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21/06/2025

A Enzo Maqueira lo llamaron “escritor del reviente”, pero no entró en el juego y ahora su novela sale en España

Fuente: telam

“Electrónica” hablaba de un mundo con muchas drogas. Diez años después de su edición argentina se publica en Madrid. Aquí el autor va de su incursión mediática a la acción colectiva y la escritura como posibilidad de futuro

>Es feriado y Enzo Maqueira ordena su casa. O desordena. En unos días dejará Almagro, el barrio donde creció para irse... bueno, no muy lejos: Boedo. Los separa una avenida; curiosamente se llama Independencia. Y mientras guarda cientos de libros en cajas, hay uno que se niega al olvido. Es suyo. Es decir: lleva su firma. Electrónica se publicó en el año 2015 y partió al medio su carrera de escritor. No sólo fue “la diferencia entre que me lea mi mamá y que tuviera lectores reales”, también lo puso en el centro de una serie de debates que se vivieron en aquella época, no hace tanto, diez años atrás. Ahora, Electrónica acaba de renacer con la reedición del sello español Dosmanos.

La novela arranca en segunda persona: el lector se pone los anteojos de la protagonista. y pasa a ser —le dice el narrador— una chica de treinta años corrigiendo exámenes. Al lado, en la cama, su novio duerme. Vieron un rato Los Simpsons; ahora toca trabajar. Y entre la pila de pruebas aparece la de Rabec, un chico joven, bastante joven, que “te había gustado desde el primer día: el flequillo sobre la frente, los brazos largos y llenos de venas. Ni bien entró al aula te hizo esa sonrisa con cara de dormido. Siempre te había parecido una frase de boluda, mariposas en la panza, pero con él no había otro modo de explicarlo. Sentías lo mismo ahora, en la cama (...) La realidad es siempre una ficción >Detrás de esa docente que desea cambiar a su novio por su alumno, está la “crisis de los treinta”. Una vida reducida a “trabajar, fumar porro y ocuparse de la casa” y ver que sus amigas decidieron “tener hijos, incluso las más rebeldes”: “las habías visto tomar cocaína en el baño de un boliche lleno de drogadictos y ahora subían fotos del ‘cumpleañitos’ de su bebé. De Janis Joplin a mami de supermercado”. El “equilibrio de un cuerpo” que pierde el control, pero de una forma tonta, trucha, patética: si antes el alcohol “abría las puertas de una noche que nunca sabías cuándo ni cómo terminaba”, ahora, y de repente, solo “te daba sueño”.

“Si bien es un libro muy apegado a una época, también es cierto que es una época que hoy todavía se mantiene. El consumo excesivo, la apatía, la falta de interés, la sensación de estar pedaleando en el aire cuando el mundo que conocemos y al cual nos habituamos cambia de repente. Todo eso que se planteaba está vigente e incluso peor: los personajes de Electrónica consumían para buscar la felicidad como una especie de explicación de su comportamiento y ahora creo que ni siquiera es para buscar la felicidad, es el consumo por el consumo mismo. Hay un consumo compulsivo que ya ni siquiera nos da una felicidad efímera“, cuenta Maqueira del otro lado del teléfono.

El 20 de septiembre del 2015 se publicó en la revista Viva una nota titulada “Los escritores del reviente”. En la edición en papel el tono fue más cauto: “Letras salvajes”. “Llegan a la redacción y, más que escritores, parecen una banda de rock”, comienza el texto de Miguel Frías. En las fotos están Manuel Megías, Gonzalo Unamuno, Lloyds, Juan Sklar y Maqueira. Se generó un gran revuelo en el mundo literario. Ahora, diez años después, se ríe al recordar aquel “descalabro”: “No se sabía muy bien si era una nota que estaba a favor o en contra. Había como un poco de burla por parte del periodista y también de nosotros mismos que nos habíamos prendido en el juego”.

“Para nosotros fue eso: un juego”, insiste. “Ahora queda clarísimo que las críticas y el hate de redes no hacen más que agrandar más a una figura. Si no fijate ahora: tenemos de presidente a un payaso de redes y de la televisión. A la larga, de alguna manera, sirvió como posicionamiento de marketing, que es una palabra horrible, pero que la literatura la usa mucho”, dice y agrega: “La etiqueta del reviente tenía que ver con los temas de las novelas: drogas, sexo, alcoholismo, etcétera. Pero para mí era mucho más que eso. Era reventar de alguna manera con cierta manera sectaria de hacer literatura y de una intelectualidad aburrida, seria, sagrada, alejada de los problemas de la sociedad”.

“Esa literatura de hombres serios y machotes —continúa—, muy tomada en ese momento por cierta vanguardia que se había vuelto conservadora, se rompió, pero no por el reviente, sino por el movimiento feminista. Y si bien éramos todos hombres los del reviente, Electrónica reivindica la cultura LGBT, nos poníamos en el punto de vista de una mujer, nos permitíamos pensar en una heterosexualidad flexible. Más allá del marketing y la etiqueta, era la irrupción de un protomovimiento literario que buscaba terminar con las viejas estructuras que luego, creo yo ese rol lo ocuparon muchas muy buenas escritoras que cambiaron por completo el panorama de la literatura argentina“.

Menos de un año después, el abril de 2016, Electrónica puso a Maqueira en el centro de un debate muy complejo, entre panelistas que clamaban justicia y show. La madrugada del 16 de abril en Costa Salguero, en la fiesta de música electrónica Time Warp murieron cinco personas y varias decenas fueron hospitalizadas. El consumo estuvo por varias semanas en todos los medios. Fue el gran debate nacional. Después, claro, pasó, como pasa todo; no las muertes, no las pérdidas. Y ahí estuvo el escritor, invitado por varios programas, con una novela reciente que alumbraba un mundo frenético y triste, o al menos así se veía a la luz de la tragedia: ajeno, tenebroso, mortal.

En 2017, junto a varios autores, fundó la Unión de Escritoras y Escritores. “Siempre me interesó reivindicar el lugar de los trabajadores y las trabajadoras, de los derechos sociales, de la justicia social. Siempre, siempre fui muy sartreano, cortazariano”, asegura y mira hacia atrás: su familia, su formación ideológica. “Soy típico hijo de la clase media aspiracional, que en su momento fue alfonsinista, que vio con buenos ojos a Menem y que en el 2001 se les destruye el sueño. En ese momento leía a Cortázar, que me había llevado a la Revolución cubana, a la nicaragüense y a todo el pensamiento de izquierda. Ese camino siguió con el kirchnerismo y continuó por diferentes lugares”.

“Vengo de una clase media trabajadora”, dice. Su padre, que nació en la pobreza, llegó a tener un negocio de lencería mayorista. Pero la lectura no vino de él, sino de su madre, que desde que nacieron sus hijos se hizo ama de casa a tiempo completo. “Ella era muy lectora. En mi casa se le daba mucha bola a los libros, a los escritores. Mi vieja siempre nos llevaba a la Feria del Libro; era como una cita obligada. Desde los cuatro o cinco años que me llevaban a todas. Después, cuando ella estaba enferma y grande, la llevaba yo. Siempre estaba esa idea de que los libros eran importantes, de que ser escritor era algo prestigioso. Se me fomentaba mucho la lectura, sin dudas”.

“Tengo una idea bastante ensayística de la literatura: a través de una historia busco dejar testimonio del mundo que vivo. Para mí la escritura siempre fue una manera de procesar lo que me rodea”, sostiene. “No es solamente escribir o publicar porque sí, sino que se pueda abrir un debate, o poner sobre la mesa circunstancias que estamos atravesando y, por qué no, buscar salidas o entradas mejores... ¿Por qué seguir apostando a la literatura? No sé por qué. Quizás porque yo soy esto y no puedo hacer otra cosa”, concluye.

Fuente: telam

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