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25/06/2025

Una travesía de 37 horas: la misión secreta de Estados Unidos sobre Irán que desafió los límites humanos

Fuente: telam

Una operación aérea sin precedentes puso a prueba la resistencia de los pilotos y la precisión tecnológica. El despliegue de armamento inédito y la coordinación de más de 125 aeronaves marcaron un hito inesperado

>La misión de bombardeo de Estados Unidos que atacó tres instalaciones nucleares en Irán durante el fin de semana representó una de las operaciones aéreas más extensas y exigentes de la historia militar reciente, con pilotos de bombarderos B-2 enfrentando los límites de la resistencia humana en una travesía de 37 horas.

El coronel retirado Melvin G. Deaile, quien ostenta el récord de la misión de bombardeo más larga -44 horas sobre Afganistán en 2001-, es una de las pocas personas que comprenden la experiencia de pilotar durante una operación de tal envergadura.

Deaile calificó la operación del sábado como “una hazaña increíble”. Destacó que “tuvimos siete aviones sobre el área objetivo, ejecutando siete bombardeos diferentes, todo en el lapso de 30 minutos”. Esta sincronización y precisión, según el coronel retirado, marcan un hito en la historia de la aviación militar.

Los bombarderos de largo alcance y gran altitud, como el B-2, resultaron esenciales para los primeros ataques sobre Afganistán. Durante su tiempo en Whiteman, los pilotos calificados para misiones recibían entrenamiento en simuladores de larga duración, aunque estos rara vez superaban las 24 horas. Antes de su vuelo récord, la misión más extensa de Deaile había durado 25 horas.

La preparación para una misión de este tipo implicaba una planificación meticulosa del descanso. Los médicos de vuelo proporcionaban pastillas para dormir a las tripulaciones en los días previos, con el fin de asegurar el mayor reposo posible antes del despegue. “Sabíamos que si el presidente daba la orden, volaríamos la segunda noche”, relató Deaile.

Durante el vuelo, la política exigía que ambos tripulantes permanecieran en sus asientos en momentos críticos: despegue, reabastecimiento, bombardeo y aterrizaje. En los intervalos, se turnaban para dormir en una pequeña litera improvisada detrás de los asientos.

Deaile explicó que, aunque tal vez hayan mejorado la comodidad en los últimos 20 años, en su época se trataba de una camilla modificada donde el tripulante fuera de servicio podía descansar entre tres y cuatro horas entre reabastecimientos aéreos. Dormir resultaba complicado debido a la ansiedad inherente a una misión de combate, pero el agotamiento físico terminaba imponiéndose.

El B-2, fabricado por Northrop Grumman, es uno de los bombarderos más costosos y avanzados del mundo, pero las condiciones a bordo distan de ser lujosas. El sanitario consistía en un inodoro químico, utilizado solo en emergencias para evitar desbordes, y carecía de divisores que brindaran privacidad. “La privacidad es que el otro mire hacia otro lado”, bromeó Deaile.

La deshidratación por la altitud y la cabina presurizada obligaba a los pilotos a beber aproximadamente una botella de agua por hora. Para orinar, utilizaban “piddle packs”, bolsas similares a las Ziploc llenas de arena para gatos. Deaile y su compañero calculaban el peso acumulado de estas bolsas como una forma de pasar el tiempo durante las 44 horas de vuelo.

La alimentación también presentaba desafíos. Ambos pilotos llevaban almuerzos y recibían comidas diseñadas para consumir en vuelo, pero la falta de actividad física durante tantas horas reducía el apetito. El espacio en la cabina permitía caminar un poco, aunque no lo suficiente para ejercitarse.

Tras completar la misión, aterrizaron en Diego García, una base militar en una isla a unos 1.770 kilómetros (1.100 millas) al suroeste de la India. Durante la sesión de debriefing, los pilotos revisaron videos de los objetivos alcanzados, comieron, se relajaron durante una hora y finalmente pudieron dormir.

Un aspecto singular de la operación del sábado fue la carga de cada avión: bombas GBU-57 Massive Ordnance Penetrator (MOP) de 13.600 kilogramos (30.000 libras), diseñadas para penetrar profundamente en las montañas donde, según funcionarios estadounidenses, se fortificaron elementos del programa nuclear iraní. Fue la primera vez que este tipo de bomba se utilizó en combate, y solo los B-2 pueden transportarlas. Siete bombarderos llevaron en total más de una docena de estas bombas.

Basham explicó que la pérdida repentina de varias toneladas de peso tras el lanzamiento probablemente tuvo un impacto mínimo en una aeronave tan avanzada como el B-2.

Fuente: telam

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