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06/07/2025

Cáncer en un dinosaurio: un hallazgo fósil que podría transformar la comprensión de la enfermedad

Fuente: telam

Un tumor benigno en el Telmatosaurus transsylvanicus que vivió hace 66 millones de años brinda claves biológicas sobre el cáncer en especies extintas y su relación con los seres vivos modernos, según científicos británicos

>El reciente descubrimiento de un tumor en un fósil de Telmatosaurus transsylvanicus, un Este hallazgo no solo es relevante para los estudios paleontológicos, sino que también ofrece una ventana única hacia la biología evolutiva del cáncer, un fenómeno que podría haber acompañado a los seres vivos desde tiempos remotos.

El tumor identificado en los restos de este dinosaurio corresponde a un ameloblastoma, un tipo de tumor benigno en la mandíbula que también afecta a los humanos, según Según Biancastella Cereser, coautora del estudio, “queríamos ver si este tumor en el dinosaurio podría darnos alguna información sobre algún paralelismo con los cánceres humanos”. El descubrimiento resalta que el cáncer no es una afección exclusiva de los humanos, sino que es un fenómeno biológico recurrente que también afectó a especies extintas como los dinosaurios.

Este descubrimiento también subraya una realidad sorprendente: los dinosaurios, a pesar de ser conocidos por su fuerza y su indomable imagen en la cultura popular, no eran inmunes a enfermedades graves como el cáncer.

Uno de los aspectos más innovadores de este hallazgo es el uso de técnicas avanzadas de paleoproteómica, que permiten a los científicos analizar restos de tejidos blandos fosilizados. Estos tejidos, aunque raros, pueden preservarse en condiciones geológicas especiales, brindando información biológica valiosa que antes parecía irrecuperable. Las proteínas, más estables que el ADN, tienen la capacidad de resistir el paso del tiempo durante millones de años, lo que hace posible que los investigadores estudien la biología molecular de especies extintas, como los dinosaurios, para comprender mejor cómo evolucionaron y cómo manejaron problemas de salud similares a los que enfrentamos hoy.

Los investigadores que han trabajado en este hallazgo, como Justin Stebbing, de la Universidad Anglia Ruskin, explican que “la investigación, que utiliza métodos relativamente poco utilizados, invita a una mayor exploración que podría ser la clave para futuros descubrimientos que podrían beneficiar a la humanidad”. Los avances en el análisis de proteínas fósiles han permitido que el estudio de enfermedades prehistóricas, como el cáncer, se convierta en una nueva disciplina científica: la paleooncología comparada.

El cáncer, como fenómeno biológico, no es un problema reciente, sino que parece haber sido una amenaza persistente a lo largo de la evolución de especies grandes y longevas, como los dinosaurios.

Este descubrimiento genera la hipótesis de que los dinosaurios podrían haber desarrollado mecanismos evolutivos para manejar la susceptibilidad al cáncer, similar a lo que ocurre en los animales modernos de gran tamaño, como los elefantes o las ballenas. Estos animales, debido a su tamaño y longevidad, enfrentan un dilema evolutivo similar al de los dinosaurios: cómo controlar una enfermedad que prospera en cuerpos grandes y con muchas células.

Por ejemplo, los elefantes tienen múltiples copias del gen supresor de tumores TP53, lo que les permite prevenir el desarrollo de tumores. De manera similar, las ballenas boreales han desarrollado mecanismos avanzados de reparación del ADN, lo que les permite sobrevivir a un mayor número de células y posibles mutaciones. Los científicos se preguntan si los dinosaurios poseían sistemas similares, o si, por el contrario, desarrollaron mecanismos únicos que podrían ahora ser redescubiertos a través de los fósiles.

“Es crucial que los esfuerzos de conservación de fósiles a largo plazo se coordinen para garantizar que los futuros investigadores tengan acceso a especímenes adecuados para investigaciones moleculares de vanguardia”, destacó Stebbing. La conservación de estos fósiles no solo nos conecta con el pasado, sino que abre puertas a descubrimientos que pueden tener un impacto directo en la salud y la medicina actuales.

Este dinosaurio, cuyo fósil fue hallado en la cuenca de Hateg en Rumanía, no solo representa un hallazgo paleontológico importante, sino también una oportunidad para estudiar los mecanismos evolutivos que podrían haberse utilizado para lidiar con el cáncer. El hecho de que el ameloblastoma, un tumor benigno, haya afectado a este dinosaurio sugiere que el cáncer podría haber sido una constante en los ecosistemas prehistóricos, un fenómeno que no solo afecta a los humanos, sino a toda una variedad de especies, grandes y pequeñas.

Este descubrimiento también tiene implicaciones filosóficas y científicas. Al entender cómo las especies extintas manejaron el cáncer, los investigadores pueden arrojar nueva luz sobre cómo las especies modernas, incluida la humana, podrían enfrentar desafíos similares en el futuro. Este estudio de los dinosaurios permite ver el cáncer no solo como una anomalía moderna, sino como un desafío evolutivo recurrente que ha acompañado a los seres vivos durante millones de años.

El descubrimiento del tumor en el fósil de Telmatosaurus transsylvanicus es un paso significativo en la ciencia del cáncer, al demostrar que esta enfermedad no es exclusiva de los humanos, sino que ha acompañado a los seres vivos durante su evolución.

Fuente: telam

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