueron incorporados desde Siria, junto con ese territorio, después de 1967.

La historia de la creación de la fe drusa se sitúa entre los años 1017 y 1018 d. C., continuidad milenaria que no es fácil trasladar a lectores, auditores y espectadores, donde sobresalen algunas características, tales como el respeto a las distintas formas de gobierno de los países donde se encuentran, al mismo tiempo de dificultar que extraños se conviertan a su religión como también desalentar los matrimonios fuera de la fe, con una particularidad especial, en el sentido de prácticas religiosas que se mantienen en secreto, todas ellas características que hacen difícil que el extremismo las respete como tampoco lo hacen con otras minorías, partiendo por quienes son sus primeras víctimas, otros musulmanes, por lo que a diferencia del occidente estos grupos fundamentalistas son ilegales en varios países árabes.

El interés mundial en los drusos solo apareció con la masacre que tuvo lugar hace un par de semanas en la provincia siria de Suida (castellanización de Sweida), que por algo es conocida como Jabal al-Druze o Montaña de los Drusos, donde la intervención militar de Israel que incluyó bombardeos en Damasco fue determinante para que no fuera peor, aunque en todo caso los muertos se contaron en cientos. La cobertura internacional condujo a una negociación, obligando al gobierno a hacerse presente, hasta entonces más bien ausente de su obligación de protección a los ciudadanos drusos.

Si Israel lo hizo fue por petición de los drusos que viven en ese país, pero, Israel ha estado presente, desde hace tiempo, confrontando a Irán e Hezbolá durante la guerra civil y después, de la caída de la dictadura, con presencia en la zona fronteriza, fundamentalmente la que desde la guerra de Yom Kippur estaba desmilitarizada, con ataques a los lugares abandonados por el ejército y a los arsenales respectivos, para evitar que cayeran en manos yihadistas, por algo públicamente declarado, que Israel no va a aceptar que Siria se convierta en un nuevo Líbano, desde donde se le ataque por años, experiencia que los lleva a actuar preventivamente. Además, detrás del nuevo gobierno está la Turquía de Erdogan, lo que constituye una preocupación adicional.

Por el momento especial que se vive en Siria, los drusos serían aquellos que podrían anticipar el futuro para estos pueblos sin Estado, en el sentido de reconocerlos e ir hacia nuevas formas de autogobierno, que podrían llegar a la independencia en algunos casos, o al menos a la autonomía, o a arreglos distintos a los mencionados, como podría ser el caso de los yazidíes (yezidis) que en el pasado han buscado ser parte federalizada de un futuro Estado kurdo. Sin embargo, para que avance este proceso, se necesita un verdadero cambio cultural en la forma que se ejerce el poder, ya que nunca ha habido una aceptación de los conceptos de diversidad o de minorías, tampoco en las monarquías, lo que a su vez demandaría el abandono de la centralización forzosa y la imposición de religiones oficiales obligatorias.

Más aún, antes de Siria ya era un proceso en marcha, como lo demuestra la verdadera autonomía de hecho de la que han gozado los kurdos en Irak después del retiro de EEUU, como también podría impactar en Turquía, que no les otorga suficientes derechos y más bien los reprime, o a Irán, que, como heredero del imperio persa, tiene a su interior una minoría árabe que se siente discriminada como también un movimiento reivindicatorio que pide la creación del Beluchistán, que quiere separarse de Pakistán, pero que también opera, con atentados terroristas incluidos en Sistán y Beluchistán, del vecino Irán.

Si los cambios que realmente son observables en la región coincidieran con aquellos que están teniendo lugar en el mundo, de partida en EEUU, sería otra razón adicional para impulsar la alianza, que está recién apareciendo y que quizás necesita del Estado palestino para materializarse públicamente, entre Israel y los países árabes sunitas, lo que podría incluir también a El Líbano, quizás la alianza adecuada para la realidad que ha surgido en la región con posterioridad al triunfo militar de Israel, en su guerra en 7 frentes.

Israel, quiéralo o no, ya está metido, ya es actor relevante y debe ser parte activa de lo que ha ayudado a crear. Por lo demás, le ayudaría mucho a no repetir errores del pasado que todavía lamenta, como, por ejemplo, haberse retirado unilateralmente de El Líbano el 2000 y de Gaza el 2005, ya que nada obtuvo ni a nadie ayudó haber hecho esos gestos, como es el caso de los cristianos en El Líbano aplastados por Hezbolá o de la Autoridad Palestina sufriendo en manos de Hamas, temor que los condiciona hasta el día de hoy.

Israel ya tiene la mala experiencia que en el Medio Oriente no funcionan los gestos buenistas, por muchas buenas intenciones que se tuvieran. Lo que siempre ha funcionado, es el respeto al poder y a quienes hacen uso de este, por lo que el alejamiento unilateral tampoco le dio resultado a Obama, con su ultimátum no honrado a al-Asad en la guerra civil siria.

Lo razonable y lo que se espera de Israel en las capitales árabes es que actúe de acuerdo con el estatus económico, tecnológico y militar que ha adquirido, países que están contentos de que se lograra detener por ahora los afanes expansionistas de los ayatolas iraníes. Es indudablemente una oportunidad para actuar política y no militarmente, ya que la desintegración de Siria sería un escenario terrible para la región, por lo que, si existe una colaboración amplia, con el concurso de todos, se podría consensuar una salida que evite esa desintegración.

Por cierto, nada detendrá la mano de quienes odian por encima de todo otro sentimiento, ya que se avecina una nueva ofensiva de quienes no aceptan a Israel, que ha disminuido en el Medio Oriente, pero que ha crecido en la Unión Europea, veneno que también se ha inoculado en el Reino Unido, Australia y Canadá, unido a cambios políticos como consecuencia de la presencia en importantes cargos de descendientes de inmigrantes que ahora apoyan al yihadismo, además de ser fuerza electoral creciente. Se trata de una nueva versión del lawfare, esa guerra o guerrilla jurídica que busca utilizar los sistemas legales para instrumentalizar a los sistemas judiciales.

Ya no se trata de las acusaciones de “genocidio” al país, tampoco del comercio o las inversiones, sino ahora el objetivo es paralizar los viajes de los israelíes, acusándolos a ellos como personas naturales de “delitos” tales como haber cometido crímenes de guerra por haber servido en las fuerzas armadas, buscando encarcelarlos en viajes de turismo al extranjero, lo que ya ha sido ensayado en países que aceptan algún tipo de jurisdicción universal, tales como Brasil, Bélgica y Argentina, donde sus tribunales tienen jurisdicción fuera de sus fronteras.

Y si menciono estos hechos, lo que pasó, lo que está pasando y lo que, con toda seguridad, pasará, es por la necesidad que Israel confronte estos temas, que combinan política, guerra y relaciones internacionales, para que se abandone la pasividad, y se organice una contraofensiva inteligente, ya que al igual que en esta guerra en 7 frentes, los temas de imagen que son una forma de guerra híbrida, pueden perjudicar la muy auspiciosa relación que existe con los países árabes, como sin duda ya tuvo lugar con Europa. Al respecto, cuesta entender que, si Israel se adapta rápidamente a nuevos desafíos como está ocurriendo en Siria, sea incapaz de abordar el tema de imagen.

Máster y PhD en Ciencia Política (Essex U), Licenciado en Derecho (U. de Barcelona), Abogado (U. de Chile), excandidato presidencial (Chile, 2013)

Fuente: telam

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