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27/07/2025

El contexto histórico y los motivos detrás de la llegada de submarinos nazis a la Argentina

Fuente: telam

Tiempo después de la capitulación del Tercer Reich, dos sumergibles de la Kriegsmarine se entregaron en Mar del Plata. Otros estarían hundidos en costas argentinas

>“No nos consideraban prisioneros de guerra, sino camaradas alemanes”.

La primera cita corresponde a un marino del U-530 y la segunda, al comandante del U-977, Heinz Schaeffer. Se trata de los dos submarinos nazis que decidieron entregarse en el puerto de Mar del Plata tras la caída del Tercer Reich. Ambas embarcaciones aparecieron en la ciudad costera bonaerense bastante después del suicidio de Adolf Hitler y de la capitulación alemana. El U-530, comandado por Otto Wehrmut, lo hizo el 10 de julio de 1945, mientras que el U-977 asombró a los marplatenses poco más de un mes más tarde, el 17 de agosto.

Las apariciones del U-530 y el U-977 en Mar del Plata no fueron las únicas de U-Boote en las costas argentinas. Mucho antes, y a lo largo del conflicto bélico, fueron numerosos los avistamientos de submarinos alemanes a lo largo del litoral patagónico. Incluso hay pruebas y relevamientos que permiten deducir que al menos otros tres sumergibles permanecen hundidos cerca de las costas argentinas. Dos de estos frente a Río Negro, en Caleta de los Loros, y el restante en cercanías de Quequén, Necochea. Este último sumergible es sobre el que trabajó la agrupación Eslabón Perdido, que dirige el investigador argentino Abel Basti y que ahora Infobae aporta nuevos documentos para esclarecer lo ocurrido.

Para comprender un poco más los motivos que llevaron a los marinos del Tercer Reich a elegir la Argentina es preciso recordar el contexto histórico. Cuando estalló la guerra, el 1 de septiembre de 1939, el presidente Roberto Ortiz abogó por una declaración de “no beligerancia” que creía podía dar al país una completa libertad de actuar en función de los intereses argentinos. La intención de Ortiz -que pidió licencia por enfermedad en 1940 y renunció a la presidencia en 1942- era lograr una postura regional en ese sentido, pero esto fue rechazado por los Estados Unidos, situación que se agravó con el ataque japonés a Pearl Harbour, el 7 de diciembre de 1941. A partir de ese momento, ya con Ramón Castillo a cargo del gobierno, crecieron las presiones norteamericanas hacia la Argentina para que cambie su posición respecto a las potencias del Eje (Alemania, Italia y Japón). Castillo era un acérrimo neutralista y rechazaba las presiones de los Estados Unidos.

Al momento de producirse la revolución militar del 4 de junio de 1943 que derrocó al gobierno de Castillo, la Segunda Guerra Mundial ya había tenido “el vuelco del destino”, como Winston Churchill tituló uno de sus libros de memorias de la guerra. Se habían producido El Alamein y Stalingrado, y los Aliados llevaban la iniciativa.

Pese a esto, la mayoría de los militares que asaltaron el poder en 1943 creían en las posibilidades del Tercer Reich de ganar la guerra. De hecho los líderes del GOU (Grupo de Oficiales Unidos), entre los que se destacaba Juan Domingo Perón, simpatizaban con el Eje y consideraban que un triunfo de Alemania sería beneficioso para la Argentina para lograr un liderazgo regional. Cabe recordar que Brasil le declaró la guerra a los nazis bastante antes, en agosto del 42, y fue el único país sudamericano que envió tropas a combatir al extranjero para el bando Aliado.

Las presiones de los Estados Unidos hacia la Argentina crecieron mientras se sucedían las acusaciones de complicidad de Buenos Aires con los nazis. Primero fue descubierta una negociación secreta del gobierno argentino con Alemania para la obtención de armas, al tiempo que los militares eran acusados de proteger una red de espías alemanes que operaban en Argentina. Finalmente, el 26 de enero de 1944 la Argentina rompió relaciones con Alemania y Japón, provocando una crisis interna del gobierno, que derivó en la salida de Ramirez y la asunción como presidente de Edelmiro Farell. Al mismo tiempo, crecía la figura de Perón como hombre fuerte de la revolución.

La ruptura de relaciones de Argentina con los países del Eje no satisfizo a la Casa Blanca, que impulsó un aislamiento diplomático y un boicot económico, que fue imitado por otros países. En medio de un clima de presión creciente llegó, tardíamente, en marzo de 1945, la declaración de guerra de la Argentina contra las potencias del Eje. Más allá de estas formalidades -la ruptura de relaciones y la declaración de guerra- lo cierto es que Argentina permitió el accionar de espías nazis casi sin molestarlos y mantuvo vínculos estrechos con el Reich.

En la post guerra, también llegaron a la Argentina numerosos científicos del Reich de la mano de Perón para impulsar varias industrias nacionales -esto también lo hicieron las potencias vencedoras, que reclutaron afamados cerebros nazis-, pero también se refugiaron en estas tierras notorios criminales de guerra como Adolf Eichmann, Erick Priebke o Josef Mengele.

El arma submarina hizo un aporte relevante al esfuerzo bélico del Tercer Reich. A lo largo de la SGM, las “manadas de lobos” hundieron o averiaron alrededor de 200 naves de guerra y mandaron a pique a casi 3 mil barcos mercantes.

Poco después de la invasión de Normandía, en junio del 44, los alemanes debieron abandonar sus bases francesas en el golfo de Vizcaya y trasladaron los sumergibles a puertos noruegos. “Allí nuestras defensas seguían intactas”, recordó Karl Doenitz, comandante de la Armada nazi, en sus memorias.

Promediando la guerra, los submarinos alemanes fueron equipados con Schnorchel, un tubo con válvula automática que permitía a los motores Diesel “respirar” bajo agua, evitando la emersión para volver a cargar sus acumuladores. Sumaron también un nuevo aparato antiradar, el Naxos. Estos avances les permitieron seguir combatiendo pese a la notable superioridad del enemigo en recursos y armamentos.

El 12 de mayo, sin conocer todavía la noticia de la capitulación -ocurrida el 7 y 8 de mayo-, Wermuth alejó su U-boot de la costa para poder comunicarse con su base. Al anoticiarse del fin de la guerra y sobre la orden de entregar su embarcación, el joven comandante habló con su tripulación y sugirió dirigirse a países “amigos”: la España de Franco o la Argentina. El segundo destino fue el más votado y la nave puso rumbo a Sudamérica.

Durante las primeras horas de la mañana del 10 de julio de 1945, el U-530 apareció en aguas marplatenses y Wermuth rindió su buque a las autoridades argentinas. Días después, los oficiales y la tripulación fueron llevados a los Estados Unidos y el submarino remolcado al mismo destino.

En cuanto al U-977, estuvo al mando de Heinz Schäffer, de 24 años, desde diciembre de 1944. Entre abril y mayo de 1945 permaneció en aguas noruegas hasta que se le encomendó dirigirse frente al puerto británico de Southampton con el objetivo de emprender posibles acciones contra naves enemigas. Cuando el U-977 recibió esta misión Hitler ya estaba muerto y Doenitz ejercía como su sucesor, designado por el propio führer.

La travesía hacia Sudamérica del U-977 incluyó una parada en Noruega, donde algunos submarinistas pidieron desembarcar para intentar reunirse con sus familias en el destruido Reich, y 66 días de inmersión, toda una proeza destinada a evitar el bloqueo naval y aéreo de las fuerzas aliadas. Cuando Schäffer consideró que habían llegado a una zona donde los riesgos eran menores, la nave salió a la superficie y se enteró de la rendición del U-530.

Así lo recordó Schäffer: “¿Qué debemos hacer? ¿Sería quizás más propicio intentarlo con Brasil o Uruguay? ¿Sería mejor destruir el submarino frente a la costa argentina, y dejar luego que cada uno resolviera su propia situación? En realidad, esta idea tiene su atractivo, y, después de lo que pasó a nuestro predecesor, parece lo más lógico para no caer prisioneros también nosotros”. Sin embargo, la tripulación eligió entrar a puerto. Y así, el 17 de agosto de 1945, Mar del Plata vio llegar a un nuevo submarino nazi.

El submarino U-977 fue remolcado hacia Norteamérica, igual que anteriormente sucedió con el U-530, hacia el puerto de Boston. Allí fue desmantelado parcialmente y luego hundido, el 13 de noviembre de 1946 por el submarino estadounidense “Atule” en cercanías del Cabo Cod durante una prueba experimental de torpedos.

Fuente: telam

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