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13/07/2025

Caravaggio, el genio del arte que nunca se apaga

Fuente: telam

Una muestra en Roma se convirtió en uno de los grandes eventos culturales del mundo, con más de 400 mil visitantes. Por qué el pintor italiano continúa despertando pasiones

>La restauración de El martirio de Santa Úrsula (1610), una de las últimas obras de Gracias a técnicas avanzadas de radiografía, la pieza, que el artista dejó inconclusa al morir antes de que secara el barniz, se exhibe ahora con una limpieza y claridad renovadas. Y, solo ese detalle, no menor, generó que más de 400.000 curiosos la visitaran en sus primeros tres meses, en lo que se ha convertido en uno de los eventos culturales más trascendentes del mundo del año.

La demanda ha sido tal que la exposición, inicialmente programada para concluir antes, ha extendido su duración hasta el 20 de julio. Por lo que la peregrinación de admiradores del gran maestro del claroscuro continúa.

Cada posible atribución o aparición de una obra genera debates, dudas, disputas, como sucedió conO el fenómeno de convocatoria que fue la del Ecce Homo, a la que se llamó el Caravaggio perdido en el Museo del Prado, una pintura queY es que Caravaggio constituye el mito del artista alucinado y genial, que a pesar de haber creado -como todos- para la iglesia y los ricos, no dudaba en romper las reglas. Su detención, sus desafíos al clero con obras que se consideraron profundamente profanas, su extraña muerte de regreso a Roma, ciudad que debió abandonar porque su vida corría peligro. Todo Caravaggio es un relato maravilloso que sigue cautivando. Pero, por supuesto, si sus obras no contuvieran una potencia que, aun para ojos contemporáneos, sigue siendo arrolladora, nada de eso importaría. ¿O sí?

Nacido como Michelangelo Merisi en Milán, pero conocido por el nombre del pueblo de Bérgamo al que su familia huyó escapando de la peste, en sus 38 años de vida, el pintor se convirtió en un creador único, polémico y revolucionario, cuya técnica y mirada herética lo situaron en el centro de una disputa histórica: ¿fue el verdadero padre del claroscuro y, por tanto, el iniciador de la pintura moderna?

La controversia sobre su papel en el desarrollo del claroscuro se remonta a su propia época. Para algunos, Caravaggio fue el pionero del contraste entre luces y sombras; para otros, su “tenebrismo” solo intensificó prácticas ya presentes en las escuelas de Venecia y Bérgamo. Ambas posturas contienen elementos ciertos. Sus años formativos transcurrieron junto a Simone Peterzano, discípulo de Tiziano, y en sus viajes —pintó en Roma, Nápoles, Malta y Sicilia— conoció de cerca la obra de los renacentistas Girolamo Savoldo, Girolamo de Brescia y Giorgione, este último señalado como su mayor inspiración, aunque no siempre en términos positivos.

Por ejemplo, una leyenda sostiene que la modelo de Este enfoque, radicalmente distinto al de las multitudes manieristas que separaban lo divino de lo humano, consolidó a Caravaggio como un artista que eliminó la distancia entre lo sagrado y lo mundano, y que eligió representar la cercanía física y la humanidad sencilla, desprovista de ornamentos y moralismos. Así, la obra, encargada por la Iglesia y rechazada por ella, solo se salvó gracias a la intervención de Pedro Pablo Rubens ante el duque de Mantua.

Caravaggio en el primer curador de su propia obra, situando sus pinturas en ambientes que realzaban sus cualidades: “Según un sistema especial ideado por él, los colocaba en una habitación sombría y los exponía a una luz situada muy alta, que incidía en las partes principales del cuerpo y dejaba el resto en la sombra; de ahí las vehementes oposiciones de claro y oscuro”, escribió Bellori.

Caravaggio llenó sus obras religiosas de herejía, transformó la estética renacentista en algo crudo, humano y desesperado, dotando lo sagrado de una dimensión terrenal. La ausencia de luz en sus cuadros intensificó la sensación de cercanía y asfixia, reforzando la falta de distancia entre espectador y escena, lo que también le valió críticas.

A diferencia de otros pintores que representaron a las clases populares desde una perspectiva de género o documental, en Caravaggio se percibe una auténtica pertenencia. Además de La muerte de la virgen, otras obras suyas desafiaron las expectativas de la Iglesia. En la Italia de la Contrarreforma, que buscaba una imagen más austera y cercana, Caravaggio se negó a corregir las imperfecciones de sus modelos y rechazó los cánones de belleza, eligiendo prostitutas, campesinos y carpinteros, personas con historias visibles en sus rostros y cuerpos.

En La vocación de San Mateo, Cristo aparece como un campesino que entra en un entorno oscuro, donde algunos evitan mirarlo y otros lo observan con desdén, mientras Mateo, incrédulo, se señala el pecho al ser convocado por ese extraño de ropas sucias.

Regresando a Caravaggio 2025, su verdadero logro se encuentra en su envergadura: veinte de las veinticuatro pinturas llegaron en calidad de préstamo, con nueve procedentes de colecciones extranjeras y cinco desde Estados Unidos.

La exposición sigue un recorrido cronológico que permite al visitante adentrarse en la vida agitada y breve del pintor milanés. El itinerario comienza con sus años difíciles en Roma durante la década de 1590, documenta su ascenso meteórico y el respaldo de banqueros y clérigos, y acompaña su exilio tras el homicidio de un hombre en circunstancias poco claras, cuando buscaba el perdón del papa Paulo V.

En la primera sala, se celebra el mecenazgo del cardenal Francesco Maria del Monte, amigo cercano de Ferdinando de Medici, y se reúnen obras que pertenecieron al primer gran protector de Caravaggio: Los jugadores de cartas (1596-97), El adivino (1596–97) y Los músicos (1597). La segunda sala introduce el retrato recientemente atribuido de Maffeo Barberini junto a otro retrato.

La tercera sala reúne escenas bíblicas de gran dramatismo, donde el uso de la luz y la composición recuerdan el trabajo de un director de cine. Entre ellas figuran San Juan Bautista en el desierto (1602-04), El prendimiento de Cristo (1603) y Ecce Homo (1606-09).

Como complemento fuera de las salas, los organizadores proponen una vigésima quinta obra: Júpiter, Neptuno y Plutón (ca. 1597), el único techo pintado por Caravaggio, que puede visitarse a poca distancia, en la La composición reúne a los tres dioses olímpicos con sus elementos: Júpiter representa el aire y el azufre; Neptuno encarna el agua y el mercurio, y Plutón simboliza la tierra y la sal. El pintor usó óleo sobre estuco, un procedimiento que se deteriora con facilidad, como ocurre con La última cena de Leonardo Da Vinci, pero este mural se conserva en perfecto estado.

Fuente: telam

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