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03/06/2025

Un escritor maduro, un adolescente demasiado bello, una pasión inesperada: cómo leer hoy “La muerte en Venecia”

Fuente: telam

La novela corta de Thomas Mann, publicada en 1912, sigue a un hombre obsesionado con un joven y explora temas universales como el deseo y la decadencia

>Una anécdota curiosa abre paso a este relato: Thomas Mann escribió esta novela corta después de unas vacaciones en Venecia en 1911, donde se hospedó en el Hotel des Bains del Lido, el mismo escenario donde sitúa a su protagonista. Mann observó allí a una familia polaca y a un joven de extraordinaria belleza, que se convirtieron en el modelo del fascinante Tadzio.

El propio Mann relató más tarde que esas vacaciones se transformaron en una materia narrativa casi inevitable: “Seguramente conviene que el mundo conozca sólo la obra bella y no sus orígenes, las condiciones que determinaron su aparición, pues el conocimiento de las fuentes en que el poeta bebe su inspiración lo confundiría, lo asustaría a menudo, dañando así el efecto de las cosas excelentes”, escribió Mann en la novela. Muchos la conocerán por la película que filmó Luchino Visconti.

La historia sigue a Gustav Aschenbach, un escritor maduro, disciplinado y reconocido en Alemania, que decide tomarse unas vacaciones en Venecia. Allí descubre a Tadzio, un adolescente polaco cuya belleza lo subyuga y despierta en él una pasión inesperada. La trama, cargada de simbolismo, es menos una narración lineal de acciones y más un viaje introspectivo sobre el deseo, el arte y la decadencia. Como dice el propio Aschenbach: “El impulso de hacerlo brillar a la luz de sus palabras se hizo irresistible en aquel momento… hacer que su estilo siguiese las líneas de aquel cuerpo que se le antojaba divino”.

La muerte en Venecia explora las tensiones entre la razón y el deseo, entre la disciplina artística y la pasión desbordada. Aschenbach, quien siempre se ha definido por su rigor, descubre que Eros, el dios del amor, es tan poderoso como cualquier otro impulso humano. En una escena clave reflexiona: “Numerosos héroes guerreros de la Antigüedad habían llevado su yugo, pues no había humillación alguna en obedecer los caprichos del dios del amor”.

El libro también reflexiona sobre el papel del artista, su aislamiento y su constante insatisfacción: “Desde joven, la disconformidad había sido para él la íntima naturaleza, la esencia del talento, y por ello había dominado y enfriado el sentimiento”.

Leer este clásico exige entenderlo como un relato cargado de símbolos y preguntas abiertas. No es una historia de amor convencional ni una tragedia romántica, sino una exploración filosófica. Mann interroga el lugar del arte, el envejecimiento y la decadencia. El lector puede acercarse al texto siguiendo las huellas del propio Aschenbach: “Pensaba en su labor… con un estremecimiento de impotencia, hubo de confesarse vencido. Lo que le molestaba no era una dificultad insuperable, sino cierta falta de complacencia en su obra”.

El relato se publica en 1912, en una Europa que vivía los últimos años antes de la El público masivo conoce sobre todo la versión cinematográfica de La muerte en Venecia dirigida por Luchino Visconti en 1971. Visconti se toma libertades: transforma a Aschenbach de escritor en músico, inspirado en Gustav Mahler, para acentuar los tonos musicales del relato. La película, protagonizada por Dirk Bogarde, acentuó la dimensión visual y sensorial del texto, convirtiendo en imágenes lo que en el libro es sobre todo reflexión interna.

El film también renovó las polémicas sobre la obsesión de un hombre maduro por un adolescente, poniendo sobre la mesa debates sobre moral, deseo y representación. Mann, sin embargo, siempre aborda esta obsesión desde la distancia del análisis: “Nada resultaba más extraño ni más irritante que las relaciones que se establecen entre hombres que sólo se conocen de vista… se produce entre ellos inquietud e irritada curiosidad”.

Aunque el relato nunca se presenta como una historia LGBT en el sentido contemporáneo, sí aborda el deseo homoerótico desde una clave estética, filosófica y simbólica.

Hoy se lo lee también bajo esa perspectiva, como una reflexión sobre la atracción masculina, aunque en su tiempo era más bien una meditación sobre el arte, la belleza y la decadencia moral, sin reivindicación identitaria.

Al final del relato, Aschenbach, vencido por la fiebre y el deseo, contempla a Tadzio desde lejos: “Su cabeza, apoyada en el respaldo de la silla, seguía ansiosamente los movimientos del caminante… Pasaron unos minutos antes de que acudieran en su auxilio; había caído a un lado de su silla. Le llevaron a su habitación, y aquel mismo día, el mundo, respetuosamente estremecido, recibió la noticia de su muerte”.

♦ Thomas Mann (1875-1955) fue un novelista, ensayista y crítico alemán, galardonado con el Premio Nobel de Literatura en 1929.

♦ Mann es considerado uno de los grandes escritores del siglo XX, célebre por sus análisis profundos de la psicología y la sociedad europeas.

Fuente: telam

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