Domingo 8 de Junio de 2025

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08/06/2025

Claudia Piñeiro y una escort en el corazón del poder: hipocresía y doble moral en “La muerte ajena”

Fuente: telam

La popular escritora habla sobre su nueva novela, en la que explora el mundo de la llamada prostitución VIP, su relación con los servicios de inteligencia, la manipulación de mujeres vulnerables y el tratamiento de los medios. Además, reflexiona sobre el estado actual de la cultura argentina

>Narradora, dramaturga, guionista, colaboradora en diferentes medios gráficos y figura clave de los grandes debates argentinos, Claudia Piñeiro nació en el Gran Buenos Aires en el año 1960. Su obra es reconocida y ha sido premiada en la Argentina y en el mundo y fue traducida a varias lenguas. Las tramas de sus ficciones combinan la narrativa policial con una mirada crítica de la sociedad y la política y su participación activa en la discusión pública fue progresivamente teniendo más lugar en sus ficciones. Varias de sus novelas fueron llevadas al cine. Algunos de los títulos de sus libros son Las viudas de los jueves, Tuya, Elena sabe, Las grietas de Jara, Betibú, Un comunista en calzoncillos, Una suerte pequeña, Las maldiciones, Catedrales, El tiempo de las moscas.

Como en otras novelas de Claudia, diferentes voces darán sus versiones de los hechos a través de testimonios orales pero también escritos y en forma de novela. El trabajo sexual y la llamada prostitución VIP, su relación con el poder, los servicios de inteligencia, la hipocresía social, el tratamiento de los medios y las tensiones entre lo público y lo privado son algunos de los temas principales. Otro de los ejes de La muerte ajena tiene que ver con el resentimiento y los vínculos familiares dañados y, también, con el modo en que ese daño original puede perseguirnos toda la vida.

— Sí, tenés razón, porque la historia precisamente es la de dos hermanas que no se conocen y eso es, de alguna manera, por cómo actuaron los adultos. O sea, el padre abandona a la primera mujer y forma una nueva familia: la primera hija es una periodista y la segunda es una escort. Pero, justamente, no se conocen un poco por los fracasos de los adultos, porque podrían haber tenido una relación igual. Y, sin embargo, ahí hay una ruptura que tiene que ver con las acciones de los adultos.

— Me gusta esa palabra que usás, fracaso. Porque la palabra fracaso también es otro de los temas de esta novela. Hay mucha gente fracasada en su deseo.

— O que se siente fracasada y no lo puede reconocer. Porque hay ahí como un rencor de “por qué a mí no me va tan bien como yo merecería”. Un poco me parece que tiene que ver con eso de tener una expectativa que no se concreta y de no poder conformarte con aquello a lo que sí accediste.

— Pensaba en el resentimiento y también en el periodismo y la literatura, que son dos esferas que conocés muy bien. Y recordaba ese cuento de Henry James, “La próxima vez”, un cuento sobre dos escritores -que son cuñados, a la vez- y que mientras ella tiene éxito y popularidad, él no consigue salir de un pequeño círculo de admiradores ni triunfar comercialmente. Y resulta que ambos preferirían estar en la piel y el talento del otro. Como si, efectivamente, no hubiera manera de conformarse.

— Y eso es central también para el razonamiento que hace uno de los personajes y que es la justificación de por qué recurre a una escort. Como su mujer ya es grande y pasó por la menopausia, ya no desea como antes, dice. Porque se puede amar mucho, pero aparentemente hay un momento en que, viste, las mujeres se apagan (risas).

— Sí, sí. Y eso habilita a los señores –que no se apagaron– a buscar mujeres no apagadas, sería la excusa.

— Yo creo que tenemos la obligación de poder ponernos en los zapatos de cualquier personaje y hablar desde ese lugar. Hay algunos que cuestan mucho más. Rosa Montero me había dicho: “Tendrías que escribir otra parte más con la voz del hombre que consume trabajo sexual de mujeres”. Pero era imposible para mí hacer una parte entera. Sí podía traer su voz a través de un recurso que es la novela que escribe un escritor y que lo tiene de protagonista. Y que contara ahí por qué a pesar de tener una familia, una mujer, etcétera, igual necesitaba estar con una trabajadora sexual. Y qué significaba para él eso en su vida. Todo eso sí lo podía poner en pequeños párrafos, pero pensar en sostener esa voz en toda una sección como hice con las otras voces me costaba muchísimo. Hay voces que son mucho más incómodas.

— Pensaba en este señor Sánchez Pardo, que también define la vida de sus hijos. Porque no son solo el padre y las madres de las chicas quienes hacen daño: Sánchez Pardo también ha tenido una influencia bastante negativa en los suyos.

— Vos decís que la mayoría de nosotros desconocemos todo eso, ¿no? No se sabe tanto o recién lo empezamos a ver a partir de noticias que se convierten en escándalos.

— Yo creo que sospechamos, no tenemos la confirmación. Si vos le preguntás a cualquier persona qué piensa de los últimos escándalos en los cuales estuvieron involucradas mujeres de trabajo sexual y algún político, todo el mundo se imagina que ahí atrás hay una red, que en esa red muchas veces están metidos los servicios de inteligencia y que, a lo mejor, esa mujer estuvo hasta plantada por un servicio de inteligencia para tomar información, para espiar, para lo que sea. Hay como un imaginario común de que eso puede suceder pero no hay nadie que después nos lo confirme. Yo misma, cuando quise hacer la investigación de esto, no encontré confirmaciones totales. Encontrás, no sé, alguna causa que tiene que ver con una agencia de modelos que avanzó hasta tal punto. Si hay dinero involucrado es más fácil que avancen, si no, es más difícil. Entonces, atrás de muchos de los escándalos que hemos escuchado en los últimos tiempos está esta sospecha pero la Justicia se da un poco contra la pared. Fijate — Recién pensaba en historias y en libros que hablan del tema de la trata, pero acá es otra cosa porque estamos hablando, entre comillas, de una elección por parte de la mujer.

— Injusto.

— Moralista.

— ¿Cuándo nació La muerte ajena y cómo?

— Y entonces te cuesta salir del casino.

— Esto no ocurre solo acá, por otra parte.

— ¿Qué cambió en vos luego de de mirar detenidamente este oficio, este modo de ganarse la vida, de antes a después de haber escrito sobre el asunto y de haberte puesto en los zapatos de los otros, como decías?

— Por desesperación, claro.

— Digamos que esta novela trata sobre una mujer que es escort pero también esta forma de ganarse la vida no está restringida a las mujeres.

— Hay algo del orden de la hipocresía que es muy fuerte en la novela. Personajes que dicen una cosa públicamente y que hacen otra cosa de manera privada. Algo que existió siempre pero que la novela lo hace muy evidente es esto mismo, figuras públicas vinculadas con la política que aparecen dictando cátedra de moral y diciendo cosas en las que ni siquiera creen y, finalmente, viviendo una doble vida, porque se trata de una doble vida.

— Los valores.

— Lo de las cámaras ocultas.

— En tu novela también aparece algo vinculado con una relación de pareja, la de Verónica, la periodista, con Pablo, que es escritor. A veces uno puede vivir con alguien durante muchísimo tiempo y un día advertir que el otro de pronto no es esa persona que uno creyó que era. Que muchas veces los gestos de generosidad hacia uno también pueden esconder tremendo resentimiento.

— Sí, la primera película de Robert Redford, donde también trabajaba Donald Sutherland.

— En la novela aparece también la decepción del engaño, ya no con otra persona, que es otro tema. Digamos, hacer algo que tiene tanto que ver con el otro sin mencionarlo, sin decirlo, y que finalmente lo estés haciendo para satisfacción personal y por tu propio narcisismo, ¿no?

— Es durísimo.

— Él usa la historia personal de ella para una ficción.

— Que también cuando pasa algo trágico, se conocen.

— Sí, qué impresionante eso. Vos ves mucho cine y muchas series.

— Además sos guionista y muchas de tus obras terminan finalmente siendo filmadas como películas o series. ¿Esto quiere decir que cuando escribís ya te estás imaginando una posible adaptación de las novelas?

— Se estaba filmando El tiempo de las moscas. ¿Para cuándo se la espera?

— ¿Y va a incluir Tuya?

— Son dos novelas que escribiste con mucha diferencia de tiempo entre una y otra. Tuya fue tu primera novela.

— Ah, esa parte de la historia no me acordaba.

— ¿Ah, sí?

— ¿Y alguna vez te imaginás cómo habría sido la Claudia Piñeiro escritora que conocemos si no hubieras ganado ese premio?

— Solés recomendar a los autores que manden sus novelas a los premios.

— Lo observaban de otro modo.

— Es un circuito. Pero es un circuito que requiere también que los autores se muevan, ¿no? Es decir, hay algo que son como trabajos adicionales. Así como es un trabajo adicional hacer la prensa de un libro que ya se publicó, es un trabajo, por supuesto, escribir el texto, pero también buscar el recorrido.

— Estás hablando de cómo le contestás a la gente, a los lectores que te escriben, y uno ve cómo respondés en tus redes sociales y ve en las ferias el tiempo que te tomás con cada lector. ¿Cuántas horas tienen tus días Claudia?

— ¿Pero pensás que eso finalmente ayuda al vínculo con los lectores? Mencionabas antes a Rosa Montero, que también es una persona muy activa con lo que viene después de la publicación de sus libros. Hay algo, me parece, que es que vos tenés muy presente que hay un lector del otro lado.

— Por supuesto.

— Tenés lectores, lectoras, que también te llaman o que te cuentan cosas con las que puntualmente se han sentido identificados también con algunos temas. Eso también es como muy potente. Cuando te llaman y te dicen: a mí me pasó algo así.

— ¿Y cómo te cuidás, cómo te preservás? Porque es mucha la gente que te busca.

— Estamos hablando de la serie que escribiste con Marcelo Piñeyro.

— Que te van a sacar el demonio del cuerpo.

— Quiero volver un segundo a La muerte ajena y preguntarte si hubo algún momento en particular que te haya conmovido mucho. Si te pasa que hay momentos, mientras estás escribiendo, que te conmovés mucho. No solo a partir de la indignación, estoy hablando de la emoción.

— También tuviste un padre.

— El padre estaba muy pendiente todo el tiempo mientras ella no lo sabía y mientras ella creía que no.

Fuente: telam

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