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14/06/2025

“Hoy entiendo a mi papá”: la joven que nació en una familia de barrenderos y viaja cuatro horas diarias para limpiar las calles porteñas

Fuente: telam

Mayra Castillo se levanta temprano, cruza la ciudad en tres colectivos para llegar a su trabajo. Creció en una casa donde el uniforme de barrendero era parte de lo cotidiano. Hoy se conmemora el Día Nacional del Barrendero y la Barrendera

>Mayra Castillo acomoda su uniforme, se ajusta los guantes y se prepara para empezar el día. Es viernes y le asignaron algunas calles del barrio de Belgrano. Acaba de llegar a la base desde donde saldrá a recorrer la ciudad. El viaje desde su casa, en Rafael Castillo, partido de La Matanza, le llevó casi dos horas. Ya está acostumbrada: el trayecto largo es parte de su rutina, como también lo es el gusto por lo que hace.

Hace unos días vivió una experiencia distinta: le tocó limpiar la zona del estadio Monumental el día que la El 14 de junio se conmemora en Argentina el Día Nacional del Barrendero y la Barrendera. En la Ciudad de Buenos Aires, más de 2.500 trabajadores y trabajadoras salen cada día a barrer, levantar residuos y dejar las calles en condiciones. “Barremos y levantamos todo lo que encontramos. Lo dejamos en el carro, lo embolsamos y después lo tiramos en los contenedores”, explica Mayra, con la naturalidad de quien sabe que su tarea, aunque muchas veces pase inadvertida, es esencial para que la ciudad funcione.

Todos los días, Mayra se levanta temprano para atender las necesidades de su hija de tres años, deja todo organizado en casa y emprende el camino al trabajo, un viaje que demanda tres colectivos. El primero es el 242, que toma en Rafael Castillo, en La Matanza, y la lleva hasta Liniers. Allí la espera su madre, con quien comparte el resto del trayecto: suben al 117 rumbo a Puente Saavedra y luego al 59, que las deja cerca de la base operativa de Higiene Urbana, en Belgrano. Desde ese punto, Mayra parte hacia su ruta asignada, que puede incluir calles de Belgrano, Núñez o, en ocasiones, Recoleta. Ya se acostumbró al ritmo, al trayecto extenso y a la rutina diaria. Dice que le gusta lo que hace.

Ese encuentro con su madre, justo antes de iniciar la jornada, se volvió parte de una rutina compartida que valora especialmente. “Cuando era chica, a mi papá lo veía poco. Hacía turno tarde, volvía cansado, comía algo y se iba a dormir. No hablaba mucho del trabajo, pero en mi infancia no entendía por qué pasaba eso. Hoy, vivo en carne propia esa experiencia”, admite, con la voz cargada de emoción.

A los 27 años, Mayra combina su rol de trabajadora con el de madre de Jana, su hija de tres. “Antes de entrar a Higiene Urbana, vendía ropa y me las rebuscaba con pequeños emprendimientos que me permitían estar más tiempo en casa”, cuenta. Hoy, el desafío es organizarse para que su pareja —también empleado en el sector de limpieza— se haga cargo de la nena mientras ella cumple su turno por la tarde.

En otoño, con las veredas cubiertas de hojas secas y las lluvias que arrastran todo hacia los sumideros, el trabajo se vuelve aún más exigente. Hay días en que no alcanza el tiempo para completar las cuadras asignadas. “Algunos vecinos se quejan porque no ven al barrendero, pero no siempre se llega a todas las calles”, explica. Aun así, valora los gestos de quienes la saludan y le agradecen. Son pequeñas muestras de reconocimiento que hacen la diferencia en una tarea que muchas veces pasa desapercibida.

En ese sentido, pide: “Es importante que los vecinos estacionen a 20 centímetros del cordón, para poder limpiar, y saquen la basura entre las 19:00 y las 21:00, eso nos ayudan mucho. Y también que metan la basura dentro del contenedor. No al costado”.

El Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana tiene a su cargo la limpieza de las calles porteñas. De lunes a sábado, más de 24 mil cuadras son barridas en las 15 comunas de la ciudad. Todas reciben al menos una pasada diaria, aunque en zonas de alto tránsito —como centros turísticos, de transbordo o corredores gastronómicos— puede haber barrido doble o nocturno.

Durante el otoño y el invierno, épocas de vientos fuertes o ante alertas meteorológicas, el servicio se refuerza con personal adicional. La caída de hojas puede obstruir los desagües, por lo que se intensifican los operativos para garantizar el correcto funcionamiento de los sumideros y prevenir anegamientos.

El reconocimiento de esta fecha fue fruto de una construcción colectiva, impulsada por la CGT y organizaciones del sector, que durante años exigieron el reconocimiento de una tarea esencial pero invisibilizada.

Cuando hay recitales, partidos de fútbol o eventos multitudinarios, la Ciudad de Buenos Aires despliega operativos especiales de limpieza en la vía pública. “Cuando hay recitales, partidos o eventos multitudinarios, como los que se organizan en grandes estadios, la Ciudad despliega operativos especiales de limpieza en vía pública. En el caso de un partido fútbol, la intervención se organiza en tres fases: antes, se realiza un repaso general de limpieza en los alrededores del estadio, con recolección de basura, residuos voluminosos y escombros, y el vaciado de contenedores. Durante: además del barrido, se colabora con el operativo de seguridad, y se ponen contenedores de basura a disposición si es necesario, por ejemplo para los residuos que producen los puestos de comida ambulante o food trucks. Al terminar, se refuerza la limpieza con barrido manual, lavado e higienización de contenedores para dejar la zona en óptimas condiciones, tal como se encontraba antes del evento”, detallan desde el Ministerio de Espacio Público e Higiene Urbana de la ciudad de Buenos Aires.

Fuente: telam

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