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07/06/2025

Un documento secreto revela la preocupación de la inteligencia rusa por la creciente influencia del régimen chino

Fuente: telam

El memorando secreto, al que tuvo acceso The New York Times, detalla estrategias rusas para contrarrestar el espionaje chino y muestra que la supuesta alianza inquebrantable entre Moscú y Beijing enfrenta serias sospechas internas

>El documento interno del Servicio Federal de Seguridad de Según el informe obtenido por The New York Times, el temor a que Beijing expanda su poder en territorios históricamente bajo la órbita de Moscú se suma a una lista de inquietudes que contrastan con la imagen pública de una alianza sin fisuras entre ambos países. Esta desconfianza, que se manifiesta en advertencias sobre espionaje y posibles reclamos territoriales, pone en entredicho la narrativa oficial de una “amistad inquebrantable” entre Rusia y China.

El documento, de ocho páginas y sin fecha precisa, fue obtenido por el grupo de ciberdelincuencia Ares Leaks y posteriormente verificado por seis agencias de inteligencia occidentales, que lo consideraron auténtico.

En el plano económico, China se ha convertido en el principal cliente del petróleo ruso y en proveedor de componentes tecnológicos y militares esenciales. Cuando las empresas occidentales abandonaron el mercado ruso, las marcas chinas ocuparon su lugar. Ambos países han anunciado proyectos conjuntos en áreas tan diversas como la producción cinematográfica y la exploración lunar. Sin embargo, el memorando secreto del FSB contradice la retórica oficial. “Tienes al liderazgo político, y estos tipos están totalmente a favor del acercamiento con China”, explicó Andrei Soldatov, experto en servicios de inteligencia rusos exiliado en Reino Unido, al New York Times. “Tienes a los servicios de inteligencia y seguridad, y ellos son muy suspicaces”, agregó.

Desde entonces, el FSB ha detectado un aumento en los intentos de reclutamiento de funcionarios, expertos, periodistas y empresarios rusos cercanos al poder en Moscú por parte de agentes chinos. Para contrarrestar esta amenaza, el FSB ordenó a sus oficiales interceptar el “peligro” y “prevenir la transferencia de información estratégica importante a los chinos”. Además, los agentes debían reunirse personalmente con ciudadanos rusos que trabajaran estrechamente con China y advertirles sobre los intentos de Beijing de aprovecharse de Rusia y obtener investigaciones científicas avanzadas.

El documento también instruye la “acumulación constante de información sobre los usuarios” de la aplicación de mensajería china WeChat, lo que incluye hackear los teléfonos de los objetivos de espionaje y analizar los datos con una herramienta de software especial del FSB. Esta vigilancia refleja la magnitud de la preocupación rusa por la actividad de inteligencia china en su territorio.

La posible alineación a largo plazo de dos gobiernos autoritarios, con una población combinada de casi 1.600 millones de personas y alrededor de 6.000 ojivas nucleares, ha generado inquietud en Washington. Algunos miembros de la administración de Donald Trump consideran que, mediante un acercamiento a Putin, Estados Unidos podría separar a Rusia de China y evitar lo que el secretario de Estado Marco Rubio denominó “dos potencias nucleares alineadas contra Estados Unidos”. El propio Trump declaró antes de su elección en noviembre: “Voy a tener que desunirlos, y creo que puedo hacerlo también. Tengo que desunirlos”.

“Putin cree que puede profundizar mucho más en este abrazo chino, y no está exento de riesgos, pero vale la pena”, afirmó Alexander Gabuev, director del Carnegie Russia Eurasia Center, quien revisó el documento para The New York Times. “Pero también vemos que hay personas dentro del sistema que son escépticas ante ese enfoque”.

El memorando, probablemente destinado a las oficinas regionales del FSB, fue elaborado por el Departamento de Operaciones de Contrainteligencia (DKRO), específicamente por el Servicio 7, encargado de contrarrestar el espionaje procedente de China y otras partes de Asia. La ansiedad por la vulnerabilidad de Rusia ante un Beijing cada vez más poderoso domina el texto, aunque no queda claro si estas preocupaciones son compartidas por todo el aparato estatal ruso. “Volviendo al viejo adagio, no existen servicios de inteligencia amigos”, señaló Paul Kolbe, investigador principal del Belfer Center for Science and International Affairs de Harvard y ex oficial de la CIA en Rusia, al periódico neoyorquino. “No hay que rascar mucho en cualquier oficial militar o de inteligencia ruso para encontrar una profunda sospecha hacia China. A largo plazo, China es, a pesar de la asociación ilimitada y lo útiles que son, también una amenaza potencial”.

El interés de China por los secretos militares rusos y sus científicos se intensificó poco después de la invasión a Ucrania. Representantes de empresas e institutos de defensa chinos, vinculados a la inteligencia de Beijing, comenzaron a llegar a Rusia con el objetivo de comprender mejor el conflicto. El documento del FSB indica que “de particular interés para Beijing es la información sobre métodos de combate con drones, modernización de su software y métodos para contrarrestar nuevos tipos de armas occidentales”, y añade que Beijing considera que la guerra en Ucrania será prolongada.

No queda claro si estos esfuerzos de reclutamiento se limitan a contratar especialistas rusos para proyectos chinos o si también buscan convertirlos en espías. El documento muestra que Rusia se preocupa por la percepción china de la guerra en Ucrania y procura suministrar información positiva sobre sus operaciones a los espías de Beijing. Además, ordena a los agentes de contrainteligencia rusos preparar informes para el Kremlin sobre posibles cambios en la política china.

Líderes occidentales han acusado a China de suministrar componentes militares esenciales a Rusia y de tratar de ocultarlo. El documento del FSB respalda esta acusación al afirmar que Beijing propuso establecer cadenas de suministro a Moscú que eludan las sanciones occidentales y ofreció participar en la producción de drones y otros equipos militares de alta tecnología. Aunque el texto no especifica si estas propuestas se concretaron, sí confirma que China ha suministrado drones a Rusia.

La preocupación por posibles reclamos territoriales de China en la frontera oriental de Rusia, que se extiende por 4.210 kilómetros, también ocupa un lugar destacado en el documento. Nacionalistas chinos han cuestionado durante años los tratados del siglo XIX que permitieron a Rusia anexar grandes extensiones de tierra, incluida la actual Vladivostok. El FSB advierte que algunos académicos chinos promueven reclamos territoriales y buscan rastros de “antiguos pueblos chinos” en el Lejano Oriente ruso, posiblemente para influir en la opinión local a favor de Beijing. En 2023, China publicó un mapa oficial que incluía nombres históricos chinos para ciudades y regiones dentro de Rusia.

El documento ordena a los agentes exponer estas actividades “revanchistas” y los intentos de China de utilizar científicos rusos y archivos para investigaciones que respalden una afiliación histórica de las zonas fronterizas. “Realizar trabajo preventivo con respecto a los ciudadanos rusos involucrados en dichas actividades”, instruye el memorando. “Restringir la entrada a nuestro país de extranjeros como medida de influencia”.

El informe también destaca el interés de China en el Ártico y la Ruta Marítima del Norte, que bordea la costa septentrional de Rusia. El deshielo provocado por el cambio climático ha hecho que estas aguas sean cada vez más transitables, lo que reduce el tiempo de envío entre Asia y Europa y facilita la exportación de productos chinos. Tradicionalmente, Rusia ha intentado mantener un control estricto sobre la actividad china en el Ártico, pero Beijing considera que las sanciones occidentales obligarán a Moscú a recurrir a China para mantener su “infraestructura ártica envejecida”, según el documento del FSB. La empresa rusa de gas Novatek ya ha dependido de China para rescatar su proyecto de gas natural licuado en el Ártico, tras la retirada de la estadounidense Baker Hughes.

Fuente: telam

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