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05/06/2025

Colombia, la fábrica que exporta mercenarios: de los cárteles mexicanos a las guerras globales

Fuente: telam

Once ex militares colombianos detenidos en México revelan la expansión de un fenómeno que lleva más de dos décadas

>La detención de 11 ex militares colombianos en México ha vuelto a destapar una oscura industria que conecta a Colombia con los conflictos más sangrientos del planeta. Los hombres capturados la semana pasada en Michoacán, acusados de fabricar las minas que mataron a seis miembros de las fuerzas armadas mexicanas, forman parte de un fenómeno que ha convertido al país sudamericano en el principal exportador mundial de mercenarios.

Las La Cancillería colombiana confirmó que los 11 connacionales “tuvieron relación con las Fuerzas Militares de Colombia en el pasado”. Sin embargo, luego Petro confirmó la presencia de uniformados en servicio activo entre los capturados.

El mandatario colombiano, quien impulsa un proyecto de ley para prohibir la participación de uniformados colombianos en conflictos armados extranjeros, expresó su preocupación por la dimensión del problema.

El fenómeno se remonta a inicios de los años 2000. Colombia comenzó a exportar mercenarios hace más de dos décadas, con casos como el reclutamiento por parte de Blackwater en 2006 y la participación de cientos de efectivos en Yemen en 2015. Sin embargo, fue el En aquella madrugada del 7 de julio de 2021, un comando de 26 mercenarios colombianos irrumpió en la residencia presidencial haitiana sin encontrar resistencia. El magnicidio reveló al mundo la profesionalización de estos grupos: 24 de los 26 sospechosos resultaron ser militares retirados colombianos, descritos por las autoridades haitianas como “mercenarios profesionales cuidadosamente entrenados”.

En África, La red empresarial detrás de este comercio humano es compleja y sofisticada. En los años 2000, compañías estadounidenses como Blackwater jugaron un papel pionero, capacitando a decenas de colombianos en su base de Moyock para desplegarlos en Irak y Afganistán. Empresas reclutadoras colombianas como Soldado Global, ID Systems e IG Solutions actuaban como socias, encargándose de alistar a los ex soldados y tramitar documentación.

En la década de 2010, nuevas empresas del Golfo Pérsico entraron en juego. Global Security Services Group (GSSG), registrada en Emiratos Árabes Unidos, logró reclutar a miles de colombianos para conformar batallones enteros incorporados a las fuerzas armadas emiratíes. Un ex suboficial colombiano relata que en 2014 comandó un batallón del ejército emiratí compuesto únicamente por 2.000 colombianos, reclutados a un ritmo de 30 por semana.

Las motivaciones detrás de este éxodo militar son tanto económicas como psicológicas. Las Fuerzas Armadas colombianas, muy numerosas por el prolongado conflicto interno, jubilan a sus miembros relativamente jóvenes con pensiones modestas. Un soldado profesional se retira cerca de los 40 años con una asignación que no supera los 450 dólares mensuales, mientras que las ofertas mercenarias prometen pagos que multiplican varias veces ese ingreso.

La geografía del fenómeno abarca prácticamente todos los continentes. Para 2020, mercenarios colombianos habían actuado en decenas de países, desde Libia y Somalia en África hasta teatros de operaciones tan diversos como Yemen, Irak, Afganistán, Ucrania y Rusia. Su presencia se ha documentado en labores que van desde la seguridad anti-piratería en el Cuerno de África hasta el combate directo en las trincheras ucranianas.

La logística del traslado corre por cuenta de las empresas reclutadoras, que gestionan visados y vuelos para llevar a los contratistas desde Colombia hasta países de tránsito. Algunos viajan vía Polonia hacia Ucrania, otros ingresan por Emiratos hacia Sudán, y los destinados a conflictos africanos suelen pasar por Libia. Estos movimientos se realizan de forma discreta, al margen de cualquier supervisión estatal.

La respuesta diplomática al caso mexicano incluyó condolencias a las familias de los uniformados fallecidos y un llamado a “fortalecer las relaciones de cooperación judicial e investigativa” entre ambas naciones. Sin embargo, las declaraciones oficiales contrastan con una realidad más cruda: el Estado colombiano no ha logrado frenar el flujo de sus veteranos hacia mercados ilegales de violencia.

Fuente: telam

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