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07/07/2025

La batalla por la supremacía militar: ¿pueden la IA y los drones reemplazar a los soldados y los jets?

Fuente: telam

El equilibrio entre innovación, talento y estrategia se vuelve crucial en un escenario donde la creatividad supera la fuerza bruta. Las democracias deben reinventarse para no perder la ventaja en el campo de batalla

>“El futuro de la guerra no se decidirá entre drones y aviones de combate, sino en la capacidad de integración de tecnologías y tácticas”, sostuvo Aaron Kaplowitz en una columna publicada en The Wall Street Journal, donde analizó los recientes conflictos en Ucrania e Israel como ejemplos de una transformación profunda en la naturaleza de la guerra moderna.

Según Kaplowitz, la llamada “Operación Telaraña” no solo demostró ingenio tecnológico, sino que desafió supuestos arraigados sobre la guerra contemporánea. “Una fuerza superada en armamento pero ágil, utilizando drones comerciales, logró interrumpir a un adversario mucho mayor. La velocidad, la asimetría y la creatividad superaron a los sistemas heredados”, escribió el fundador de 1948 Ventures.

Mientras que Ucrania mostró cómo tácticas inteligentes y ágiles pueden desestabilizar a un enemigo, Israel, según Kaplowitz, “dio una clase magistral de guerra moderna al combinar tecnologías convencionales y nuevas en el campo de batalla”.

Kaplowitz añadió que, mediante vehículos supuestamente introducidos de contrabando en Irán, operativos israelíes desplegaron sistemas de armas y misiles de precisión para destruir baterías antiaéreas. “Actuando sobre inteligencia recopilada durante décadas, Israel apuntó y eliminó a decenas de oficiales militares y nucleares iraníes”, relató el columnista, quien subrayó que en la ofensiva participaron inteligencia humana, operaciones cibernéticas, sistemas no tripulados y aviación tripulada. “Fue una hazaña de orquestación militar moderna”, afirmó.

Para Kaplowitz, la lección es inequívoca: “Las operaciones militares exitosas ya no dependen solo de la potencia de fuego abrumadora o de la novedad tecnológica. Ahora requieren síntesis: aire y tierra, sistemas heredados y de nueva generación, humanos y máquinas”.

El columnista advirtió que este mensaje es especialmente relevante para las democracias, en particular para Estados Unidos. “Las guerras del siglo XXI no se ganarán eligiendo entre drones y aviones, entre lo analógico y lo digital, entre inteligencia artificial y la intuición humana. Se ganarán por los ejércitos que los combinen, de manera creativa y continua”, sostuvo.

Kaplowitz consideró que la campaña de drones de Ucrania es un ejemplo de adaptación. “Frente a un ejército muy superior, Kiev equipó drones comerciales con explosivos y software. Ucrania destruyó más de 40 aeronaves rusas a cientos de kilómetros del frente por una fracción del costo de un solo caza”, explicó el autor, resaltando la eficiencia de estos métodos.

El autor identificó en este punto el mayor desafío para el ejército estadounidense. “Las plataformas de armas heredadas de Estados Unidos —tanques, barcos, aviones— siguen siendo formidables, pero a menudo están desconectadas entre sí y de la arquitectura en red habilitada por inteligencia artificial que define el conflicto moderno”, escribió.

Kaplowitz criticó que la innovación se incorpore como un accesorio a hardware obsoleto, en lugar de integrarse en el ADN de la organización. “La inteligencia artificial mejora la precisión de los ataques, pero rara vez informa la estrategia. La interoperabilidad entre lo viejo y lo nuevo sigue siendo irregular, obstaculizada por adquisiciones heredadas y compartimentos burocráticos”, afirmó.

El general Mark Milley, entonces jefe del Estado Mayor Conjunto, testificó que fue “muy cercano” al momento Sputnik chino. Para Kaplowitz, el verdadero asombro residió en la integración detrás del arma: “guía basada en el espacio, propulsión hipersónica y precisión de ataque funcionando en coordinación”. Según el autor, Beijing reconfiguró su ejército en torno a cómo esa capacidad encajaba en su estrategia general.

En contraste, Kaplowitz sostuvo que Estados Unidos suele tratar las mejoras tecnológicas como complementos, no como catalizadores de una transformación mayor. “Esto deja brechas críticas, tanto frente a China como ante adversarios improvisados en Afganistán e Irak, que demostraron que pueden superar a las fuerzas estadounidenses con tecnología más barata e ingenio”, escribió.

Sin embargo, advirtió que para que esta innovación se traduzca en ventajas estratégicas, los estamentos de defensa deben conectar las tecnologías emergentes con las necesidades militares. “Eso implica repensar las adquisiciones, crear incentivos para la experimentación y hacer que la integración de startups sea la norma”, escribió Kaplowitz.

El autor advirtió que si Estados Unidos no logra reconciliar sus fuerzas de la era industrial con las demandas de la era digital, “ni siquiera un presupuesto de defensa masivo garantizará la superioridad”. Para Kaplowitz, la inteligencia artificial y los sistemas no tripulados deben considerarse componentes integrales de la formación, la cultura de combate y los objetivos. “Un ejército verdaderamente moderno entrena a cada comandante para pensar con drones y escribe la inteligencia artificial en las reglas de enfrentamiento. La integración es un proceso continuo de alinear herramientas, talento y tácticas con la lucha del futuro”, sostuvo.

Las democracias, limitadas por la rendición de cuentas pública y presupuestos restringidos, no tienen más opción que hacer más con menos, y hacerlo de manera más inteligente. Deben liderar esta evolución no solo con fuerza bruta, sino con imaginación”, escribió Kaplowitz en la parte final de su columna para The Wall Street Journal.

Fuente: telam

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