27/06/2025
El curioso origen de los cajeros automáticos: un hombre frustrado, una idea en la ducha y el chocolate como inspiración

Fuente: telam
El primero se instaló hace 58 años en las afueras de Londres. Ahora hay casi 3 millones de terminales en todo el mundo
>Un hombre frustrado, una ducha, una cena familiar y algunos chocolates. Todo eso fue necesario para que hace casi sesenta años a un hombre se le ocurriera una idea que revolucionó el funcionamiento del mundo financiero y que sigue vigente hasta nuestros días.
Shepherd-Barron había nacido en el territorio británico que luego sería la India y vivía en Escocia. Trabajaba en una papelera y fábrica de impresoras de la que llegó a ser director general. Vivía en una zona más bien rural de su país natal y tuvo que viajar a Londres para, entre otras cosas, cobrar un cheque en la filial que su banco tenía en la capital inglesa.
Volvió a Escocia en tren y esa misma noche, mientras se bañaba -casi en una escena digna de que Arquímedes gritara ‘¡Eureka!’- tuvo una idea. Había que diseñar una máquina que diera acceso al dinero que cada cliente tenía en su cuenta bancaria por fuera de los horarios de atención al público. Había que construir un cajero automático.
Pero eso requeriría algunos inventos intermedios, porque para expender libras esterlinas el banco debía asegurarse, a través de algunas medidas de seguridad, de que se las estaba entregando a la persona correcta.
El primero de esos inventos fueron unos cheques especiales, cada uno equivalente a 10 libras esterlinas, que en su composición incluían Carbono-14. Se trata de una sustancia levemente radiactiva que la máquina podría detectar y, así, constatar que el papel que ingresaba era realmente uno de los cheques que podía intercambiarse por efectivo.El invento que había ideado Shepherd-Barron era tan revolucionario que la inauguración de ese primer cajero automático en Enfield fue todo un acontecimiento en el Reino Unido. El entonces famoso comediante Reg Varney fue convocado especialmente para ser la primera persona en retirar dinero de esa máquina que estaba a punto de cambiar las reglas del mercado financiero.
Apenas un tiempo después de esa inauguración se puso en marcha otra medida que conservaría la presencia de una verificación de seguridad, aunque ya no requeriría el paso previo por la entidad bancaria para retirar cheques. James Goodfellow, un ingeniero también escocés, hizo un aporte fundamental: a él se le ocurrió que, en vez de cheques con Carbono-14, se usara una tarjeta magnética que permitiera identificar al cliente.La cantidad de dígitos del PIN se dirimió en una conversación entre Shepherd-Barron y su esposa, en una cena familiar. Él le preguntó a ella qué cantidad de dígitos sería capaz de recordar sin dificultad. Él propuso seis, pero ella alegó que cuatro, que más podría empezar a resultar confuso. Así se determinó que las contraseñas debían estar integradas por cuatro números, regla que sigue vigente casi sesenta años después.
Desde aquel primer cajero automático en Enfield a este 2025 el universo financiero sufrió enormes cambios. El mundo digital es cada vez más portátil y eso hace que sea posible manejar muchos movimientos bancarios desde el teléfono que llevamos en el bolsillo. Además, ya no hace falta ir a un cajero automático para conseguir efectivo: ahora puede obtenerse en la caja de un supermercado o en la de una farmacia.Además de dinero expresado en las monedas de cada Estado o comunidad de Estados, hay reserva de valor en monedas que sólo existen virtualmente y cuyas cotizaciones, aunque fluctúan, no paran de crecer. Nada de eso era imaginable cuando Shepherd-Barron se metió en la ducha, pensó en las máquinas de chocolates y se sacó la frustración de encima inventando él mismo la solución a que el banco estuviera cerrado.Son un recurso fundamental en las zonas en las que no llega a instalarse una sucursal bancaria pero sí una terminal automatizada. Son, también y en los contextos de mayor vulnerabilidad, el techo que encuentran cotidianamente cientos de personas en situación de calle.
Conectado con el mundo corporativo por su propia actividad, el inventor escocés no tardó en venderle la idea a Barclays. El éxito de ese primer cajero fue inmediato y el contagio también. El invento llegó para quedarse. Hasta hoy.
Fuente: telam
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