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21/07/2025

El “beso de la vida”: la historia de la foto que congeló un rescate desesperado entre la vida y la muerte a seis metros de altura

Fuente: telam

La imagen tomada por Rocco Morabito, en 1967, inmortalizó el momento exacto en que un trabajador salvó la vida de un compañero que sufrió una descarga eléctrica. Además de ser premiada, se convirtió en un símbolo de la seguridad laboral

>Estaba colgado enerte, boca abajo y sostenido apenas por el arnés. A seis metros de altura, Randall G. Champion acababa de recibir una descarga eléctrica de más de cuatro mil voltios mientras trabajaba en un poste de luz en Jacksonville, Florida. Era el 17 de julio de 1967 y la rutina laboral de los trabajadores de las líneas de alta tensión cambió en segundos: Randall rozó un cable que parecía inactivo y lo dejó inconsciente apenas hizo contacto con él.

En la calle, a pocos metros, el fotógrafo Rocco Morabito recorría la ciudad para cubrir una huelga ferroviaria para el periódico Jacksonville Journal. Pero, el olfato periodístico lo sacó a empujones de su auto apenas vio la escena. Frenó la marcha, pidió ayuda por radio ante la emergencia y tomó su cámara. Disparó el obturador de su cámara varias veces y captó un momento de desesperación que convirtió en historia. La imagen fue titulada El beso de la vida y ganó el Premio Pulitzer de Fotografía de Noticias al año siguiente.

Randall G. Champion tenía 29 años y trabajaba como liniero —un trabajo esencial para garantizar el suministro de energía eléctrica— en la ciudad de Jacksonville. Aquella mañana de julio de 1967, trepó un poste de más de seis metros de altura para realizar tareas de mantenimiento sobre una línea eléctrica. A 120 metros de él, su compañero J.D. Thompson hacía lo propio.

El accidente que pudo costarle la vida se produjo porque no llevaba puestos los guantes aislantes ni el equipo de protección completo exigido para manipular líneas de esa tensión. El entrenamiento no fue suficiente para evitar el descuido, y el contacto con el cable bastó para detenerle el corazón. Durante unos minutos, Randall quedó técnicamente muerto, suspendido en el aire.

“Agarró el cable eléctrico con los cuatro dedos”, recordó más tarde Thompson, que sin dudarlo, bajó de su poste y corrió hacia Champion. “La corriente salió… creo que era el pie izquierdo. Y se abrió un agujero por donde salió”.

Thompson reaccionó de inmediato. Subió por el poste como pudo, atado a su cinturón de seguridad, y apenas alcanzó a su amigo, lo tomó del cuello y comenzó a aplicarle respiración boca a boca allí mismo, colgado. “Le puse aire tan fuerte como pude y también le golpeé el pecho”, describió. No había margen de error. El rescate era contrarreloj y él lo sabía...

En cuestión de segundos, Thompson sintió un débil pulso. Bajó con Randall sobre los hombros y, ya en el suelo, otros compañeros continuaron con las maniobras de reanimación hasta la llegada de la ambulancia. Champion vivió para contarlo. “Empecé a forcejear… creía que todavía estaba colgado del cable”, contó luego, al recordar su primera sensación al recuperar la conciencia. Pese a todo, la lesión de Randall fue una quemadura grave en ese pie, que requirió un injerto de piel y una recuperación prolongada. Durante meses, debió someterse a curaciones y rehabilitación física para volver a caminar.

La imagen de Morabito fue publicada al día siguiente en el Jacksonville Journal, con el título “The Kiss of Life” (El beso de la vida), que le había sugerido su editor, Bob Pate. Morabito había regresado de la escena aún conmocionado y al llegar a la redacción pidió: “Creo que tengo una imagen bastante buena”. El periódico retrasó su cierre de edición para incluirla.

Su potencia visual fue inmediata: en pocas horas, recorrió redacciones, sindicatos y centrales eléctricas de todo Estados Unidos. Al año siguiente, ganó el Premio Pulitzer de Fotografía de Noticias, uno de los máximos galardones del fotoperiodismo.

Durante décadas, estuvo exhibida en estaciones eléctricas, escuelas de oficios, y hasta en el Newseum, un museo interactivo dedicado a la historia del periodismo, la libertad de prensa y la Primera Enmienda de la Constitución de los Estados Unidos. Ubicado en Washington D.C. desde 2008, cerró en diciembre de 2019.

Es que esa escena evidenciaba con crudeza el riesgo cotidiano del oficio de los trabajadores del tendido eléctrico, pero mostraba también la importancia del trabajo en binomio —el llamado buddy system— que establece que ningún trabajador debe realizar este tipo de tareas en solitario; la importancia del conocimiento en RCP y del uso del equipo adecuado.

Después del accidente, los destinos de Champion, Thompson y Morabito quedaron enlazados para siempre. En 1988, más de dos décadas después del episodio, los tres se reunieron en la redacción del Jacksonville Journal para una última foto. Champion, convaleciente de una cirugía cardíaca, posaba junto a Thompson, que ya era jefe de cuadrilla; y Morabito se había convertido ya en una leyenda del periodismo local. Esa vez, no hubo rescate, sino el deseo de tres almas unidas que se volvieron a encontrar.

Randall Champion murió en 2002, a los 64 años, a causa de una insuficiencia cardíaca. Había trabajado más de 30 años en la compañía eléctrica y sobrevivido a la segunda descarga en 1991, cosa que lo obligó a una larga rehabilitación y lo dejó con secuelas físicas graves. Cada vez que podía, contaba que aquel día de 1967 había salido de su casa tan apurado al trabajo que se olvidó de besar a su hija Ann. “Esa fue la parte que más me dolió. Casi no regreso”, solía repetir, revelando la carga emocional de aquel instante suspendido en el aire.

Rocco Morabito lo siguió en 2009, a los 88 años. Hijo de inmigrantes italianos, había sido artillero en la Segunda Guerra Mundial y trabajó durante 42 años en el Jacksonville Journal, 33 de ellos como fotógrafo. Luego de recibir el Premio Pulitzer por The Kiss of Life, no volvió a tomar una foto que alcanzara tamaña magnitud. Se retiró en 1982 con un legado silencioso y poderoso: haber detenido el tiempo en el instante exacto en que una vida volvía.

Ninguno de los tres capitalizó la historia. La vivieron como lo que fue: una experiencia límite que los marcó para siempre. La foto quedó como testimonio. Lo demás —el vínculo, la enseñanza, la vida recuperada— no necesitó ser narrado. Ya estaba todo dicho.

Fuente: telam

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